A los Awá los masacran para despojarlos

2009-09-18 00:00:00

Durante febrero de 2009 la noticia más destacada de los medios de comunicación era la masacre de, al parecer, 28 indígenas Awá en una zona remota del Departamento de Nariño. El Gobierno Nacional, en cabeza del Ministro de la Defensa, quien se trasladó a la zona, justificaba la ocupación militar al territorio para "proteger "a los Awá. La información no iba más allá de presentar un acto criminal y a sus perpetradores, sin contexto, con el propósito de ganar apoyo a una política de guerra.
 
Reconociendo desde el dolor profundo la responsabilidad criminal de las Farc, desde el Tejido de Comunicación hicimos un reportaje acerca de ese acto de terror contra nuestros hermanos, con el objetivo de ir más allá de la pregunta instintiva que obnubila en la ira: ¿quiénes fueron los criminales?, para abordar la pregunta de fondo: ¿para qué masacran a los Awá? Ante ese acto de terror, invitamos a entender por qué esta debe ser la pregunta que requiere respuesta y cómo la otra, la que se centra en los responsables materiales, es motivada por intereses distintos a conocer la verdad, lograr justicia y, ante todo, proteger a estas comunidades en riesgo. Entender por qué los matan resulta indispensable si de veras se pretende explicar lo sucedido y prevenir la continuidad del terror que se condena, venga de donde venga.
 
En ese momento, desde la indignación que nos provocó escuchar los testimonios de quienes perdieron a sus compañeros y de quienes conocen lo que en realidad está pasando en el territorio, nos enfocamos no sólo a denunciar el hecho, sino en explicar con evidencia cómo en el territorio ancestral de los Awá se está promoviendo el terror como herramienta para alcanzar los objetivos codiciosos de las transnacionales con megaproyectos.
 
Por esto registramos la forma en que tanto las fuerzas armadas del Estado como las Farc venían victimizando a las comunidades Awá, convirtiendo su territorio en teatro de terror y de guerra, hecho que explica y justifica su rechazo abierto a todos los actores armados que hacen presencia allá. Teniendo claros los intereses fundamentalmente económicos, pero también geoestratégicos que hay por ese territorio, es cada vez más claro que a los hermanos Awá los masacran para despojarlos de su forma de vida, de los recursos naturales y de la riqueza cultural de su etnia.
 
“Eventualmente, la ineficiencia del Estado, las leyes y el terror, se habrán combinado para consolidar el despojo y la expropiación de modo que este se convierta en un hecho histórico consumado. Para entonces, los megaproyectos y los usurpadores de la riqueza se habrán establecido, el territorio habrá sido explotado y la lucha, sacrificio y sufrimiento de las víctimas, será enterrada por la infamia de una historia escrita por la codicia y la inconciencia”. Así lo manifestamos y los seguimos sosteniendo, porque la agresión contra los Awá no ha cesado.
 
Siete meses después, precisamente el pasado miércoles 26 de agosto, esa masacre horrenda de las FARC, precedida por otras de estos y de las fuerzas armadas del Estado, ha sido sucedida, como era de esperar, por otro acto de terror cobarde, cometido, según testimonios veraces, por el Ejército Nacional, que masacró esta vez a 12 indígenas para silenciar a una mujer testigo de un falso positivo. Esta versión proviene de declaraciones de lo Oscar Ortiz, secretario de la Unidad Indígena del Pueblo Awá-UNIPA. Quién además puntualizó que “en la región están todos los actores armados. Todos son iguales, todos son asesinos. Esto demuestra no sólo para nosotros en Nariño sino en todo el país, que los indígenas somos un estorbo”.
 
Actos de terror como este serán seguidos por más, cometidos por los distintos actores en conflicto para despojar en últimas para despojarlos de sí mismos al desarraigarlos de su territorio y robarles lo que los hace ser Awá. El tiempo y los hechos han demostrado la vigencia y pertinencia del análisis que hicimos respondiendo a la pregunta: ¿para qué matan a los Awá?
 
