Entrevista con Dolores Sales, del pueblo Mam de Guatemala.
“Los mensajes de nuestros abuelos nos enseñan a vivir en equilibrio con la Madre Tierra”
Después del fracaso del COP16 en Cancún, conversamos con Dolores Sales, del pueblo indígena maya Mam de Guatemala, acerca de las luchas de las comunidades indígenas mayas contra las empresas transnacionales y los gobiernos que buscaron beneficiarse de su trabajo, sus conocimientos ancestrales, y sus territorios.
Dolores pertenece a la Coordinadora Nacional Indígena y Campesina de Guatemala, y es parte de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo –CLOC- y de Vía Campesina Internacional.
Hace unos días, mientras los gobiernos negociaban una salida sin compromisos en la cumbre de Naciones Unidas sobre cambio climático en Cancún, concluyó el Foro Global por la Vida, la Justicia Ambiental y Social, de la Vía Campesina con la participación de muchas organizaciones sociales del mundo. ¿Por qué ha decidido concurrir a ese Foro La Coordinadora Nacional Indígena y Campesina de Guatemala –CONIC-?
Hemos decidido ir porque creemos que hay que denunciar las injusticias que están haciendo los gobiernos, las reuniones que se han hecho a espaldas del pueblo para continuar con las políticas neoliberales que atentan contra nuestra vida comunitaria y contra nuestras organizaciones, que tienen que ver con la explotación desmedida de los bosques, con la contaminación que ellos han producido, con las políticas de las transnacionales que están rigiendo la vida de la humanidad y que jamás nos han consultado. También estuvimos allí para denunciar y dar a conocer al mundo que las Naciones Unidas se rigen por las políticas de las transnacionales, ese es su fundamento, nunca nos han escuchado a nosotras, por eso hemos decidido construir alianzas con otros pueblos y con otras organizaciones en el Foro de la Vía Campesina.
¿Cómo afectan las políticas de las empresas transnacionales a los pueblos indígenas?
A los pueblos indígenas nos han usado como mano de obra barata para los planes de las empresas transnacionales, nos han empobrecido, nos han despojado de nuestros territorios. Lo que para ellos no tiene significado para nosotros sí. Antes nos decían en las escuelas: “hay seres vivos y seres no vivos” y colocaban a la tierra como un ser no vivo, pero para nosotros la tierra es sagrada, tiene vida, las rocas son seres vivos. Después de expropiarnos nuestras tierras más productivas, después de destruir nuestras comunidades, asesinar a nuestros líderes y acusarnos de guerrilleros, lograron arrinconarnos en los cerros. Pero ahora para ellos eso es también riqueza porque hay oro y plata debajo, quieren venir por el oro, por los minerales y sacarnos otra vez nuestros territorios, sin consultarnos nunca sobre las políticas que están implementando.
¿Cómo fue el proceso de reorganización en las comunidades después del genocidio que sufrió el pueblo guatemalteco durante el final del siglo XX?
Realmente nuestras comunidades fueron destruidas, nuestros pueblos fueron destruidos, nuestros líderes fueron aniquilados… a las nuevas generaciones nos está costando organizarnos. Cada vez que algunos nos animamos a hablar sobre nuestros derechos nos dicen que somos guerrilleros, que somos ladrones, subversivos, que no queremos trabajar, que siempre estamos en contra, que no queremos el desarrollo… ¡Los gobiernos locales y regionales nos dicen que nos oponemos al desarrollo! Sin embargo el desarrollo que ellos nos imponen es un desarrollo elitista que significa saquear nuestros territorios. En Guatemala se dice ya que todos somos iguales, hay unos acuerdos de paz pero no se llevan a cabo, no se traducen en solucionar los problemas de fondo, la estructura agraria guatemalteca. Eso no se toca.
¿Se mantiene la represión?
