Por un Estado Plurinacional Democrático en México
FUNDAMENTOS HISTÓRICOS
1.- La Nación mexicana se encuentra en un momento histórico de confluencia de una severa crisis económica recurrente, de una profunda crisis de representatividad política y de una terrible crisis o descomposición social.
Este escenario ha sido posible debido a décadas de mal gobierno de una clase política ambiciosa que mediante el control del Estado fue capaz de institucionalizar su corrupción y amasar enorme fortunas con el erario público; que –violando la constitución hasta el cansancio- ha protegido los intereses del capital nacional y extranjero, en detrimento de los derechos de los trabajadores, de los intereses de la Nación y de la soberanía del país; que administra la pobreza y mantiene una relación incestuosa con la delincuencia organizada; que impuso un sistema de gobierno policiaco mediante el cual sistemáticamente ha procurado desmantelar a las organizaciones sociales independientes y que administra la violencia institucional para eliminar o cooptar a líderes sociales o políticos opositores y reprimir o, como sucede ahora, criminalizar la protesta social. El llamado Estado Social de Derecho, producto de la Revolución de 1910, muy pronto fue sustituido por un Estado Mafioso.
Esta es una parte de la terrible historia que hemos vivido y compartido los Pueblos Indígenas con la sociedad nacional no indígena los últimos 80 años.
2.- Pero la historia de violencia y agravios del Estado y su clase política en contra de nuestros Pueblos originarios de México es aún más atroz. Por 500 años hemos sufrido el genocidio del Estado que ha destruido físicamente a Pueblos Indígenas enteros; hemos padecido el etnocidio del Estado que ha destruido centenares de culturas originarias (desarticulando a nuestras sociedades, eliminando nuestras leyes e instituciones propias para apropiarse de nuestro patrimonio cultural e identidad milenaria); sufrimos del Estado y de malos mexicanos un permanente despojo de nuestras tierras, territorios y recurso naturales; sobrevivimos a pesar de la explotación que como esclavos vivieron nuestros abuelos en la colonia y en los primeros 100 años del México independiente; sobrevivimos en condiciones de negación étnica, de opresión política, de desprecio racista y una política de Estado que nos segrega y margina política, cultural, social y económicamente de la Nación mexicana.
Nuestra historia de vejaciones no se explica solo en el neoliberalismo o de otras formas del capitalismo moderno. Tiene su origen en la invasión española en 1521 (de su Estado feudal y mercenarios) y tiene continuidad y refinamiento con el nacimiento y consolidación del Estado mexicano.
El modelo civilizatorio anahuaca o mesoamericano de nuestros ancestros se fue configurando a lo largo de unos 40,000 años, el tiempo que tiene el ser humano de haber llegado a este continente. Nuestros antepasados encontraron una manera propia de entender el espacio y el tiempo y así construyeron una cultura-civilización originaria.
De hecho –hoy se sabe- únicamente en seis lugares se encontraron maneras propias de vivir el tiempo y el espacio: Egipto, Sumeria, China, India, los Andes y el Anáhuac. El modelo cultural que trajeron los españoles fue el originado en Egipto y Sumeria.
Todo el saber anahuaca, tanto el científico, el tecnológico, como del hombre su lugar en el universo y su relación con Dios, el creador de todo, fue generado, conservado y enriquecido a través del sistema educativo anahuaca. Ahora es por todos reconocido que en tiempos de la invasión española, las civilizaciones de Mesoamérica eran mucho más avanzadas que las europeas en muchísimos campos del saber científico.
La depredadora invasión española de hace 500 años acabó con nuestro sistema educativo: cooptando o matando a los tlamatinis y destruyendo sus centros educativos. Lo más notable de esta pérdida fue la quema de todas las bibliotecas que contenían la sabiduría anahuaca, una sabiduría acumulada por el esfuerzo de muchas generaciones durante milenios.
Los pocos tlamatinimeh 'tlamatinis' guías o como diríamos ahora “maestros” que escaparon con vida se fueron a lugares apartados, generalmente montañosos, y transmitieron su saber en diferentes localidades. Al romperse la continuidad educativa y cultural anahuaca en general, se perdió no únicamente el hablar armonizante sino también el avance de nuestra civilización anahuaca.