Después de esta última masacre la situación de este pueblo no ha mejorado, porque además de no tener el apoyo suficiente para garantizar su estabilidad en el territorio, la persecución continúa: se han observado hombres encapuchados. Por eso las familias han salido para salvar sus vidas. “En la vía Pasto Tumaco, en un lugar llamado La Guayacana hay censadas 250 personas que permanecen en condiciones difíciles”, informó otro represente de la UNIPA.
 
Es claro entonces que todo está en completa normalidad para quiénes tienen intereses en ese territorio: hay zozobra, hay gente fuera del territorio y sigue la persecución que garantiza que no regresen. Pero para el pueblo Awá desde cuando empezó la violencia sistemática contra ellos, se rompió la armonía en el territorio y ahora hay un completo desequilibrio por el horror que les han causado.
 
Recientemente, "la Oficina en Colombia del Alto Comisionado exhortó a mantener abiertas todas las hipótesis de investigación, sin prejuicios ni exclusiones a priori. Exigió al gobierno colombiano proporcionar protección inmediata, efectiva y sostenible a las víctimas y testigos de la masacre, así como a los líderes del pueblo Awá”, según informó la ONIC. Además se recomendó inmediata implementación, de manera concertada, del Plan de Salvaguardia Étnica del pueblo Awá conforme a lo estipulado por la Corte Constitucional en su auto 004. Se agradece el gesto de Naciones Unidas, con la esperanza de que el “remedio” no sea peor que la enfermedad, dado que exhortar a uno de los bandos interesados en el despojo territorial a proteger a las víctimas de esta política, solamente puede resultar en más horror, legitimado por la buena voluntad, la ingenuidad o el quehacer burocrático ante el terror por el lucro.
 
Lo anterior lo decimos porque si recordamos las recientes declaraciones que hizo Rafael García, es completamente temerario lo que se hace a través del DAS. No vaya a ser que la supuesta seguridad y protección de los hermanos Awá se convierta en una herramienta para facilitar su exterminio y así lograr satisfacer la codicia de las transnacionales.
 
Estos crímenes no pueden quedar impunes, los autores materiales e intelectuales tienen que ser castigados. Se debe reconocer que por la codicia que representa el Proyecto de Muerte es que a los Awá y a los demás pueblos (no solamente) indígenas en Colombia los están matando. Ya van cerca de 90 asesinatos en este año en total impunidad.
 
Si queremos que nuestros hermanos recuperen el equilibrio y la armonía, lo que debemos garantizar es el regreso a su territorio, a que puedan vivir tranquilos, dignamente, viviendo de la pesca y la caza como acostumbran. Que puedan caminar en libertad su terruño sin pedirle permiso a los que se vuelven machos con un arma en la mano. Que puedan seguir construyendo su Plan de Vida desde su cultura y que fortalezcan sus autoridades tradicionales. Si garantizamos esto, los hermanos podrán tener tranquilidad. Para hacerlo, tenemos que reconocer los intereses, los megaproyectos y las maquinarias políticas, legales, de propaganda y de terror que se han implementado para despojarlos.
 
A los Awá, a los indígenas, a colombianas y colombianos, nos van a seguir matando para robarnos y enriquecerse. Importa descubrir y castigar a los autores intelectuales, claro, siempre y cuando, quienes dan las órdenes y se benefician del terror, sean descubiertos, resistidos y despojados de su poder destructor y criminal. De no lograr esto que señalamos con anterioridad, el terror contra los Awá, servirá para alimentar la sed de horrores noticiosos a la que nos tienen acostumbrados para impedirnos, aún a costa de nuestro propio sufrimiento, defender nuestra vida y territorio. Mientras el horror sea noticia y no los que lo causan y se benefician de el, seguirá corriendo sangre, lágrimas y gente desplazada.
 
http://www.nasaacin.org/noticias.htm?x=10464