Se mantiene la represión, se está protegiendo a la propiedad privada. Hay una nueva represión, quizás no podemos hablar de una guerra declarada como la que vivimos durante los 36 años de conflicto armado, pero se están aprobando leyes que criminalizan la organización popular. Ahora nos dicen que somos terroristas. Nosotros no somos terroristas, simplemente estamos levantando la voz porque vienen a quitarnos nuestras tierras y nuestros territorios. Y otra vez en Guatemala aparecen las torturas, los asesinatos, de una forma similar a la que actuaba el ejército durante el conflicto armado. Están metiendo la violencia en las comunidades porque es una forma de intimidarnos para evitar que nos levantemos, para evitar que defendamos el agua, para evitar que vivamos según nuestra cosmovisión maya-indígena. Pero no lo van a lograr, nosotros seguimos viviendo según nuestras cosmovisiones, según la cultura y la espiritualidad maya, que implica una forma complementaria de convivir con la tierra, con el agua, con el aire, con el fuego.
A pesar del despojo a las comunidades mayas que lleva ya más de 500, los Mam siguen organizados y siguen viviendo según su espiritualidad…
Durante los 300 años de la colonia y los 200 años de la república que nos ha gobernado se prohibió de manera total y fue perseguida nuestra cultura y nuestra cosmovisión. Una cultura y una cosmovisión que tiene que ver con una forma de convivir con el agua, con el fuego, con la tierra y con el aire. Una cultura que es complementaria. Por eso se nos aniquiló nuestra espiritualidad.
Los alimentos son sagrados para nosotros, si maltratamos el maíz, me decía mi abuela, el maíz se irá de nuestra casa. Para ellos no es sagrado, durante el conflicto armado nos han quemado grandes extensiones de maíz, han querido acabar con nuestra identidad, nuestra cultura, que es una forma de vida diferente, no la mejor ni la única, pero es nuestra y puede permitir la existencia de la humanidad.
Todo esto se ha mantenido escondido dentro de las comunidades. Se mantiene nuestra forma de alimentarnos, nuestra medicina, nuestra espiritualidad, nuestra conexión con la Madre Tierra. Toda la gente lo ha mantenido internamente, escondidos. Hay que hacerlo en la noche, donde no nos miren. Hoy en día, después del conflicto armado y de los acuerdos internacionales sobre derechos indígenas en las Naciones Unidas, nuestra convivencia espiritual con la naturaleza sale a la luz nuevamente. En el caso de nuestra alimentación siempre el maíz ha estado presente, sabemos que hay que guardarlo. Llega ahora Monsanto a querer vendernos los alimentos cuando existe una capacidad de producir nuestros propios alimentos, de acuerdo a nuestra sabiduría. Nos quitaron la tierra para que no podamos producir nuestros propios alimentos, para hacernos dependientes.
Nuestro idioma se mantiene, yo puedo hablar en Mam, puedo escuchar mejor la herencia de nuestros abuelos con mi propia lengua. Los mensajes de nuestros abuelos nos enseñan a vivir en equilibrio, quizás en español tengan poca traducción. El idioma es una forma de cómo se ha mantenido nuestra cultura. Nos prohibieron usar nuestro idioma, nos prohibieron usar nuestros trajes… quizás igual son trajes coloniales, impuestos, pero nuestras abuelas dijeron: “bueno, en los trajes vamos a escribir mensajes” Nuestras abuelas no escriben con lapicero, no saben leer y escribir en español, pero sí saben transmitir mensajes en la ropa, sí saben transmitir mensajes en nuestra comida, en nuestros idiomas… la tradición oral se ha mantenido, nuestro calendario también. Por ejemplo hoy es el día de la Madre Tierra, día del agua, de todo nuestro entorno. Hay un día para agradecer por la semillas, día de la comida, así, de cada cosa, esto es sagrado para nosotros. Y ahora estamos tomando fuerza para decir: “aquí estamos, no pudieron acabar con nosotros, podemos dar un aporte a la humanidad”
¿Los y las jóvenes se siguen identificando con la cultura maya?
