Colombia: Relator ONU advierte crisis humanitaria de los pueblos indígenas

2009-07-28 00:00:00

Colombia, el país pluricultural que “brilló” con fervor en la constitución del 91, hoy agoniza. Sus pueblos se extinguen física y culturalmente. En esta crisis hay mucha responsabilidad colectiva; el gobierno, la sociedad política, los actores armados y las instituciones no podrán librarse del banquillo de los acusados.
Colombia, el país multiétnico y pluricultural que “brilló” con fervor en la constitución del 91, hoy agoniza. Factores como la guerra, la discriminación, la indiferencia, el desplazamiento forzado, la desterritorialización, el irrespeto a las diferencias culturales, la explotación inicua de recursos naturales, mineros e hidrocarburos por parte de empresas multinacionales, la implementación de megaproyectos, la indiferencia social y, -sobre todo-, el incumplimiento por parte de los gobiernos de sus obligaciones sociales, políticas, constitucionales y democráticas han llevado a que un sinnúmero de pueblos estén en riesgo de extinguirse física y culturalmente.
Así se evidenció durante la Audiencia celebrada con motivo de la Visita a Colombia del Relator Especial de Naciones Unidas para los Derechos Humanos y Libertades Fundamentales de los Pueblos Indígenas, Dr. James Anaya, cuyo objeto es examinar la situación de derechos humanos de los pueblos indígenas y, hacer seguimiento a las recomendaciones hechas por el Mandato del Relator en el año 2004.
Recomendaciones que, según lo expresaron unos 30 indígenas provenientes de distintas zonas del país, no se han cumplido, sino que han aumentado sistemáticamente las violaciones a los derechos de las comunidades.
El entonces Relator, Dr. Rodolfo Stavenhagen, emitió recomendaciones al gobierno, a los actores armados y otros actores tendientes a mejorar las condiciones de vida de los indígenas.
En este sentido Anaya indicó que su visita es para proveer las vías para que estas recomendaciones se cumplan; “ese es el gran reto: cómo proveer el cumplimiento a las recomendaciones; por medio del diálogo, y esfuerzos de acercamiento”, aseguró a su llegada a la Sede -Maloka- de la Organización Indígena de Colombia, Onic donde se realizó la audiencia.
Enfatizó que la situación de los indígenas es crítica en todos sus aspectos. Anaya Fue recibido con una muestra gastronómica de la gran biodiversidad de la cocina indígena; una banda de música autóctona le dio la bienvenida con ritmos colombianísimos. Un ritual de armonización abrió la sesión: El ritual armonizó el encuentro e invocó la bendición de la Madre Naturaleza, que por su puesto fue recibida.
De lo místico a lo dramático
En efecto el panorama que viven los indígenas en Colombia es crítico dado las cusas que lo produjeron, entre otras, el desarrollo del conflicto armado y la implementación de políticas públicas que no responden a las necesidades de los 102 pueblos, como también la aplicación de normas legislativas adversas a los pueblos.
Las comunidades indígenas del país denunciaron las gravísimas y sistemáticas violaciones a los derechos humanos fundamentales, derechos territoriales y colectivos por parte de los actores que promueven el conflicto armado, los megaproyectos, la desatención estatal y abusos por parte de las “autoridades” civiles o militares encargadas -precisamente- de proteger a la población civil.
La Onic denunció el asesinato de más de 1240 indígenas, en los últimos siete años, por parte de los actores armados: guerrilla, paramilitares y ejército; sólo en lo corrido del año han sido asesinados 60 indígenas en los casos que se han registrado y denunciado oportunamente por autoridades y organizaciones indígenas del país.
La situación de desplazamiento y desnutrición son males que atentan contra el mismo derecho a la existencia de las comunidades; centenares de niños han muerto por hambre y enfermedades prevenibles, pero que por ausencia estatal no han sido atendidos a tiempo. Mientras que miles de personas han tenido que dejar sus parcelas, chagras y su entorno que guardaba toda o gran parte de su vida.
El reclutamiento bajo amenaza y, la criminalización de autoridades y líderes indígenas amenazan la pervivencia de las comunidades indígenas.
Lo que más llamaron la atención los diferentes pueblos indígenas fue la falta de voluntad política del gobierno para cumplir sus obligaciones; los espacios de concertación con el Gobierno nacional no funcionan, los procesos de consulta previa son amañados y, no se ha avanzado en la constitución de resguardos.
Los indígenas mostraron pruebas irrefutables de tales aspectos y señalaron que el 65 por ciento de territorios indígenas son cedidos en concesión a las empresas multinacionales, en la mayoría de casos, sin consulta previa.
Pero el panorama más desolador que preocupa y que dejo un sentimiento de dolor e impotencia es ver como más de 30 pueblos indígenas están en riesgo de ser extinguidos por los factores que hemos venido mencionando.
La conciencia nacional e internacional, aún no despierta y mientras duerme estamos a puertas de un genocidio que magnifica la indiferencia social y política y, evidencia el drama de la humanidad, que no ha sido capaz de conmoverse de la suerte de sus pueblos que dieron el origen a la vida.
En este sentido y ante el temor de perder sus tradiciones los indígenas lanzaron un grito ante el mundo para que entre todos se garantice la pervivencia cultural de los pueblos indígenas. “El gobierno y los actores armados que promueven la guerra no pueden ser verdugos de sus pueblos que claman por la paz, por la justicia, la dignidad y la libertad”, concluyó con frases certeras un indígena una zona retirada.
Ante esta serie de denuncias y clamores el Relator Anaya, expresó “he escuchado su profundo dolor. Hay grandes desafíos y muchos sufrimientos, violaciones de derechos humanos de los pueblos indígenas, muertes…"
En la crisis de nuestros hermanos indígenas hay mucha responsabilidad social y colectiva; la sociedad política, los actores armados y las instituciones colombianas no podrán librarse del banquillo de los acusados. Quizá no sea tarde para reconocer esas responsabilidades y tomar medidas efectivas que, si bien, no puedan subsanar el error, por lo menos sirvan para prevenir un exterminio cultural y espiritual de nuestros pueblos.
Los indígenas abrigamos la esperanza que de esta vista el Relator pueda emitir recomendaciones tendientes a mejorar las condiciones de vida de nuestras comunidades y, que compensen el gran esfuerzo humano y financiero que tuvieron que asumir cada uno de los pueblos y organizaciones indígenas que hicieron posible esta Audiencia y este encuentro de culturas con el Realtor.