Convocatoria:
Encuentro Nacional de Comunidades Campesinas, Afrodescendientes e Indígenas por la Tierra y la Paz de Colombia
“El Diálogo es la Ruta”.
Barrancabermeja, Agosto 12 al 15 de 2011.
PRESENTACIÓN.
Tras décadas de persistencia del conflicto social y armado, no hay nada que indique que estamos ad portas de su solución. Más allá de las valoraciones que se hagan sobre su estado actual, impregnadas en buena medida por un excesivo triunfalismo frente a la posibilidad de una solución militar, lo cierto es que la tendencia de la confrontación armada con la insurgencia no sólo se mantiene, sino que viene adquiriendo nuevas modalidades y expresiones que indican que habrá conflicto para largo.
Y esa es una situación indeseada para quienes soportamos los agobios de la guerra y hemos sostenido la bandera esperanzadora de la paz, y que a partir de una experiencia local, como es la de la Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra, hemos vivido en carne propia la cotidianidad de la guerra y, aún en esa circunstancia, hemos podido demostrar no sólo nuestra capacidad de supervivencia, sino desplegar buena parte de nuestros esfuerzos para contribuir a la creación de escenarios propios de la regulación civilizada de los conflictos, a través del diálogo.
Hemos sido sometidos a la estigmatización, a la persecución, incluso a la muerte, por parte de las fuerzas en contienda; pero también distinguidos en nuestra labor, por otros sectores de la sociedad, lo cual se expresó en el otorgamiento del Premio Nacional de Paz en 2010. Dicho premio lo asumimos como un reconocimiento a todas aquellas comunidades campesinas, a todas aquellas organizaciones sociales y populares, empecinadas a través de diversas formas, en la búsqueda de una salida política a la confrontación armada que azota a la nación.
A nuestro entender, el conflicto puede tener salida, atacando sus causas objetivas, mediante la realización de reformas políticas, económicas y sociales, que permitan mejorar las condiciones de vida y de trabajo de la población colombiana. Pero también, a partir de la voluntad y la decisión política expresa de las fuerzas en contienda y el conjunto de la sociedad colombiana. Así lo enseñan múltiples experiencias internacionales que merecen ser valoradas con el mayor juicio.
El premio nacional de paz nos despertó la responsabilidad política y moral, para hacer un llamado al gobierno nacional, a la insurgencia, a los más amplios sectores de la sociedad y de la comunidad internacional, a la iglesia, a sectores empresariales y sindicales, a los partidos políticos, a las organizaciones no gubernamentales, a los diferentes poderes públicos, a las fuerzas militares, a comunidades locales, a que hablemos de las posibilidades de una paz digna, con miras a darle un trámite distinto a los conflictos sociales en nuestro país.
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