Ecuador recobró la institucionalidad ¿y la democracia cuándo?
Quito.- Con el Doctor Alfredo Palacio como Presidente de Ecuador no cambiarán mucho las cosas de fondo en este país, sin embargo para el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica la caída del coronel Lucio Gutiérrez significa la pérdida de su mejor aliado en la región andina, como él mismo se había declarado.
El gobierno de Bush ante el nuevo escenario andino hará los ajustes necesarios y rápidos para estrechar más su amistad con los gobiernos de Uribe y Toledo, de Colombia y Perú respectivamente, como también con el resto de gobernantes del continente, para que no se le descomponga su plan neocolonial en las Américas y sobre todo en la región andina, que es de suma importancia geoestratégica para los intereses del imperialismo.
En su afán por no perder a su protegido exgobernante Bush hizo maniobras al interior de la OEA y su vocera Condolezza Rice formuló declaraciones de que el nuevo mandatario debía convocar a elecciones anticipadas, exigencia que luego su mismo gobierno desecharía al avalizar al Presidente Palacios con la visita de la Embajadora en Quito, Kristie Kenny.
Después de las arbitrariedades hecha por Lucio Gutiérrez en diciembre último, cuando en alianza con sectores de la derecha, el populismo y sectores de la izquierda tradicional (como el Partido Socialista y el Movimiento Popular Democrático, de tendencia marxista-leninista) tomó para él todos los poderes del Estado, nadie dentro de la OEA dijo nada. Solo la ONU mandó un emisario que luego de su visita constató que en Ecuador se había violentado el estado de derecho al pasar el Ejecutivo a controlar la Corte Suprema de Justicia, al Tribunal Constitucional, el Tribunal Supremo Electoral y al mismo Legislativo, mediante la compra venta de votos y conciencias a su favor.
¿Dictador con la oligarquía?
Con este control el coronel Gutiérrez se autodeclaró dictador, pero para suavizar su comportamiento el mismo se dijo “dictócrata”, lo que según significaba “ser dictador con la oligarquía y demócrata con el pueblo”. Pero, quien podía creerle luego de haber gobernado desde mediados del 2003 –cuando el Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik rompió la alianza que lo llevó al poder- con los sectores de la derecha ecuatoriana representada en el Partido Social Cristiano (PSC), que lidera el expresidente León Febres Cordero, el Partido Republicano Institucional (PRIAN), del bananero Alvaro Noboa; lo mismo que con el Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE), del expresidente Abdalá Bucaram.
Fue esta alianza con los partidos mas fuertes de la oligarquía lo que le permitió mantenerse con vida política, en la que siempre contó con el protectorado del gobierno de los Estados Unidos, a través de su embajadora que nunca dejó de pronunciarse para apoyarle públicamente, como también con las constantes visitas de autoridades militares del Pentágono, con el fin de ajustar sus planes político-militares en la región, como el Plan Colombia, el Tratado de Libre Comercio (TLC), la Iniciativa Regional Andina (IRA), entre otros.
Vale anotar que la Embajadora de Estados Unidos, Kristie Kenny, el mismo día que cayó Gutiérrez lo visitó en el palacio de gobierno y tuvieron un desayuno de trabajo, en el que se supone le avisó que no podía hacer más para salvarlo.
La ruptura de Gutiérrez con sectores socialcristianos se dio poco antes de las elecciones seccionales de autoridades locales en octubre del 2004, en parte por la acción emprendida por funcionarios de la Agencia de Garantías de Depósito (AGD), que exigieron a los deudores de la banca cerrada pagar lo que debían, y entre éstos encabezan la lista la familia Febres Cordero.
Con el partido del bananero Noboa el coronel Gutiérrez mantuvo un acuerdo hasta días antes de su caída, el mismo que se deshizo a partir de que el Presidente de la Corte Suprema de Justicia (el “pichi” Castro) dejó sin piso legal los juicios penales en contra de los ex mandatarios Abdalá Bucaram, Gustavo Noboa y el ex vicepresidente Alberto Dahik. Según algunos analistas, el bananero ve en Bucaram un fuerte adversario para su camino a la Presidencia de la República, en las elecciones previstas para el 2006 y esto marcaría el distanciamiento con el coronel Gutiérrez.
