Motivo: Caducidad

Colombia: Vendo Presidente

2005-12-07 00:00:00

En el gobierno del corazón grande todo tiene un precio: la salud, la educación, la tranquilidad, la naturaleza, la paz. En el gobierno de la mano dura los mejores postores son los más beneficiados, de aquí y allá y a la usanza de cualquier supermercado las multinacionales vienen a mercar a Colombia: compran las telefónicas, los bancos, las tabacaleras, las cerveceras, las empresas de energía.

En el gobierno más popular de los últimos años (a menos que también hayan comprado a las empresas encuestadoras), a la vida misma se la ha puesto un precio. Ya no podemos reír porque la felicidad esta empeñada; ya no podemos gozar porque el placer está fiado; ya no podemos soñar porque las noches han sido embargadas; ya no podremos ser viejos porque las pensiones están próximas a ser privatizadas; ya no podremos siquiera enfermarnos porque la salud es un privilegio de los enriquecidos.

Ahora ya ni siquiera podremos respirar porque quieren privatizar el aire; ya no podremos disfrutar de una zambullida dominical en el río que cruza mi vereda porque las aguas están próximas a correr igual suerte; ya no podremos escuchar el canto de las aves porque los Parque Nacionales están a punto de desaparecer para dar paso a complejos turísticos, a fumigaciones por doquier; ya no podremos trepar a los árboles durante los paseos de fin de semana porque la madera está a punto de ser vendida con la Ley Forestal; ya no podremos ser indios porque nuestros territorios quieren ser feriados.

Obviamente se le pone un precio a lo que tiene un valor real, un uso significativo, caso contrario podríamos poner a consideración de los compradores las joyas de oropel más opacas que reposan en nuestra vitrina: vendo clase política por inepta; vendo gobierno colombiano por vendido; vendo ministra del medio ambiente por incapaz; vendo a los armados por inicuos; vendo a la justicia por ineficiente; vendo a la oligarquía por dañina; vendo los medios de comunicación por indolentes. Privaticemos lo que no nos sirva y dejemos lo fundamental, tal vez así un día despertemos y nos demos cuenta que nos hemos librado de tanto personaje e instituciones indeseables.

No todo tiene un precio señor presidente, no todo está atravesado por su espíritu de comerciante, de culebrero barato, de vendedor ambulante. Los abuelos y espíritus nos enseñaron que los principios no se negocian porque no tienen precio, usted ni nadie podrá poner en Bolsa de Valores alguna los preceptos de Unidad, Territorio, Cultura y Autonomía que rigen a los Pueblos Indígenas de Colombia.

A todo esto, ¿cuánto vale usted?, señor Presidente.

Medellín, diciembre 6 de 2005

COMITÉ EJECUTIVO

OIA