Colombia: Una marcha a toda lucha

2005-10-12 00:00:00

Santa Rosa de Cabal

En la entrada a Belén de Umbría (Risaralda) murió el manifestante Marco Antonio Soto. El Gobierno Nacional decidió dar vía libre hoy a la marcha, pero no dejará obstruir el tránsito automotor.

El horror llegó sin avisar. En un instante la tensión, que se vivía en el sector de La María, en Santa Rosa de Cabal (Risaralda), en la salida por la Doble Calzada hacia Chinchiná, se convirtió en un campo de batalla. Los gritos por los gases lacrimógenos, lanzados por la Fuerza Pública, se revolvieron en medio del asombro y el temor de los indígenas, que comenzaron una manifestación nacional el domingo pasado.

El enfrentamiento ocurrió cerca de las 4:00 de la tarde, en momentos que los indígenas todavía estaban conmovidos por la noticia de la muerte de uno de sus compañeros, en la entrada a Belén de Umbría (Risaralda). Allí murió, al mediodía, Marco Antonio Soto como consecuencia de un choque similar con la Policía, la cual asegura que al hombre lo mató fue un infarto.

Luego de este hecho y de que se registraran unas 20 personas afectadas por gases lacrimógenos, el Gobierno Nacional, a las 7:50 de la noche de ayer, decidió dar vía libre a la denominada minga indígena, con la condición de que se hiciera en orden, en fila uno detrás de otro.

Así lo confirmaron los Secretarios de Gobierno de Caldas, Jaime Escobar Herrera, y de Risaralda, César Salazar, quienes recibieron un comunicado oficial del Gobierno Nacional en el que piden acompañar la caminata.

Tensión

La indignación de las comunidades autóctonas por la muerte de uno de los suyos no podía ser mayor. "Nos atacaron a mansalva. Cuando nos disponíamos a negociar con la Policía, sobre cómo iniciar la movilización de forma pacífica, de un momento a otro comenzaron a tirar los gases lacrimógenos. Para nosotros eso fue un engaño, pues nos distrajeron. No tuvieron en cuenta ni siquiera a los niños", relató el presidente del Consejo Regional Indígena de Caldas (Cridec), Araugo Gañán.

La concentración indígena empezó a las 7:00 de la mañana, y desde ese mismo instante unos 30 efectivos de la Policía antimotines se pararon frente a los cerca de cinco mil miembros de resguardos de Caldas, Cauca, Risaralda y Antioquia, que se disponían a caminar hacía Chinchiná, en donde el alcalde Jhon Jairo Quintero Alzate tenía preparado un terreno para recibirlos.

La orden en los dos frentes era la misma: no moverse del lugar. La fuerza pública por mandato expreso del Presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez, y los indígenas por petición de sus autoridades autóctonas, que en todo momento clamaron por realizar una jornada pacífica.

"No nos dejemos amedrentar por estos robots que están programados solo para cumplir órdenes", fue una de las consignas de una líder guambiana, a las 3:15 de la tarde, cuando los antimotines hicieron el primer intento de arrinconar a los indígenas, para que desistieran de la marcha.

De inmediato, comenzó una carrera de parte de los funcionarios de la Alcaldía de Santa Rosa de Cabal para evitar cualquier enfrentamiento en su tierra. El Alcalde del Municipio, Carlos Eduardo Toro, quiso por todos los medios que los manifestantes tomarán camino a Chinchiná en vehículos, algo a lo que no accedieron.

Entre tanto, el Secretario de Gobierno de Risaralda trató de convencer a los miembros de la Fuerza Pública de que permitieran dar vía libre a los marchantes. Insistió, vía telefónica, hasta con el Comandante de la Policía Nacional, Coronel Jorge Daniel Castro, pero todo fue en vano. "Los indígenas han sido claros en que marcharán en paz, no entiendo el porqué de la prohibición", dijo Salazar, una opinión que compartían varios de los presentes en la jornada.

El Choque

Cuando faltaban 15 minutos para las 4:00 de la tarde los efectivos tomaron posiciones, de tal forma que rodearon a todos los manifestantes. Todo hacía prever que a los indígenas los sacarían de la calzada que bloqueaban.

"Ellos fueron los que nos hicieron tapar la vía, por no habernos dejado iniciar la marcha", dijo el Presidente del Cridec. En Efecto, desde primeras horas hasta cerca de las 11:00 de la mañana, los indígenas solo ocuparon un carril para dejar pasar los automotores hacia Chinchiná. Luego de ese momento y de dar un compás de espera para una respuesta del Gobierno Nacional, en decisión unánime, taponaron por completo los dos carriles.

Así fue hasta las 3:55 de la tarde, cuando se dio la orden de despejar la carretera. Comenzó, entonces, la batalla campal. El primer movimiento lo hizo la Policía antimotines al lanzar varios tubos de gases lacrimógenos. La reacción de las comunidades fue responder con piedras y palos, a la vez que con gritos de protesta por la acción de las autoridades.

La contienda duró unos 10 minutos, tiempo suficiente para replegar a los indígenas en un lote contiguo a la carretera, que les sirvió de base a los organismos de socorro para atender a los afectados por los gases. Además, se contó dos heridos de consideración, uno la parecer por una piedra que le cayó en la cabeza y otro al que lo alcanzó un perdigón de un arma que lanzó un tubo de gas lacrimógeno.

Se sumó el reportero gráfico de El Tiempo Jhon Jairo Bonilla, quien manifestó que recibió una pedrada durante la concentración en Santa Rosa. "Me cogieron siete puntos, por fortuna estoy bien atendido aquí en el hospital", dijo en la tarde de ayer, vía celular.