Por su parte, los socialistas y emepedistas no abandonaron a Gutiérrez sino momentos antes de su caída, pues estos sectores políticos estaban disfrutando del reparto de puestos en la Corte y los Tribunales. Así este sector de izquierda marcada por el pragmatismo y el clientelismo contribuyó a mantener un dictador en el poder y a golpear de paso al fraccionado movimiento popular. No obstante, como paracaidistas llegaron sus bases a la Plaza Grande a poner sus banderas en el momento que cayó el coronel.
La alianza indígena-militar
Gutiérrez había llegado al poder en enero del 2003 porque supo crear un partido (Sociedad Patriótica) con otros miembros de las fuerzas armadas en retiro, familiares, amigos, y construyó alianzas claves con varios sectores de la izquierda, el movimiento indígena organizado en la CONAIE, en Pachakutik, y empresarios que le dieron su respaldo. El coronel aprendió a utilizar el vocabulario y las ideas planteadas por la izquierda, en su campaña habló en contra de la Base de Manta, el Plan Colombia, la privatización de las áreas estratégicas, atacar a la corrupción y a la oligarquía, pero no pasaron unos meses cuando ya echó pie atrás y comenzó a asumir la agenda de los Estados Unidos y la derecha ecuatoriana, con lo que el MUPP-NP se retiró de la alianza tras seis meses de permanecer cogobernando.
En fin, Gutiérrez se sostuvo un poco más de dos años en el poder porque armaba y desarmaba alianzas según su conveniencia, sintiéndose siempre seguro de que cualquier maniobra tendría el respaldo de los Estados Unidos y de las Fuerzas Armadas, así como de los grupos monopólicos, las transnacionales y sus gobiernos. Pero es justo el reparto de la riqueza del país la que hace crear fisuras al interior del bloque dominante, que se tornan en expresiones políticas al interior del Congreso y con resonancia en los medios de comunicación. Estas contradicciones internas abonarían también en la caída del régimen.
Para Gutiérrez fue estratégico lograr desarticular la fuerza del movimiento indígena organizado en la CONAIE y así prolongarse en el poder. El sabía que al neutralizar, a sus ex aliados, a la mayor fuerza social del país podría gobernar e imponer su agenda hasta finales de su mandato, en enero del 2006. Y para esto, compró a ex dirigentes de la misma CONAIE (como su ex presidente Antonio Vargas), fortaleció su alianza con otros sectores campesinos e indígenas, como la Federación Nacional de Organizaciones Campesinas Indígenas y Negras (FENOCIN), la Federación de Indígenas Evangélicos (FEINE), con los cuales trazó una estrategia de confrontación permanente quitándole a la CONAIE el control de las instancias autónomas del movimiento indígena como la Dirección Nacional de Salud Indígena (DNSI), la Dirección Nacional de Educación Intercultural Bilingüe (DINEIB), el Consejo de Desarrollo de las Nacionalidades y Pueblos (CODENPE), y como si fuera poco hubo varios intentos por acabar con la conducción de la CONAIE. Hubo atentados contra la vida de dirigentes, encarcelamientos, infiltraciones y creación de organizaciones fantasmas y paralelas a las históricas.
Además, el mismo hecho de que la CONAIE tuviera a muchos de sus cuadros políticos en los seis meses de cogobierno ocupando cargos públicos debilitó la estructura organizativa y se creó la desconfianza política al interior, porque algunos dirigentes se quedaron en las instancias del Estado pese a la ruptura. Y junto a todo esto se ha tensionado -y se sigue haciendo desde 1995- la fuerza social organizativa de la CONAIE al prestar muchos de sus cuadros al Movimiento Pachakutik, para ser autoridades electas en los poderes locales y nacionales, con lo que se han derivado contradicciones entre el movimiento social y el movimiento político que están sin resolverse todavía.
