Migración: oportunidad o desafío
El fenómeno de la migración en los últimos años se ha convertido en un problema muy grave que genera grandes conflictos y afecta tanto a la población migrante como a la receptora.
En Centroamérica, la migración ha significado para las y los migrantes represión, explotación y discriminación. Para sus países se ha convertido en una de las principales fuentes de ingreso, a través de las remesas. Y para sus familias en ocasiones ha mejorado sus condiciones de vida, mediante las oportunidades laborales.
La mayoría de los migrantes son hombres y mujeres con responsabilidad familiar en edades reproductivas y con bajo nivel de escolaridad. Las razones por las que migran son principalmente: situaciones socio-económicas y políticas; falta de oportunidades en su país; conflictos armados; desastres naturales; modernización; entre otras.
Los y las migrantes sufren cambios radicales en su vida, ya que realizan largas jornadas de trabajo a cambio de bajos salarios y deben acostumbrarse a nuevas condiciones que los obliga a cambiar sus patrones culturales, y a asumir otras culturas, olvidándose de sus raíces.
La migración también tiene gran impacto en los países receptores producto de la actividad de los migrantes, ya que desde el punto de vista económico mantienen el ritmo de crecimiento de la economía; realizan trabajos menos calificados y no deseados por los nativos, reducen los costos de producción y aumentan las ganancias de las empresas nacionales y transnacionales. Por tal razón, los gobiernos y las empresas de países receptores están a favor de la entrada de migrantes indocumentados, ya que no se ven obligados a respetarles sus derechos humanos y laborales por la condición de ilegalidad en la que se encuentran.
El problema migratorio requiere reformas a las leyes de los países, tanto de origen como de destino de los y las migrantes, para que sean respetados sus derechos en aras de construir una sociedad más justa y humana que promueva la inclusión colectiva y revierta la dualidad del migrante. Quien por una parte es considerado como un héroe por su aporte económico al país y a su familia, y por otro lado, como un villano por abandonar su patria y sus raíces.
Gerardo Sánchez, nicaragüense de 42 años, migró desde 1993 hacia Costa Rica y es miembro de la Confederación Solidaridad, que aglutina a organizaciones que defienden los derechos de los migrantes y los excluidos. Según él: “los y las migrantes nicaragüenses en Costa Rica son víctimas de la dualidad que genera este fenómeno, debido a que el discurso del sueño influye en el incremento de la migración, y por otro lado, el discurso de la sospecha los convierte en extranjeros peligrosos víctimas del rechazo de la población receptora”.
Además ratificó que es importante “sensibilizar a la sociedad con el discurso ético de la acogida incondicional, partiendo de la igualdad básica de los seres humanos y los vínculos de solidaridad entre los pueblos, por encima de la legalidad de los Estados que solo globaliza la desigualdad y la miseria”.
Minga Informativa Centroamérica