La quema de las bibliotecas de Tenochtitlan y Texcoco aun horroriza a cualquier ser humano medianamente educado. En este acto de barbarie desapareció mucho del saber científico de la antigua Anáhuac.
La imposición de la religión católica apostólica y romana a los antiguos anahuacas fueel corolario de la esclavitud, y representó la pérdida de la libertad educativa, de pensamiento y manifestación espiritual de que gozaban los anahuacas. A los grilletes de pies y manos de nuestros abuelos se sumaron los grilletes al pensamiento y espiritualidad de las siguientes generaciones por 300 años.
La destrucción de nuestra élite gobernante, científica, intelectual y espiritual, así como el sistema institucional y normativo de nuestros ancestros fue solo el principio del genocidio y etnocidio que la humanidad jamás haya visto. Los liderazgos políticos o religiosos podían sustituirse en breve tiempo, pero sería imposible recuperar el conocimiento milenario destruido por la ignorancia, barbarie, vulgaridad y avaricia española. Su invasión hundió a nuestras sociedades en la oscuridad e incertidumbre.
Así, se rompió un proceso civilizatorio floreciente de más de 30 000 años.
El mundo actual se horroriza de la masacre de 6 millones de judíos a manos de los nazis. Pero no se atreve a mirar y menos enjuiciar el genocidio, la masacre de más de 20 millones de antiguos mexicanos causado por la espada española durante tan solo los primeros 60 años de la invasión. El mundo también se niega a mirar y cuestionar el etnocidio del Estado mexicano por haber combatido militarmente a unos Pueblos hasta casi su exterminio y haber pauperizado, aculturizado y asimilado a otro, todo lo cual finalmente logró la desaparición de más de 200 Pueblos-Culturas en todo el territorio nacional.
El exterminio y asesinato de millones de nuestros abuelos y abuelas indígenas, la destrucción de nuestras instituciones políticas, sociales y culturales, la dominación espiritual y el saqueo ininterrumpido por 500 años de nuestras tierras, territorios y recursos naturales constituyen un CRIMEN DE LESA HUMANIDAD.
Nosotros perdonamos, pero no olvidamos.
3.- En tiempos de la Independencia de cada 10 mexicanos 8 eran hablantes de alguna lengua originaria. Fueron mártires y sangre indígena anónima derramada a caudales. A ellos el Movimiento Indígena Nacional les recordará con respeto y les rendiremos tributo el 30 de octubre en el monte de las cruces, Estado de México.
No aceptamos que se identifique a estos mártires solo como “pobres” o “desposeídos”, porque con eso se quiere evitar reconocer que este sacrificio humano, en su inmensa mayoría, fue de nuestros ancestros indígenas. Los mexicanos deben saber que las masas revolucionarias de la independencia eran mayoritariamente indígenas y de ellos fue la mayor cuota de sangre para lograr la independencia de España. Esta es una deuda pendiente que tiene México con los Pueblos Indígenas porque somos los descendientes de estos mártires.
4.- Se pidió el concurso de los indios para engrosar los ejércitos insurgentes y respondiendo al llamado se movilizaron como Pueblos, Tribus y Naciones generosamente y ofrendaron su vida esperanzados en lograr un cambio verdadero que restituyera sus territorios y respetara sus formas de vida y de gobierno interno (que ahora llamaríamos autónomo) en justa coexistencia con los nuevos mexicanos... Pero el pago fue la traición.
Las realidades e intereses de indios y criollos eran muy diferentes. Mientras que éstos últimos estaban en un conflicto con sus parientes españoles por poder y riqueza, nuestros ancestros indígenas vivían en conflicto permanente con españoles y criollos por la Invasión a nuestros territorios, la Explotación esclava, el asesinato alevoso y masivo y el Dominio político de que éramos víctima por 300 años... Sin embargo, en este ajedrez político militar los indios solo fuimos utilizados como peones de la revolución, solo nos veían como fuerza militar de choque, instrumentos militares individuales, masa desechable como punta de lanza.
