Colombia. Floralba: víctima de violación sexual y de impunidad
El dramático informe presentado por la Consejería de Derechos Humanos y Paz de la Organización Nacional Indígena de Colombia – ONIC ante el VIII Congreso de esta organización integrante de la CAOI corrobora una vez más que las mujeres y las niñas indígenas se ven particularmente afectadas por el conflicto armado debido a su condición jurídica y social y su sexo.
“A menudo –señala el Informe, que comprende el período enero a septiembre 2012– las partes en un conflicto violan a las mujeres, y en ocasiones utilizan las violaciones sistemáticas de las mujeres como una táctica de guerra. Además, otras formas de violencia contra las mujeres cometidas en los conflictos armados comprenden los asesinatos, la esclavitud sexual, el embarazo forzado y la esterilización forzada”.
Así como son doblemente vulnerables, por su condición de indígena y su condición de mujer, las mujeres indígenas víctimas de estos crímenes son doblemente violadas: por el ataque sexual y por la impunidad del victimario. Este es el caso de Floralba Yunda Dizú, una indígena del Pueblo Nasa, de 40 años de edad, con retraso mental, violada por un soldado del ejército colombiano.
Los hechos
El 14 de mayo de este año, en Putumayo, unidades militares del Batallón Especial Energético y Vial (BEEV) Nº 9 ingresaron al territorio del Resguardo Nasa Uh, sin informar a las autoridades indígenas, y se ubicaron a los alrededores de la vivienda de la familia Yunda Dizú. La familia les solicitó retirarse del lugar. Pero no lo hicieron hasta después de preparar el desayuno y solo a 500 metros de la vivienda, permaneciendo aún en territorio indígena.
El viernes 18 del mismo mes, a las 6:30 de la tarde, Floralba salió de su casa a buscar alimento para los animales y notó que un uniformado del BEEV Nº 9 la observaba desde la orilla del camino. De regreso, el uniformado la tomó por el brazo a la fuerza, ella se soltó, corrió, pero el soldado logró alcanzarla, la arrojó a los matorrales y la violó. El resto de uniformados se encontraban a 100 metros del lugar.
Dos días después, el domingo, Floralba, esta vez acompañada de algunos familiares, salió nuevamente en búsqueda de alimento para los animales. Cuando sus familiares comentaron la presencia de militares en el lugar, ella entró en pánico. Minutos después de calmarla y preguntarle por qué reaccionaba así, Rosalba contó a sus familiares lo sucedido. Al ser cuestionarla por no haberlo dicho antes, respondió que tenía miedo que la regañaran.
Al delito de violación se une la intimidación: el miércoles 23 de mayo unidades militares del BEEV Nº 9 se movilizaron alrededor de la casa de la familia Yunda Dizú. Floralba se escondió por temor. Pese a ello, el sábado 26 ella y sus familiares fueron a la Base del BEEV Nº 9 para denunciar lo sucedido. Allí fueron atendidos por el Capitán Jorge William Chauca y el Teniente Wernes Forero Gómez, quienes llamaron uno a uno a los uniformados para hacer reconocimiento en fila.
Floralba identificó al soldado que la violentó. Minutos después, el capitán solicitó realizar otra ronda de reconocimiento, pero la víctima, llena de miedo, fue incapaz de hacerlo. El capitán entonces informó a la familia que sin el reconocimiento no podía hacer nada por ayudarles.
La comunidad no se rindió y el martes 29 de mayo las autoridades del Resguardo Nasa Uh interpusieron una denuncia ante la Personería Municipal de Orito. Dos días después la familia de Rosalba interpuso las acciones legales ante las instalaciones de la Seccional de Investigación Judicial (SIJIN). Los agentes procedieron a la toma de los testimonios y ordenaron la remisión para la valoración de Medicina Legal y toma del testimonio de Floralba ante la Inspección de Familia… Pero la toma del testimonio ante el Inspector de Familia no pudo realizarse dadas las condiciones emocionales y mentales de Floralba.
Terror e impunidad
El Informe de la ONIC concluye así:
“En el año 2011 la ONIC recibió información sobre actos de violación sexual perpetrada en contra de mujeres indígenas en diferentes puntos del país como Arauca, Chocó y Putumayo. Para el año 2012, se reporta un solo caso, lo cual es una disminución significativa; sin embargo, no deja de ser preocupante y alarmante. Lo anterior en razón que las violaciones sexuales continúan siendo uno de las formas de victimización que se conoce presenta un gran subregistro, ya que muchas mujeres indígenas no denuncian estos actos de agresión, o si lo declaran, esta información no sale de la comunidad indígena, en muchos casos por vergüenza, aislamiento o para evitar la estigmatización social generada sobre ellas mismas o incluso a sus propias familias y comunidades”.
Octubre 10 del 2012.
Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas – CAOI
Bolivia, Ecuador, Colombia, Perú