Respuesta a la intolerancia

2011-11-17 00:00:00

La señora Cecilia Valenzuela publicó el sábado 12 de noviembre, en la página 8 de Perú 21, en su columna de opinión Mira quién habla, la nota Todos vuelven, en la que reseña, desde su conocida postura, las movilizaciones de Andahuaylas donde la represión policial dejó 34 heridos, relacionándolas al mejor estilo macartista con el ALBA, el MRTA, Sendero Luminoso y el etnocacerismo… toda una conjunción del “eje del mal”.
 
Sí, es tan cavernario que dan ganas de reírse, es como una caricatura de la ultraderecha. Pero no es gracioso, porque estas estigmatizaciones son el “argumento” para la criminalización de las protestas sociales. Ese afán de vincular toda protesta con el terrorismo (que dramáticamente se repite con terribles consecuencias en todos los países de la región) no solo demuestra una intolerancia que haría enrojecer de envidia al más conservador, sino que es un llamado abierto a la represión legal e ilegal contra los movimientos sociales.
 
Andahuaylas está en la región Apurímac, vecina a la región Ayacucho. Las comunidades andinas del sur peruano fueron las mayores víctimas de Sendero Luminoso. Sus rondas campesinas lo enfrentaron. ¿Ha leído algo de historia reciente la señora Valenzuela? Hubo en el Perú una Comisión de la Verdad y la Reconciliación que emitió un informe, ¿se habrá enterado?
 
En su nota, la señora Valenzuela reproduce un párrafo de una nota de la CAOI sobre la política minera del actual gobierno. Y de inmediato tilda de “conocido dirigente antiminero, miembro del congreso bolivariano de los pueblos y cercano a la Venezuela de Chávez” a su Coordinador General Miguel Palacín.
 
Vamos despacio, tómese su tiempo, señora Valenzuela. La CAOI no forma parte del ALBA ni es chavista, porque somos una organización social. Tenemos una postura política propia como pueblos indígenas, lejana de los Estados y de los partidos políticos. Somos parte de un proceso nuevo en la historia republicana de los países de la Región Andina. Claro, para los sectores tradicionales seguimos siendo invisibles o al menos eso pretenden, que continuemos en la sombras, resistiendo. Nos place comunicarle que ese tiempo ya pasó, los pueblos indígenas ahora tenemos derechos reconocidos en normas internacionales y nacionales, y tenemos propuestas.
 
Además, como CAOI, hemos llamado reiteradamente la atención a los gobiernos que forman parte del ALBA, cuando estos han vulnerado los derechos de los pueblos indígenas para imponer proyectos mineros o de infraestructura.
 
¿Antimineros? Estamos contra la imposición inconsulta de la minería en nuestros territorios y todos los impactos ambientales y sociales que ella provoca. Para su información, en 1989 la Conferencia General de la Organización Internacional del Trabajo adoptó el Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes, el cual establece el derecho a la consulta. Todos los países andinos son Estados parte de ese Convenio. Y en el Perú ya ha sido promulgada una Ley de Consulta. ¿Es mucho pedir que simplemente se respeten nuestros derechos y se cumpla con la ley?
 
Un poquito de actualización, o de modernidad si le gusta más el término, no le haría mal. Porque ahora el propio pensamiento occidental se está reformando, se está abriendo a la diversidad. En Europa, cuna de ese pensamiento, se practica por ejemplo la plurinacionalidad: España, Suiza, Bélgica. Y es en Bruselas donde está la sede del Consejo de la Unión Europea.
 
Y son los países occidentales en crisis los que ahora están volviendo los ojos a las propuestas indígenas. Porque desde hace miles de años los pueblos indígenas tenemos una cosmovisión íntimamente vinculada a la naturaleza, en la que sustentamos nuestras prácticas, nuestros saberes y nuestra tecnología. Esos que ahora es necesario recuperar, conservar, compartir con otros saberes y otras tecnologías, para salvar todas las formas de vida frente a la depredación de los bienes naturales y los impactos del cambio climático.
 
La señora Valenzuela se refiere a nuestra organización como “la llamada Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas”. Sí, ese es nuestro nombre, adoptado en un Congreso realizado en el Cusco hace cinco años y en el que participaron organizaciones indígenas de seis países sudamericanos, además de invitados de otras regiones del continente y el mundo. Y ese es también el nombre que consta en los Registros Públicos, porque, no vaya usted a horrorizarse, tenemos reconocimiento jurídico. La CAOI es producto de la visibilización y la articulación de los pueblos indígenas del continente y sus organizaciones.
 
En una cosa tiene razón: le pedimos al Presidente Ollanta Humala que defina su rumbo: o respeta los derechos de todos y todas y protege el ejercicio de esos derechos, o será recordado solo como un gobierno más, intrascendente, que perdió la oportunidad de cambiar las cosas para que todo el país se reconcilie con su historia y tenga un futuro.
 
Es un buen consejo, señora Valenzuela, escúchelo que no lo hacemos con el hígado, como su artículo en mención: abra los ojos, abra su mente, el mundo no es blanco y negro y no todos los que piensan distinto a usted son terroristas, chavistas o algún otro “ista” descalificador. La realidad no solo está en Google, también está en la vida cotidiana de los pueblos que construyen, que caminan, que ejercen sus derechos.
 
 
Lima, 15 de noviembre del 2011.
 
Miguel Palacín Quispe
Coordinador General CAOI
 
Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas – CAOI
Bolivia, Ecuador, Perú, Colombia, Chile, Argentina