Sin embargo, la CONAIE pese a todo supo defenderse para no dejarse acabar, ha mantenido un trabajo interno de reconstrucción política-organizativa, retomando el proyecto político de construir un estado plurinacional y una sociedad intercultural, que sea antineoliberal, anticapitalista y antiimperialista. Y desde este proceso mantuvo una agenda de lucha frontal contra el TLC, el ALCA, el Plan Colombia, las privatizaciones, entre otros, impulsándose espacios amplios de unidad popular como la Campaña Nacional contra el ALCA y el TLC, la campaña de recolección de firmas “Ecuador Decide” para exigir la convocatoria a una consulta popular, y por último, se gestó la Asamblea de los Pueblos del Ecuador, instancia desde la cual se coordinaron acciones y propuestas de unidad y lucha para enfrentar al régimen, con planteamientos que superaban los pedidos de las Asambleas de Quito y Guayaquil que se quedaban en el simple cambio de la Corte, y más bien propusieron la salida de todos los corruptos y violadores de la Constitución, empezando por el Presidente Gutiérrez.
Los espacios de conducción
Las Asambleas de Quito y Guayaquil fueron lideradas por sus alcaldes, pertenecientes a la Izquierda Democrática (ID) y al Partido Socialcristiano respectivamente, pero también en el caso de la capital, el Movimiento Pachakutik participó de su convocatoria. Después se crearía también la Asamblea de Pichincha con su Prefecto, militante de la ID, a la cabeza. A este espacio se fueron sumando otras iniciativas que comenzaron a hacer movilizaciones en febrero, marzo y abril.
En la primera de ellas se evidenció que la convocatoria había desbordado a sus líderes tanto en su magnitud como en sus contenidos, pues la gente que participó se calculó en más de cien mil y el grito de la mayoría no era que se hicieran solo cambios en la Corte sino que “se fueran todos”, en referencia a todos los políticos corruptos involucrados en todos los poderes del estado. Para colmo, días después llegó Abdalá Bucaram al país e hizo una gran manifestación en Guayaquil que fue transmitida en vivo por los medios de comunicación. Este último hecho hizo crecer el sentimiento anti Bucaram porque este carismático personaje trajo consigo el mismo discurso mesiánico (“solo Dios sabe cuanto hemos sufrido”, decía su frase de combate que marcó su regreso) y vulgar, para dirigirse a sus seguidores y a sus opositores.
Hubo un momento en el que hubo distintas instancias de conducción: las Asambleas de Quito, Pichincha, Azuay, con la ID, Pachakutik y otros sectores políticos. La Asamblea de Guayaquil, con los socialcristianos, que solo hacía declaraciones públicas y no acciones. La Asamblea de los Pueblos, que junto al espectro de movimientos sociales y políticos de izquierda, que había definido acciones en las mismas fechas de la Asamblea de Quito y Pichincha.
Finalmente, el 12 de abril fue la fecha convenida para hacer un paro cívico, aunque la ID la corrió para un día después dando chance a que en el Congreso se definiera todo. Sin embargo, la Asamblea de los Pueblos estuvo en las calles desde el 12 y el 13 también. Este paro tuvo efecto sobre todo en Quito, donde se destacó la represión ejercida por la policía contra las marchas que pretendían llegar a la sede del Congreso Nacional y al palacio de Gobierno, ubicados en el centro histórico de la ciudad capital. Varias fueron las acciones que mantuvieron las expectativas: la toma de la catedral por sectores urbanos, la toma del Ministerio de Educación por parte de la CONAIE, las disputas al interior del Legislativo, y las múltiples concentraciones que se daban en distintos puntos de la ciudad buscando como romper los anillos de seguridad desplegados por la fuerza pública. Como resultado de esta gesta hubo heridos, detenidos y un parte de victoria para el régimen de Gutiérrez, quien en declaraciones a CNN minimizó el paro y dijo que se mantendría en el poder porque contaba con el respaldo de la mayoría de la población.
