Colombia: ¿Extinción? ¡No!

2007-10-17 00:00:00

¡No a la Segunda Colonización de nuestros pueblos y territorios!

“así sea entre bien y mal, entre el miedo y la zozobra, seguimos resistiendo en los territorios, hasta morir. …el indígena no tiene más que una alternativa: la servidumbre o la soberanía”

La historia oficial del exterminio cumple hoy 515 años y muchos hombres y mujeres la están celebrando. Aún creen que la memoria invisible de nuestros ancestros se “debe” escribir con los gerundios de la lastima y el paternalismo, después de quedar grabados en los más recónditos lugares del olvido, en los libros de texto, como si hubiésemos desaparecido sin dejar rastro. Hoy se cumplen también 515 años de resistencia frente al imperio de la razón colonial, hoy se juntan en nuestro pensamiento la memoria y el futuro, en medio de la negación Estatal de nuestros derechos y libertades.

No le basta al Gobierno Uribe con el fusil en nuestra frente y el gatillo apretado con su “mano firme”; tampoco la chequera de los parapolíticos que antes de ser detenidos y juzgados, aprobaron a pupitrazos las leyes que legalizan el despojo de nuestros territorios, firmando nuestra sentencia de muerte con la tinta-sangre de nuestros líderes y autoridades asesinadas.

Y entonces nacen las preguntas, corren como el agua por nuestros corazones: será que la constitución política de Colombia ¿Se ha convertido en un cheque en blanco? ¿En un atraco a mano armada en beneficio de la colonización que adelanta Estados Unidos y Europa? ¿Es apenas una carta de buenas intenciones para quienes soñamos con tener una vida digna y democrática?

Hoy nuestras boas y cóndores, nuestra coca y nuestras cerbatanas, nuestros wérregue y nuestros sombreros, nuestras palabras y tonadas se han convertido en la empresa familiar del gobernante de turno; ha empezado a hacer parte de la guerra. Hoy algunas mujeres y hombres indígenas, desplazados en las ciudades, tienen que vender sus chaquiras y mochilas, sus canastos y guanebucanes, mucho más baratos que antes, para poder comer una o dos veces al día sin tener que pedir limosna en las calles.

Y a todo esto le llaman “gran empresa” y no “economía de guerra”, le llaman “libre comercio” y no “desprotección estatal”, le dicen “progreso y desarrollo” y no “aniquilamiento e iniquidad”, los llaman “tratados libre comercio” y no “pérdida de soberanía”, los llaman “proyectos productivos” y no “sedentarización de pueblo nómada Nukak-Makú”, le dicen “gerencia de migraciones” y no “negligencia administrativa del gobierno nacional”; le llaman “operaciones legítimas del Estado” y no “crímenes de lesa humanidad”, la denominan “seguridad democrática” y no “paramilitarismo y terrorismo estatal”; le llaman “megaproyectos” y no “multinacionales y capitalismo salvaje”, le llaman “guerra antiterrorista” y no “violencia política”, le dicen “seguridad nacional” y no “criminalización de los derechos”; le dicen “recursos de biodiversidad” y no “conocimiento tradicional”, nos tratan como “ignorantes” y no como los “sabedores ancestrales” que somos, nos llaman “informantes” y no “pueblos indígenas con autonomía y libre autodeterminación”; le llaman “concesión” y no “territorios indígenas”; llenando con ello, las páginas del nuevo diccionario de la infamia.

Sí, hoy continuamos en resistencia, porque es la misma situación de ayer, la misma economía basada en la guerra, la negación de nuestra dignidad humana, la discriminación étnica, el despojo territorial, las nuevas y viejas enfermedades, y la desnutrición crónica. Porque aparentemente hemos sobrevivido intactos y, sin embargo, son muchos los pueblos que desaparecieron y numerosos los que se están extinguiendo, por “razón de estado”. Ayer, habitábamos (en lo que hoy es Colombia) cerca de 10 millones de personas y mucho más de 250 pueblos indígenas. Hoy, pasados cinco siglos de constante aniquilamiento sólo sobrevivimos alrededor de 1 millón 400 mil de personas y la tercera parte de dichos pueblos.

Sí, hoy continuaremos resistiendo como pueblos, como comunidades, como organizaciones, e incluso, como individuos. Hoy como ayer, exigimos el respeto por nuestra dignidad como pueblos indígenas, por nuestros derechos a la identidad cultural, a la propiedad territorial colectiva, a la autonomía y a la libre autodeterminación.

Sí, a la resistencia frente a la “criminalización” que adelanta el Estado contra nuestros pueblos, los más débiles y empobrecidos del país. Los datos proporcionados por la ONIC no pueden ser más evidentes: Se ha declarado la “guerra preventiva” contra nosotros para impedir la reivindicación de nuestro movimiento social. Muestra de ello son las recomendaciones de especialistas en inteligencia estratégica sobre América Latina: “La emergencia de movimientos indigenistas políticamente organizados puede representar un riesgo para la seguridad regional”.

El panorama es desgarrador: la comparación de las violaciones, infracciones y de la vulneración de los derechos colectivos de nuestros pueblos, pone en evidencia el impacto desproporcionado de las mismas. De acuerdo con las cifras del último Censo de población (2005), la proporción de población indígena en el país es del 3% sobre el total nacional. En contraste, el desplazamiento forzado indígena alcanzó en el 2005 el 12,5%; la cifra de Desaparecidos indígenas de los últimos diez años (526) alcanzó el 7,5% del total nacional y los estimativos sobre indígenas Detenidos Arbitrariamente (1033) superaron el 11%. Sólo entre el 2000 y 2004 (según el Banco de Datos Noche y Niebla), ocurrieron en Colombia 17.897 asesinatos políticos; es decir, una tasa de 90,6 por cada 100.000.

El contraste de información revela que “la tasa global indígena para los años 2000-2004 es tres veces más alta que la tasa nacional”. Durante el mismo periodo “Los Embera Katío, con 477,2 por 100.000, y los Tule, 812,3 por 100.000, ambos en la región de Urabá, multiplican varias veces la tasa nacional”.

Hoy como ayer resistimos en pie, bajo la igualdad de los invisibles y excluidos; nos resistimos a morir oxidados y a esperar la igualdad que pregonan los lobos en acecho. Hoy nos movilizamos pese a la represión política y la fuerza pública, no obstante la judicialización de nuestras demandas por la exigibilidad de nuestros derechos.

Hoy nuevamente convocamos a todos nuestros pueblos y a otros sectores sociales para que acompañemos a la Corte Constitucional en la defensa de nuestros derechos colectivos y libertades constitucionales, frente al Tratado de Libre Comercio (TLC) y su voráz apetito.

PORQUE NO CONTINUAREMOS SIENDO VÍCTIMAS DE LA VIOLACIÓN SISTEMÁTICA DE NUESTROS DERECHOS, LIBERTADES Y GARANTÍAS CONSTITUCIONALES

¡SI A LA MOVILIZACIÓN, SIN ESTIGMATIZACION! ¡SI A LA RESISTENCIA POR UNA SOCIEDAD MAS INCLUYENTE! !A DESALAMBRAR YA, PARA CAMINAR LA PALABRA!!!

Organización Nacional Indígena de Colombia

Bogotá, 12 de octubre de 2007