República Dominicana: Elecciones 2002
El pasado 16 de mayo se realizaron elecciones congresionales y municipales
en la República Dominicana. Las izquierdas participaron unidas en la
Coalición integrada por doce (12) organizaciones y tres boletas (boleta 16
del Polo Político MIUCA - Partido Comunista del Trabajo; boleta 18 de la
Fuerza de la Revolución y la boleta 19 del Partido Nueva Alternativa -
Partido de los Trabajadores Dominicanos). Las izquierdas no alcanzaron
representación, mientras que cerca del 55 por ciento de los votantes se
abstuvo de ejercer sus derechos. Se augura un período de contra-reformas y
profundización de las políticas neoliberales y de endeudamiento externo. A
continuación comenzamos a dar a conocer los resultados de las evaluaciones
hechas por las direcciones de los proyectos que integraron la Unidad del
Pueblo. Fuerza de la Revolución
Elecciones 2002: Reveses y logros
En relación con los objetivos que nos propusimos en la recién pasada
coyuntura electoral, y más allá del valor de la simpatía y el respeto que
despertamos durante la campaña desplegada, del crecimiento que logramos y
del significado positivo de nuestra presencia en actividades y votos
conscientes en todo el territorio nacional, Fuerza de la Revolución y las
izquierdas que participamos aliadas en esos comicios sufrimos un revés
político que nos proponemos superar. Sufrimos un revés electoral en
comparación con las metas que nos dimos. No logramos ni una alta expresión
en votos ni representantes en el Congreso y los ayuntamientos, pero a la
vez hicimos una campaña intensa, digna y respetada, ampliamos nuestras
simpatías e influencias, crecimos en muchos puntos del país y aprendimos
muchísimo.
Tales resultados en votos registrados tienen, a nuestro entender, entre
diversos factores influyentes, las siguientes causas fundamentales:
1. Una precaria militancia, una débil organización, una gran ausencia de
membresía en barrios, centros de trabajo, centros de estudio, poblados,
parajes, campos y organizaciones populares y movimientos sociales del país;
y, en consecuencia, una limitadísima implantación social y una débil
capacidad de convocatoria política en muchas áreas del territorio nacional
y capas sociales del país. De esta realidad se derivó la pequeña dimensión
del voto duro computado a favor de FR y sus fuerzas aliadas, de la débil
influencia política cautiva de las izquierdas; se derivaron también la
imposibilidad de darle el debido seguimiento a la elevada simpatía que
logramos provocar para convertirla en votos y la incapacidad organizativa
para defender con delegados en todas las mesas los votos depositados a
nuestro favor y evitar que nos los dejaran de contar en las actas.
2. La elevadísima abstención electoral y el fracaso de nuestros esfuerzos
para convertir la parte más consciente y contestataria de la misma (la
parte que condena las sucesivas estafas de los partidos tradicionales y sus
fuerzas satélites) en votos a nuestro favor. En este orden hay que destacar
la profunda des-vinculación de nuestra organización de la juventud y de las
mujeres, sectores sociales en los que se expresó un amplio rechazo a las
elecciones y al proceso de perversión política que las arropa. La real
diferencia y utilidad institucional de nuestras posiciones alternativas,
actitudes políticas y conducta ética respecto a las de los corrompidos
partidos tradicionales no logró captarse en la debida dimensión, penetrar,
impactar y atraer hacia las urnas al sector más avanzado de los(as) que se
resisten a votar, o de los(as) que votan por quien consideran "menos malo".
La dureza de la abstención fue superior a todo lo previsto y no contó ni
con los medios, ni con el tiempo, ni con el alcance y la capacidad de
convencimiento para debilitarla a favor del voto alternativo, aún fuera
parcial y limitadamente. En el escenario electoral predominó
abrumadoramente el voto duro, fruto de fuertes raíces organizativas, de las
amplias afiliaciones y largas tradiciones electorales, y además el voto
derivado de la capacidad clientelista de los partidos tradicionales,
producto del extraordinario peso de los antivalores que predominan y del
indiscutible impacto de ellos en un amplio sector políticamente activo y
sensiblemente maleado de la sociedad.
3. Las características excluyente, antidemocrática y oligopólica del
sistema electoral. La fuerza del arrastre partidista tradicional en sus
normas fundamentales, los límites y deformaciones del mal llamado voto
preferencial, el predominio en los hechos de las candidaturas a síndico(a)
y a senador(a) como factores de arrastre y la vulnerabilidad del sistema al
fraude, exhibieron más fuerza de lo previamente evaluado y denunciado por
nosotros(as)
4. Las limitaciones de la unidad y los factores dispersantes implicados
en una participación con tres recuadros y tres campañas electorales,
afectaron significativamente nuestra participación y debilitaron el
carácter positivo de las candidaturas comunes.