Pero la represión y el parte de victoria de Gutiérrez provocaron más ira en la población que comenzó a opinar sobre lo ocurrido en el paro, a través de una radio de la capital FM99.3, La Luna, que pertenece al Centro de Educación Popular (CEDEP), filial de la Coordinadora de Radios Populares del Ecuador (CORAPE), así como de la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica (ALER). Entre las múltiples propuestas dichas en la radio al aire, se concretó aquella de comenzar a concentrarse en la tribuna de la Avenida de Los Shirys, al norte Quito, encender las luces de los autos y portar la bandera nacional del Ecuador, como símbolo de rebeldía y defensa de la dignidad, visitar las viviendas del coronel Gutiérrez y de miembros de su gabinete, como también de diputados pertenecientes a los partidos políticos afines al gobierno.
El surgimiento de los forajidos
Al siguiente día, el coronel Gutiérrez hizo una de sus acostumbradas cadenas nacionales por radio y televisión, en la que llamó “forajidos” a los que habían realizado protestas frente a su vivienda y amenazó con emprender acciones penales. La reacción no se hizo esperar y más bien se le revirtió en su contra estas amenazas, porque enseguida por medio de la radio La Luna y otras que se unieron después, los participantes de las acciones nocturnas de protestas acuñaron el término “forajido” como símbolo de la lucha que habían emprendido contra la Corte.
El jueves 14 de abril se incrementaron las manifestaciones y el viernes 15 el coronel Gutiérrez declaró el Estado de Emergencia para Quito, encomendando el control social a las fuerzas armadas. Esa misma noche dejó al país sin Corte Suprema de Justicia, echando pie atrás en una de las medidas dictatoriales tomadas en diciembre. Pero, con esto la población de Quito, que ya había desbordado los pedidos de “fuera la Corte” no se contuvo, sino que siguió saliendo a las calles a pedir que se fueran todos, tanto el viernes como el sábado. Entonces, el coronel Gutiérrez se vio obligado a derogar el “estado de emergencia” decretado el día anterior.
Al mismo tiempo, en el Congreso de la república se daban a su interior divisiones entre los aliados del gobierno y la oposición. Hubo varias convocatorias, desde la oposición se quiso reunir paralelamente a la mayoría el sábado 16, pero esto no se logró, así que tuvieron que acudir a la convocatoria hecha por el presidente del congreso aliado del gobierno, el día domingo 17, en la que se debatió la coyuntura del país, la situación de la Corte, la medida de estado de emergencia, entre otros temas. Pero la sesión del Congreso para nada calmaron los ánimos de los llamados “forajidos”, que para entonces no solo era un movimiento constituido por los que andaban en sus autos –como señalaba el gobierno de Gutiérrez- sino que ya se había generalizado la protesta y a la misma se habían sumado los estudiantes, los pobladores de barrios urbanos populares, desempleados, trabajadores, mujeres, jóvenes, y representantes de muchos sectores sociales que siempre han estado en las luchas, los mismos que llegaron -a pie, sin autos, ni celulares- a las puertas del Congreso y del palacio de Gobierno, pese al despliegue y represión policial desatada por el régimen.
Ya la noche del domingo 17, el lunes 18 y el martes 19 de abril, estaban las calles de Quito con un ambiente generalizado de descontento popular contra el gobierno de Gutiérrez. A toda hora había concentraciones, asambleas, reuniones, y diversas actividades que se orientaban desde La Luna, como frenazos, pitazos, globazos, cacerolazos, etc., que cobraban fuerza en la noche con movilizaciones hacia el centro histórico, las mismas que eran reprimidas por la fuerza pública con bombas lacrimógenas. Se advierte que la policía usó cerca de cinco mil bombas en esos días, lo que contaminó el ambiente y fruto de ello murió –de un paro cardiorrespiratorio- en la noche del martes 19 de abril el fotoperiodista chileno-ecuatoriano Julio García, quien registraba en su cámara como pese a la represión la población de Quito se mantenía en su lucha por sacar al coronel Gutiérrez. Este hecho subió la protesta, porque ya no se luchaba contra un coronel que se había hecho dictador sino que además ahora tenía sobre su espalda un crimen de estado, calificado por los manifestantes como un asesinato.
