Derecho a la comunicación y retos ciudadanos
ALAI, Quito. Con el desarrollo de las nuevas tecnologías de información y
comunicación (NTIC), no solo que el mundo de la comunicación se ha extendido
sino que su importancia se ha multiplicado por las nuevas implicaciones que
tiene en los diversos ámbitos del convivir social. Nunca en la historia la
humanidad ha podido contar con un potencial tan enorme para comunicar, sin
embargo éste se ha visto diluido por la acentuada tendencia a la
concentración monopólica de la propiedad de tales tecnologías, al amparo de
las reglas impuestas por la dictadura de los mercados.
Bajo este orden de cosas, no solo que se han acentuado los desequilibrios
sino que la exclusión se ha establecido como un componente estructural,
bloqueando la posibilidad de que la gente común pueda hacer escuchar su voz.
Tan es así que, para dar cuenta de esta nueva brecha, ahora se habla de
"info-rich" e "info-poor". Pero además, la subordinación a los dictámenes
del mercado, para el cual tan solo existen consumidor@s, no ciudadan@s, ha
significado que a la comunicación se la trate de despojar de su carácter de
bien social y público, para convertirla en una simple mercancía.
Frente a esta realidad, adquiere una particular importancia reivindicar el
derecho humano a la comunicación, en tanto elemento sustantivo de la lucha
de los pueblos contra la dictadura del mercado que ha colocado la suerte del
mundo en las manos de los grandes conglomerados económicos, donde el poder
de los monopolios de comunicación juega un rol estratégico.
EL DERECHO A LA COMUNICACION
La lucha por la democratización de la comunicación tiene sus bases en la
historia, pues siempre ha existido un vínculo entre el poder y la dominación
sobre la comunicación, frente a cuyo potencial abuso ha sido imperativo
establecer derechos. En ese devenir histórico, en 1948, la Declaración
Universal de Derechos Humanos consagró, en su artículo 19, el Derecho a la
Información, que contempla derechos individuales, como informar y ser
informado, libertad de opinión, la protección de la privacidad y el libre
acceso a la información; y además derechos institucionales de los medios,
profesionales y colectivos.
No obstante, con el desarrollo registrado en esta área, surgió la necesidad
de avanzar en este proceso y es así que fue tomando cuerpo el movimiento en
favor del "Derecho a la Comunicación", recogiendo una propuesta lanzada por
Jean D'Arcy en 1969, quien diez años después la precisaba en estos términos:
"Hoy vemos que este derecho abarca todas las libertades, pero que además,
aporta tanto para los individuos como para las sociedades, las nociones de
acceso y participación a la información y de corriente bilateral de la
información, nociones todas necesarias, como bien comprendemos ahora, para
el desarrollo armonioso del hombre y de la humanidad".
Desde entonces para acá, el principio del derecho a comunicar se ha venido
enriqueciendo a través de una multiplicidad de luchas e iniciativas
comprometidas con la democratización de la comunicación.
UN PROCESO EN CONSTRUCCION
En esta caminata, también se han ido ampliando las fuerzas en tanto ya no
son solamente los grupos y personas involucrados directamente en la
comunicación quienes levantan esta bandera, sino que paulatinamente ésta ha
sido recogida también por movimientos sociales y ciudadanos.
Es así como, hace tres años, el "Foro Mundial de Derechos Humanos Viena +
5", (Ottawa, junio 1998), entre otras resoluciones, acordó exhortar a la
Organización de Naciones Unidas para "que convoque a una Conferencia Mundial
de la Comunicación, que contemple una amplia participación de la sociedad
civil, con el mandato de analizar y sustentar el reconocimiento del Derecho
a la Comunicación".
En esa misma línea se inscribió el "Foro Internacional: Comunicación y
Ciudadanía" (San Salvador, septiembre 1998), donde destacó la significativa
presencia de representantes de movimientos sociales, étnicos y ciudadanos.
Y así tantos otros eventos e iniciativas, de diversa magnitud y alcance,
han tenido lugar a través del mundo.
De estos esfuerzos, se ha ido encontrando coincidencias en torno a la
necesidad de buscar respuestas prácticas, como también de confluir y
articularse, en torno a la democratización de la comunicación. Entre éstas
propuestas figuran:
- crear y/o fortalecer medios de comunicación ciudadanos y buscar espacios
de intercambio y colaboración entre ellos
- establecer puentes y convergencias para ir construyendo una plataforma
común de propuestas y demandas
- definir ejes básicos consensuados para la intervención de cara a los
poderes establecidos
- levantar el desafío de sensibilizar al conjunto de la sociedad sobre las
implicaciones de democratizar la comunicación
- garantizar la pluralidad de fuentes de información y el acceso
democrático al espectro radioeléctrico
- desarrollar programas de "alfabetización" en medios, a fin de desarrollar
un análisis crítico y habilidades de monitoreo en la ciudadanía
- garantizar el acceso de la población a las viejas y nuevas tecnologías y
a la adquisición de las destrezas para su manejo
- promover un enfoque de género en el conjunto del quehacer comunicacional
- urgir a los medios de comunicación a que adopten códigos de ética,
incluyendo el respeto a la diversidad
El Foro Social Mundial presenta una nueva oportunidad para buscar consensos
a fin de avanzar hacia la concreción de estas metas.