Esh, planta sagrada de unidad
Como hijos de la madre naturaleza y el padre sol, los pueblos latinoamericanos se reunieron en el cabildo de Cerro Tijeras, en la comunidad de Altamira municipio de Suárez en el norte del Cauca, con base en la fraternidad para compartir conocimiento sobre la hoja sagrada del ‘Esh,’ conocida en el occidente como hoja de coca.
El diálogo de saber se dio desde diferentes aspectos que iban desde lo espiritual, político, social, jurídico hasta lo económico.
Uno de los planteamientos durante el festival fue retomar el Esh desde lo cosmogónico como planta de unidad y pasaporte entre el mundo material y espiritual.
La problemática que hoy se vive alrededor de la planta sagrada se identificó como una estrategia geopolítica para el control territorial a favor del capital trasnacional, debido a la falta de políticas contundentes para atacar la producción de insumos y armamento que trabaja alrededor del negocio del narcotráfico. El negocio del narcotráfico, produce un gran excedente de capital que fluye y del cual se alimenta la economía de los países ‘desarrollados’, donde se producen los insumos para la producción de cocaína y se comercializa.
Durante el festival se continuó con el debate político en aras de liberar la mata de coca de la satanización y criminalización que lleva consigo la criminalización de los pueblos.
También se debatió sobre la resistencia de los pueblos para enfrentar la lógica de acumulación del modelo económico y la necesidad de la construcción de un modelo colectivo y solidario. Durante los tres días del festival se vivió la desnarcotización de la hoja sagrada y las infinitas posibilidades que ofrece hoy día a la comunidad mundial como alternativa gastronómica, económica y de soberanía alimentaria. El festival fue una forma de caminar la palabra con los pueblos afectados, legitimando el uso de Esh por lo que ha sido y será la mata sagrada.
Esh es una concepción de sociedad para hacer minga de pensamiento entre los pueblos, puesto que las actuales políticas afectan no sólo al pueblo indígena sino también campesino, afro y mestizo. La problemática económica del país es la que ha llevado a la población a sembrar la hoja de coca para sobrevivir debido a la falta de apoyo al agro colombiano.
El capital ha convertido la hoja de coca en una herramienta de intervención territorial y/o de ofensiva trasnacional. Se discutió sobre el resquebrajamiento del tejido social y económico a beneficio del capital trasnacional en los territorios, que lleva hoy día a la comunidad a enfrentar la realidad de la fumigación implementada por medio del Plan Colombia Fase Dos y el consecuente pedido de concesión de exploración y/o explotación de recursos naturales por trasnacionales como el caso de la empresa minera AngloGold Ashanti, también conocida en Colombia a través de su subsidiario Kedahda.
Las actuales políticas del estado colombiano de fumigación, militarización y desplazamiento se consideraron como la base de una eliminación sistemática de exterminio contra los pueblos indígenas en Colombia. Por lo tanto, los pueblos allí reunidos rechazaron contundentemente la fumigación y la implementación de monocultivos como la caña de azúcar y la palma aceitera como cultivos de sustitución por el deterioro a la biodiversidad y los efectos a las poblaciones que ahí viven
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