5. La no-concreción práctica en los niveles necesarios de la
concentración de la campaña en puntos específicos y en las candidaturas con
más probabilidades de éxito. Abarcamos demasiado en extensión y no
potenciamos debidamente los lugares que pudimos convertir en puntos
fuertes.
Estas lecciones deben ser asimiladas de una vez por todas.
Estas debilidades -y otras adicionales- deben ser superadas desde una gran
voluntad autocrítica y un sostenido esfuerzo de construcción de fuerza, de
creación de conciencia política y de organización, de implantación social,
de crecimiento de militancia, de atracción de sectores populares y masas
juveniles y femeninas.
Debemos comenzar por consolidar la organización en todos los puntos donde
logramos crecer y tener presencia electoral e incipiente organización
política. Incorporar, vincular a todo el que participó.
Debemos educar, organizar y movilizar fuerzas sociales alternativas en
barrios, campos, centros de estudios, centros de trabajo...
Debemos situar en el centro del debate las propuestas fundamentales que
conforman nuestro proyecto de transformación de la sociedad en permanente
relación creativa e innovadora con los actores sociales de esa
transformación. Debemos diseñar políticas, métodos e iniciativas que le
pongan fin a nuestra dramática desvinculación con las nuevas generaciones.
Debemos echar fuertes raíces en la significativa parte de la sociedad, que
sin llegar todavía a asumir decisiones y preferencias políticas, cuestiona
el sistema político vigente y los repetidos engaños de las fuerzas
tradicionales.
Debemos contrarrestar, con más creatividad, los antivalores dominantes y la
hegemonía cultural de las fuerzas sustentadoras del sistema.
Debemos emprender una persistente lucha por la democratización del sistema
político y de la ley electoral, comenzando por impugnar todo lo que se ha
develado como antidemocrático, restrictivo y tramposo, y procurando diseñar
una estrategia electoral bien articulada a la estrategia integral del
partido.
Debemos avanzar mucho más en la unidad de izquierda, popular y progresista.
Es hora de dar un salto mayor hacia una unidad más diversa, más amplia y
más consistente.
Debemos acompañar al pueblo en todas las luchas, en las justas protestas
que se libren y que ya comienzan a desplegarse nuevamente en todos los
escenarios de la confrontación político-social contra el perverso orden
neoliberal vigente y contra la falsa democracia establecida.
No sólo de las pequeñas y grandes victorias es posible aprender para
avanzar a pasos firmes
También de los reveses y las derrotas, seriamente analizadas, pueden
sacarse lecciones que posibiliten corregir errores, superar debilidades,
derrotar prácticas paralizantes, renovar políticas, métodos y formas de
comunicación.
Sin deponer principios, sin dejar de ser fuerzas consecuentemente
transformadoras, nos comprometemos solemnemente a renovarnos en mayor
escala y profundidad, a convertir a nuestro pueblo en el principal actor de
la construcción de sus fuerzas alternativas, a abrirnos a la participación
y a la creatividad de los actores sociales del cambio necesario y con ellos
construir una nueva fuerza político-social capaz de avanzar hacia un grande
y trascendente cambio.
Los partidos tradicionales de cara a los resultados electorales
En el caudal de los votos válidos depositados, y en medio de una abstención
que ronda el 55%, los partidos tradicionales captaron casi la totalidad.
Todos, sin embargo, calculado el incremento del electorado en los últimos
cuatro años, redujeron sensiblemente su votación; en los casos del PRD y el
PLD, la reducción es drástica en sentido general, aún descartando ese
cálculo.
El PRD obtuvo una gran parte de los cargos. Arrolló. Minimizó a las otros
dos, pese a ser bastante más débiles sus resultados actuales que en su
votación anterior.
El bajón es de los tres y con él se mantiene abierta la crisis de
legitimidad institucional, que seguramente se profundizará con el monopolio
corruptor del PRD.
Crisis institucional, crisis social, empobrecimiento en mayor escala,
desnacionalización acelerada. Crisis general, pero sin factor alternativo
que la convierta en crisis de dominación y en cambio estructural hacia un
nuevo proyecto de sociedad. ¡Gran desafío! Exigente reto hacia una
auto-transformación profunda de las izquierdas y la creación de nuevas
fuerzas transformadoras.
¡Aceptémoslo con optimismo de voluntad!
Dirección Nacional Fuerza de la Revolución (FR)
Santo Domingo, D.N. Junio de 2002.