Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz

Ley antiterrorista es una ofensa al Pueblo Mapuche

2005-05-25 00:00:00

"No se puede juzgar por Ley Antiterrorista a quienes luchan hoy por
sus derechos culturales, sociales y políticos". Palabras de Adolfo
Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz. Lo entrevistamos en su oficina
en Buenos Aires. En medio de un incesante ir y venir de sus
colaboradores, charlamos sobre el rol de la prensa y la situación de
los pueblos indígenas en Latinoamérica. Conocedor como pocos de la
realidad político social latinoamericana, la lucha de nuestro pueblo
no había escapado a su preocupación y severo análisis.

Ganó el Premio Nobel de la Paz de 1980, en reconocimiento a su lucha
en defensa de los Derechos Humanos. Se transformó así en el cuarto
argentino en ganar el prestigioso reconocimiento y el segundo en
obtener el de la Paz, después de Carlos Saavedra Lamas en 1936. Pérez
Esquivel es arquitecto y escultor. Católico militante fundó en 1974 la
Fundación Servicio, Paz y Justicia. En la definición de principios esa
institución fijó como objetivos de su tarea "trabajar por alcanzar el
respeto de los principios básicos de los derechos humanos a través de
una política de no violencia".

A partir de 1976 se dedicó a viajar por el mundo y a diseñar programas
de ayuda y desarrollo para comunidades indígenas latinoamericanas,
movimientos obreros y otros grupos de personas necesitadas. Su
enfrentamiento con la dictadura militar 1976-1982 le valió estar
prisionero en las cárceles improvisadas en los sótanos de la Escuela
de Mecánica de la Armada (ESMA), donde fue sometido a las más crueles
condiciones de confinamiento. Durante ese período de prisión recibió
el Premio Memorial de Paz Juan XXIII otorgado por Pax Christi
Internacional, organización mundial de católicos por la no-violencia y
los derechos humanos.

Al entregarse el Nobel, Pérez Esquivel ya se encontraba en libertad,
aunque era vigilado por el Gobierno y tanto él como su familia y sus
colaboradores recibían permanentes amenazas que los conminaban a
abandonar su tarea, centralizadas en una modesta oficina de la calle
México, en el barrio porteño de San Telmo. Su designación sorprendió
al gobierno militar de la Argentina, que lo consideró arbitrario y
destinado a reforzar las denuncias de violaciones a los derechos
humanos que la comunidad internacional descargaba sobre la Junta
Militar.

No fue la primera vez que un Nobel de la Paz resultaba polémico.
Tampoco fue la primera vez que se premió al representante una entidad
de lucha no violenta: la Cruz Roja Internacional ganó tres veces el
Nobel de la Paz y el ACNUR (Oficina del Alto Comisionado de las
Naciones Unidas para los Refugiados) otras tantas. Al conocerse el
nombre del Nobel de la Paz, el ministro de Asuntos Exteriores de
Noruega, Knut Frydenlund, afirmó que "este reconocimiento a Pérez
Esquivel será una inspiración para todos aquellos hombres y mujeres
del mundo que se hallan sumergidos en la desesperación".

En la actualidad, Pérez Esquivel permanece trabajando cotidianamente
al frente de la Fundación Servicio, Paz y Justicia (SERPAJ). En sus
años de incansable labor humanitaria, ha contribuido con numerosas
misiones internacionales, como "Barco por la Paz a Nicaragua", "Barco
por la Solidaridad a Polonia" y campañas de resolución de conflictos
en Sudáfrica, Afganistán, Oriente Medio y Tíbet, entre otros países. Y
entre sus innumerables trabajos literarios se destaca "Caminando Junto
al Pueblo (1995)", donde cuenta sus experiencias en la lucha por el
ideal de la No-Violencia en América Latina.

Esquivel y los mapuches

En conversación con Azkintuwe en Buenos Aires, Pérez Esquivel
manifestó un especial interés por la situación del Pueblo Mapuche,
tanto en Chile como Argentina. Conocedor como pocos de la realidad
político social latinoamericana, la lucha de nuestro pueblo frente a
empresas transnacionales y los propios estados chileno y argentino, no
había escapado a su preocupación y severo análisis. Y para nuestra
sorpresa, tampoco el trabajo informativo de nuestro equipo. "Valoro la
salida de este el primer periódico mapuche. Ya lo había recibido hace
poco en Neuquén y lo venía leyendo en mi viaje hacia Buenos Aires. Lo
encuentro muy completo, de una variedad de información muy importante",
nos dice de entrada.

Lo entrevistamos en su oficina en Buenos Aires. En medio de un
incesante ir y venir de sus colaboradores, charlamos sobre el rol de
la prensa y la situación de los pueblos indígenas en Latinoamérica.
Principalmente, hablamos sobre el caso mapuche. “Mi posición personal
es de respeto, de las identidades culturales y de los pueblos
originarios, de hecho yo tengo sangre guaraní en mis venas. Entiendo
también que la recuperación de los valores y memoria de los Pueblos
Originarios deben ser respetados por los estados. Existe un
desconocimiento de la sabiduría y cultura de los mapuche y que pueden
ser aportes muy grandes a la cultura de nuestros pueblos", nos señala.