El final de la caída del coronel
Así las cosas, el 20 de abril la protesta comenzó más temprano, las clases fueron suspendidas a las 8 de la mañana cuando ya los estudiantes estaban en sus instituciones escolares, lo que creó un caos a nivel de las familias que habían dejado a sus hijos minutos antes y que luego no pudieron ir por ellos enseguida a retirarlos, más cuando ante los anuncios hechos por partidarios del régimen en la noche anterior, de que vendrían buses repletos de gente de la costa y oriente para respaldar al gobierno del coronel Gutiérrez, los ciudadanos, la alcaldía y la prefectura movilizaron a la policía metropolitana, a los vehículos de la institución y los “forajidos” a sus autos particulares y comenzaron a bloquear las entradas a la ciudad. También, alrededor de la sede de la CONAIE, al norte de la ciudad, se pincharon algunos autobuses venidos de la sierra con seguidores de Gutiérrez, y en la misma puerta de la organización indígena se quemaron llantas para impedir cualquier intento por parte del régimen de tomar el edificio del movimiento indígena.
Los estudiantes secundarios convocaron en la mañana de este día 20 de abril a un “mochilazo”, concentrándose en un parque de la ciudad y posteriormente se movilizaron hacia el centro de la ciudad, marcha a la que se fueron uniendo otros sectores juveniles y estudiantes universitarios, más la población organizada, avanzaron hacia los alrededores del Congreso, recinto en el cual se debatía darle una salida constitucional a la crisis. Casi al mediodía los diputados de la oposición resolvieron instalarse en la sede del Centro Internacional para la Educación Superior de América Latina (CIESPAL) y juntando la mayoría de los votos estudiaron que, dado el abandono del cargo hecho por Lucio Gutiérrez desde diciembre cuando se hizo dictador, él mismo no podía seguir en el poder.
Minutos antes el comandante general de la Policía, Gral. Jorge Poveda, renunció a su cargo negándose a seguir reprimiendo al pueblo. Por su parte, el comando conjunto de las fuerzas armadas deliberaba y al fin, pasado el mediodía quitaron su respaldo al coronel Lucio Gutiérrez y lo desconocieron como Presidente de la República y comandante máximo de ellos. Al tiempo, al interior del palacio de gobierno, el régimen a través de su ministro de gobierno, Oscar Ayerve, declaraba que se había nombrado un reemplazo del comandante general de policía y que se pedía a Abdalá Bucaram abandonar el país. Y no dijo más, no contestó ninguna pregunta a los medios de comunicación, como si nada pasara.
Ya para entonces, las movilizaciones habían avanzado hasta la Plaza Grande, frente al palacio de gobierno. El vicepresidente, hasta ese momento, Doctor Alfredo Palacios, llegó a CIESPAL para -frente a las cámaras de televisión- tomar juramento como Presidente de la República del Ecuador, en sesión del Congreso presidida por la diputada del PSC, Cintia Viteri. Terminado este acto el Doctor Palacio ofreció una improvisada rueda de prensa, en la que manifestó que bajo su gobierno recogería el pedido del pueblo de Quito y de todos los ecuatorianos. Entre tanto, en las afueras de CIESPAL se reunía gente de los “forajidos”, pero también llegaban infiltrados del régimen que habían logrado colarse en medio de los que protestaban para ocasionar daños físicos a varios diputados y diputadas, así como al mismo Presidente recién posesionado, y luego también ocasionarían daños en las instalaciones del centro educativo.
Vale señalar que al mediodía había varios escenarios de confrontación, en el centro histórico en