En otro sector

El mediodía en Viterbo llegó ayer con el sonido de sirenas de ambulancias. La capacidad del Hospital San José se colmó, ya que los vehículos arribaron con 10 indígenas, afectados por gases lacrimógenos.

Poco a poco la comunidad se enteró que la situación obedecía a un choque entre la Fuerza Pública y grupos de indígenas en el sector de Remolinos o Cabo Verde. En el hecho murió un hombre identificado como Marco Antonio Soto.

Remolinos está a unos cinco kilómetros de Viterbo en la Troncal de Occidente, en la vía a Anserma y entrada a Belén de Umbría (Risaralda). "Pasé ayer en la mañana en carro y vi acampando a indígenas en los potreros", comentó un habitante de Viterbo.

Alberto Wazorna, Vicepresidente del Consejo Regional de Indígenas de Risaralda dijo: "Soto murió por asfixia a causa de los gases lacrimógenos arrojados por la fuerza pública. En medio de la marcha, la gente salió a la carretera y un grupo de policías salió al encuentro, arrojaron gases y nosotros salimos a correr y en ese momento vinos que nuestro compañero había muerto", relató Wazorna.

Entre tanto, Gustavo León Calvo, médico de turno del Hospital San José, informó ayer a las 4:45 de la tarde que los 10 indígenas que ingresaron al centro asistencial estaban en franca recuperación, luego de resultar afectados por los gases.

"Ellos presentaron un cuadro agudo por gases, lo cual les produce somnolencia, conjuntivitis y sobre todo dificultad respiratoria, pero ya están fuera de peligro y solo esperan que vengan sus familiares para salir".

Las voces de protesta por el caso surgieron casi de inmediato. El sindicato Educadores Unidos de Caldas (Educal) expresó, por medio de un comunicado: "el magisterio caldense rechaza enfáticamente estos acontecimientos que tipifican el abierto desconocimiento por los derechos humanos por parte del Gobierno Nacional, especialmente el derecho a la vida y a la protesta".

En Remolinos, según cálculos de los indígenas, hay 8 mil 500 personas, entre ellas 400 niños, de la etnia Embera Chamí, que se encuentran a la intemperie en espera de la orden que permita el despeje de la vía por parte de fuerza pública, para permitir el avance hacia Pereira

Rubén Darío Gusarabe, Presidente del Consejo Regional de Indígenas de Risaralda, expresó: "por ahora, tenemos víveres para tres días, pero si no nos permiten movilizarnos, seguramente vamos a tener inconvenientes", dijo la autoridad indígena, quien reiteró que permanecerán allí, pero

no intentarán ninguna vía de hecho. "Somos pacíficos y marchamos en paz", manifestó.

Mientras tanto, el senador de la Comisión Primera, Jesús Piñacué, reveló que personalmente habló con el Presidente de la República, y el Primer Mandatario le solicitó que no se bloqueen vías y, de ser posible, se movilicen hasta las capitales en buses y chivas.

Entre tanto, el Gobernador (encargado) de Caldas, Jaime Escobar Herrera, ratificó que en el Departamento se tomarán varias medidas para evitar incidentes, ante la posible llegada de la marcha a Chinchiná y Manizales.

El Comandante de la Policía Nacional, general Jorge Daniel Castro, hizo un llamado a las autoridades y a quienes marchan para impedir posibles infiltraciones de grupos armados ilegales tanto de guerrillas como paramilitares, quienes aprovecharían la coyuntura actual para conseguir sus fines políticos y manipular la manifestación.

Pero Piñacué consideró que pensar en infiltraciones de grupos armados ilegales "es una grosería". "Hago un llamado a las autoridades para que usen mejor su inteligencia militar. Yo estoy acá, corriendo riesgos por mi condición de senador y puedo decir que no hay ni habrá presencia de actores armados en esta manifestación".

En general, el sentimiento de todos los marchantes indígenas es que el mismo Estado les violó sus derechos fundamentales, uno de ellos, el de la libre movilización. "Nosotros lo advertimos muchas veces, queremos una caminata pacífica, para hacer visibles nuestros problemas, pero mire como nos respondieron", aseguró el líder riosuceño Araugo Gañán.

* Con información de Colprensa.

Por el respeto

Eliberto Restrepo Domingo, líder Embera Katio, de Córdoba: vivimos en medio del conflicto y queremos hacer visible nuestra situación. El Gobierno se ha comprometido con nosotros, pero no nos cumple con ayudas verdaderas.

Wilson Betancur, Resguardo de San Lorenzo, Riosucio: al Gobierno no le conviene que manifestemos, porque el mundo se da cuanta de cómo estamos, pero hay que apoyar a la comunidad en estas actividades.

Juan Bautista Gutiérrez, comunidad indígena de Davio (Valle): lo único que pedimos es paz y que nos den oportunidades de generar proyectos para nuestra gente.

Nidia Alexandra Betancur, comunidad de Costa Rica (Riosucio): no queremos más humillaciones del gobierno. Siempre nosotros somos los que sufrimos las injusticias de las decisiones que ellos toman.

Willian Alonso Domico Celis: Tierra Adentro (Córdoba): queremos marchar es para que se nos reconozca nuestra dignidad humana, somo ciudadanos colombianos, por eso necesitamos asitencia en salud, educación y la generación de fuentes de trabajo, cosas que no tenemos.

Javier Colombás, comunidad Silvia (Cauca): así como nos trataron hoy, así nos tratan a nosotros todos los días. Con los Gobiernos todo es engaño o politiquería, quieren acabar con nuestras identidades.*