Siberia-Caldono:

Las comunidades indígenas y campesinas se levantan frente al asesinato de Éduar Fabián

2012-07-24 00:00:00

Los habitantes de la vereda El Crucero-El Rosario del Resguardo de La Laguna Siberia se levantaron hoy muy temprano, pero no para ir a trabajar la tierra sino para juntar sus manos y colaborar en cocinar los alimentos para ofrecer a centenares de indígenas y campesinos que permanecían desde hace dos días acompañando a la familia de Éduar Fabián Güetio, asesinado por la fuerza pública. A Éduar Fabián, de apenas 22 años de edad, la guerra le arrebató su sonrisa y sus sueños: “Mi sobrino quería estudiar mecánica y la otra semana se iba para Bogotá, donde su tío que vive allá; pero mi sobrino no fue para Bogota sino para el cielo”. 
 
El miércoles 18 de Julio de 2012 no fue un día normal para Luis Arbey, padre de Éduar Fabián, comerciante que se levanta todos los días a las 3 de la mañana para, desde El Crucero-El Rosario, llevar a vender las cargas de frutas a las plazas de mercado de los pueblos más cercanos. Ese día, cuando apenas comenzaba su primera venta, recibió una llamada anunciándole el asesinado de su hijo.
 
“Éduar Fabián era un joven alegre, con muchas chispas y mujeriego. Por eso, ese día se había quedado donde su novia y se regresó muy temprano a su casa, para preparar el desayuno de sus hermanos que iban al colegio”, recuerda Rubén, su tío. Como a todo joven, le gustaba la música y ese miércoles llevaba puestos sus audífonos, escuchando música desde su teléfono celular. Ya llegando a su casa, a unos 50 metros de ésta, se encontró con un grupo de soldados que habían llegado el día anterior al lugar para ‘prestar seguridad’. Los habitantes de la comunidad de El Crucero-El Rosario manifiestan que no hace falta la presencia de la fuerza pública pues es un lugar tranquilo, donde la gente madruga todos los días y transita por las carreteras sin ningún problema. Sin embargo, el Ejército, como de costumbre, se atrincheró en medio de la población civil; en este caso, en el tanque principal del acueducto, en medio de las casas.
 
Sin avisar ni requisar, uno de los soldados, al distinguir la silueta de Éduar Fabián, le disparó un tiro en su rostro, dejándolo muerto. Los soldados quisieron en un primer momento presentar lo sucedido como el suicidio de uno de sus soldados. Decidieron trasladar el cuerpo a un lugar cercano, cubrirlo con una sábana e impedir que la comunidad que se acercaba al lugar pudiera destaparlo. Sin embargo, los comuneros desconfiaron de la versión de los soldados y decidieron llamar a las autoridades indígenas para que vinieran a averiguar la situación. El gobernador reconoció el cuerpo del comunero e impidió que los soldados se lo llevaran. La Guardia Indígena se hizo cargo de cuidar al cadáver y de apaciguar a los familiares y vecinos indignados. Como contó un guardia, la gente tenía mucha rabia pues mataron a Éduar Fabián a sangre fría. Cuando la comunidad manifestó su cólera y rechazo frente a estos hechos criminales, aun cuando la Guardia Indígena trataba de controlar la situación, los soldados dispararon al aire y a los guardias les amenazaron con disparar si se acercaban a ellos.
 
Ahora la comunidad indígena y los familiares piden justicia. Ellos reportaron los hechos a la Fiscalía General de la Nación y llevaron a cabo el mismo 18 de Julio una audiencia en el casco urbano de Caldono. Piden que el soldado que disparó no sea juzgado por un tribunal militar, sino civil, pues saben que los militares no suelen hacer justicia cuando el inculpado es uno de sus integrantes. Sin embargo, hasta ahora las demandas de la familia han quedado en el aire. La comunidad reunida en asamblea emitió un ultimátum a los grupos armados, dándoles tres días para desalojar la zona, exigencia que, de no cumplirse, aseguran los comuneros, implicará que adopten medidas de hecho para retomar el control del territorio.
 
Este viernes 20 de julio, unas quinientas personas marcharon detrás del ataúd de Éduar Fabián. Desfilaron desde la iglesia hasta el cementerio, expresando su dolor e indignación. En las calles de Siberia, pasando al lado de las trincheras de la Policía, gritaron su rechazo a la guerra. “Fuera militares”, se desgañitaba una tía de Éduar Fabián, entre lágrimas: “fuera los grupos armados de nuestro territorio. No queremos más muertos. Ya basta de esta guerra”. Además de la comunidad del Resguardo, vinieron a apoyar numerosos comuneros y guardias de otros Resguardos y zonas. Todos manifestaron su solidaridad y el rechazo a la violencia ocasionada por la presencia de los grupos armados legales e ilegales en los territorios indígenas y campesinos.
 
El asesinato de Éduar Fabián no es un error ni un accidente; hace parte de la estrategia del Plan de Consolidación Territorial elaborado por Santos, quien quiere imponer el terror en los territorios indígenas para retomar su control y, sobretodo, tener control de las riquezas naturales que se encuentran allí. En estos momentos, en el Cauca, está llegando más y más fuerza pública, negando a los indígenas el derecho a ejercer su autonomía. Las comunidades se levantaron desde hace unas semanas a rechazar la política del gobierno y los hostigamientos por parte de los grupos armados; ante lo cual, la reacción del Estado y de sus perros guardianes que son los medios de comunicación oficiales, han sido estigmatizar y violentar aun más a los indígenas.
 
Hoy los indígenas del Cauca se levantan contra décadas de dolor y de guerra para ejercer su autonomía por la palabra y la acción. Los indígenas del Norte del Cauca nos solidarizamos a las comunidades indígenas de la zona Centro porque somos un mismo pueblo, luchando por nuestra Madre Tierra y nuestra Autonomía; porque nuestra arma es la unidad.
 
 
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