Lamentablemente hay una pérdida de la cultura de parte de juventud. La escuela ha dejado de lado nuestra propia cultura y los medios de comunicación tradicionales nos han vendido la cultura occidental del consumismo, el sueño americano que nos llevó a la migración, diciéndonos que hay que vivir mejor. Sin embargo en nuestra organización incentivamos a la juventud para que asuma que vivir respetando nuestra cultura es vivir mejor. Lo que pasa es que nos dijeron que ser indio es sinónimo de atraso. Entonces si yo soy indígena soy atrasada, no soy moderna. Nosotros decimos que no, que la forma de vida de nuestros abuelos puede ser más avanzada, pero avanzada con un equilibrio. Decimos que es un orgullo manejar dos idiomas. Ahí está la importancia del papel de nuestras organizaciones para que la juventud tome conciencia y valore su identidad.
En noviembre pasado, después de un proceso comunitario de consulta a los pueblos de todo Guatemala, más de 650.000 personas dijeron que no quieren la minería en sus territorios. ¿Podrías explicarnos cómo se desarrolló esta consulta?
En ese proceso de consulta las comunidades organizadas tuvieron una participación activa. Porque cuando los proyectos mineros llegan a nuestras comunidades ofrecen proyectos de desarrollo, escuelas, centros de salud, carreteras. El pueblo, que ha estado excluido, que ha estado abandonado, que no tiene acceso a la educación ni a la comercialización de sus productos, lo ve como una oportunidad de conseguir trabajo, de conseguir escuela. Y como nos han dicho que los que no tenemos educación somos atrasados, entonces entramos en la lógica del sistema. Sin embargo, cuando el pueblo está organizado, logra tener primero la información de lo que las empresas están queriendo hacer y después se comienza la concientización para valorar nuestra identidad que estuvo invisibilizada. Entonces el pueblo organizado dijo: “hagamos consultas comunitarias de buena fe, enmarcándonos en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo”. Pero ¿qué nos dijeron?: “las consultas no son válidas, no son vinculantes, no tienen validez legal” pero la gente dijo: “claro que van a tener validez entre nosotros.” Esto nos permitió la unidad, la reorganización otra vez y decir: “vamos a luchar por el agua, vamos a luchar por nuestras tierras.” Porque cuando las mineras nos saquen nuestras tierras, nos contaminen, ¿a dónde vamos a ir?, ¿vamos a ir a vivir a la ciudad? Eso es lo que ha hecho el capital, despojar a las comunidades indígenas y campesinas del campo y empujarlas a la ciudad, donde no hay oportunidades.
Frente a las falsas alternativas al cambio climático que impulsa las Naciones Unidas ¿cuáles son las propuestas desde los pueblos indígenas?
Nosotros tenemos que desarrollar la agricultura campesina a pequeña escala y la producción diversificada respetando los tiempos de descanso de la Madre Tierra. Hay que respetar lo que la Madre Tierra produce en cada región, si son frutas tropicales serán frutas tropicales, si son verduras de tierra fría, esa será la producción, nos tenemos que acostumbrar a convivir con la tierra. Ahora si yo soy del altiplano, de tierra fría, y quiero producir papaya, quiero producir piña, eso es descontrol, eso es no respetar la tierra.
Lo otro es la soberanía alimentaria, que es el derecho que tienen los pueblos de producir sus propios alimentos, el derecho a la alimentación y a decidir sobre la producción. Si en mi región se da tal producto, consumir eso y no lo que viene empaquetado desde afuera. Ahora nos vienen a vender la tortilla. Para nosotros es una ofensa, nosotros hemos producido el maíz y hemos sabido hacer nuestros propios alimentos. Nos están haciendo más dependientes.
Y finalmente se necesita la reestructuración agraria, hacer producir las tierras que están en manos de los terratenientes y acabar con el monocultivo. Ellos están pensando en alimentar los carros y no a la humanidad. Nosotros como pueblos indígenas y campesinos decimos que tenemos que recuperar la Madre Tierra., le están dando mal uso, sobreexplotación, la están enfermando con los químicos y los pesticidas. Los pueblos indígenas estamos planteando el Sumak Kawsay, el Buen Vivir, el vivir en equilibrio.
¿Qué le dirías a los pueblos indígenas de América?
Que volvamos a retomar nuestra conexión con la Madre Tierra, nuestra identidad. Somos pueblos originarios de Nuestra América. Hay una forma de vivir en equilibrio, luchando por la Madre Tierra, porque la lucha por la Madre Tierra es la lucha por la vida y por la paz.