El año 2004, Pérez Esquivel actuó como intermediario entre la
multinacional Benetton y la familia Curiñanco-Rua Nahuelquir por una
disputa de tierras en la zona de Chubut. En noviembre de 2004, una
importante delegación de mapuches arribó hasta Roma, invitados por
Pérez Esquivel a participar de una Cumbre de Premios Nobel. El viaje
posibilitaría más tarde una reunión con el propio Luciano Benetton en
la ciudad de Treviso, sede del grupo textil. Si bien las gestiones
finalmente fracasaron y el conflicto persiste en la Patagonia, la
iniciativa fue una clara demostración del compromiso que dice tener
con las reivindicaciones territoriales mapuche en Puelmapu.

No escapa de su análisis la situación de los mapuches en Chile, con
quienes pudo compartir en plena época de dictadura, según nos relata.
Fue el año 1981, cuando visitó Temuco como invitado especial a la
conmemoración del Centenario de la Invasión Chilena al territorio
mapuche, actividad celebrada en el cerro Konun Wenu. Premio Nobel de
la Paz el año 1980, su presencia el año 81 en Temuco -un abierto
desafío al régimen militar- sería valorada enormemente por los
dirigentes mapuche de aquella época, interesados en dar a conocer a la
comunidad internacional la situación de opresión y muerte que afectaba
a nuestro pueblo.

De aquella histórica movilización han pasado más de dos décadas. Desde
el fin del régimen militar, unos 15 años, aun cuando la situación de
los mapuche no pareciera haber mejorado en democracia. "Es que existe
una confusión muy grande en torno a la democracia, al entender que
este es un mero tramite de depositar votos en una urna", nos dice. "Se
piensa que el solo hecho de votar es la democracia -agrega-, cuando en
su esencia es la profundización de los derechos y la igualdad. El tipo
de democracia con el que contamos es delegativa, los gobernantes hacen
lo que les parece y no lo que deben. Es por ello que mi idea es ir
hacia una democracia participativa, pluralista y multicultural, donde
podamos todos convivir".

Hablamos sobre la persecución judicial de los dirigentes mapuches. De
la criminalización de las demandas de tierras. Le contamos sobre
Víctor Ancalaf, dirigente mapuche condenado por terrorismo en un caso
judicial plagado de irregularidades. Y para alguien que sufrió en
carne propia la brutal persecución de los regímenes militares, en su
caso el de la dictadura argentina, que los mapuches sean perseguidos
hoy en democracia bajo leyes heredadas de aquellos tiempos, resulta
cuando menos una ofensa impresentable.

"Me parece una gravísima violación de los derechos humanos y una
ofensa y una agresión a los pueblos originarios. En particular al
Pueblo Mapuche en Chile. Este hecho daña el derecho internacional
basado en el trabajo que las Naciones Unidas llevan adelante a través
de múltiples convenciones sobre la materia. Tenemos que reclamar el
cambio de estas políticas represivas, no se puede juzgar por Ley
Antiterrorista a quienes luchan hoy por sus derechos culturales,
sociales y políticos", nos señala.

Para Pérez Esquivel, un paso en este sentido es el apoyo que las
organizaciones humanitarias pueden brindar a los pueblos indígenas. En
distintos ámbitos. "Nosotros como SERPAJ apoyamos, por ejemplo, un
reciente Congreso de Lenguas Indígenas, que se desarrolló en forma
paralela al Congreso de la Lengua Castellana que tuvo lugar en
Argentina. Nuestro objetivo es que existan escuelas bilingües,
entendiendo que el problema lingüístico es un aspecto fundamental en
lo que debe ser la resistencia cultural, la capacidad de los pueblos
originarios para poder continuar con sus valores y su identidad", nos
dice.

Optimista por naturaleza, ve con buenos ojos el fortalecimiento del
movimiento indígena a nivel Latinoamericano. "El crecimiento de los
pueblos indígenas, generando políticas propias a partir de su propia
realidad cultural, identidad y valores es un fenómeno importante en el
continente. El caso de Bolivia es impresionante. En Ecuador los
pueblos indígenas han recuperado fuerza y luchan hoy de manera
decidida por sus derechos. Y no para separarse de la sociedad, sino
para convivir con los no indígenas, pero sin abandonar su propias
ideas y formas de ver el mundo", señala.

La charla se termina. Otras delegaciones y periodistas lo buscan para
conversar con él y robar unos minutos de su tiempo. Nosotros nos
despedimos, dejando sobre su escritorio algunos ejemplares del
periódico. Saludos a sus comunidades, nos dice al despedirnos.

- Wladimir Painemal, desde Buenos Aires / jueves 19 de mayo de 2005,
periódico Mapuche Azkintuwe: http://www.nodo50.org/azkintuwe