Los criollos estaban convencidos que por derecho divino eran los verdaderos dueños de la Nación mexicana. En este sistema de pensamiento los indios solo éramos sus sirvientes. Generaciones de criollos durante 300 años solo habían conocido a los indios muertos vivientes tributantes de la Corona, casi bestias aportando su mano de obra gratuita para la construcción de templos y palacios, no tenía importancia si de las manos indias emanaban obras de arte, pues solo eran sirvientes. Este era el concepto que los criollos tenían de nuestros abuelos y abuelas. Por eso renegaban de los españoles, denunciaban su opresión política y la explotación a los americanos (los criollos se asumían como los americanos) pero tramposamente evitaban reconocer la condición de esclavos en que vivían nuestros abuelos y que eran los dueños originarios de los territorios ocupados por extranjeros españoles, criollos y luego también por mestizos. Por eso, los criollos insurgentes se comprometían a respetar la propiedad incluso de los españoles que no se opusieran a la revolución de independencia pero nunca se comprometieron a restituir las tierras y territorios a sus dueños originarios.
Las proclamas del “Despertador Americano” de Hidalgo encierran un proyecto político en el que los criollos reclaman para sí el control del gobierno, la economía nacional y la titularidad de la soberanía nacional, pues se reivindicaban como el Pueblo americano. En la tarea política de definir y pactar el Proyecto de Nación y de todo asunto de gobierno futuro los indios fueron ignorados, como si no existieran. Insurgentes e Independentistas concibieron -cada quien a su modo- y finalmente pactaron un proyecto de Nación étnicamente Única en la cual los Pueblos, Tribus y Naciones quedarían disueltos oficialmente.
6.- Consumada la independencia, los nuevos mexicanos liberales y conservadores (criollos y mestizos), muy a pesar de que eran una clarísima minoría étnica y cultural, se dieron a la tarea de construir sus instituciones y sus leyes pensando que México era una sociedad de una sola etnia, de una sola cultura, de una sola lengua y de una sola religión. La gran diversidad cultural y étnica que componía el 80 % de la población nacional y que era indígena fue simplemente ignorada. Así, la tragedia india fue haber derramado su sangre solo para fincar el Estado de sus nuevos opresores.
7.- Los conflictos entre liberales y conservadores del primer siglo del México independiente era una disputa por la Nación, por el control del Estado para favorecer un sistema de acumulación de capital. Pero para unos y otros políticos, los indios y sus Pueblos eran considerados solo como un activo económico muy poco diferente de las bestias de carga, pues aunque la esclavitud se había abolido por decreto del presidente Vicente Guerrero el 15 de septiembre del año 1829, y muy a pesar del triunfo Liberal y de sus concepciones doctrinarias hipócritas de igualdad ante la ley, la mayoría de nuestros abuelas y abuelos indígenas y sus Pueblos continuaron sufriendo la esclavitud al menos hasta la revolución de 1910.
8.- A principios del siglo XX de cada 10 mexicanos 6 eran hablantes de alguna lengua originaria. México llevaba 40 años que no dejaba de experimentar diversos levantamientos libertarios indígenas a lo largo de sus territorio, desde los mayas en Yucatán hasta los yaquis en Sonora. Pero ahora la participación de nuestros ancestros en el proceso revolucionarios de 1910 tenía objetivos propios. Sin embargo aunque se sumaron o hicieron alianzas regionales político militares y aportaron nuevamente una cuota de sangre muy alta... nuevamente fueron traicionados y no se cumplieron sus sueños libertarios.
La incomprensión de la necesidad de interlocución política de los indios con las fuerzas políticas nacionales no indias derivó en una fatídica ausencia política de la palabra india en el Constituyente de 1917 y eso contribuyó a que éste reafirmara nuevamente a México como Nación étnicamente Única e indivisible y al nuevo Estado nacional como Monoétnico y Monocultural.
Ahora con una presencia mestiza mucho mayor que la criolla, los nuevos gobernantes construyeron sus instituciones y leyes étnica y culturalmente mestizas. ¿Pero cuáles eran sus raíces? No tenían raíces propias. Descubrieron que construir una identidad cultural que le diera unidad patriótica a la población era una prioridad nacional. No bastaba con haber instituido en la Constitución Federal las garantías individuales, las conquistas laborales, el reparto agrario, el derecho a la educación pública y gratuita, así como muchos otros derechos sociales que demandaba la mayoría de la población urbana y campesina y que en tiempos de la mayoría criolla y la burguesía reaccionaria eran impensables. Ahora tenían el Derecho pero les faltaba el Espíritu. Esto solo podría estar en los elementos identitarios indígenas, habría que expropiárse