Pérez Esquivel a De la Rua
Al Señor
Presidente de la Nación
Dr. Fernando de la Rua
Una vez más me dirijo a usted, a pesar de que no sabe o no
quiere escuchar las demandas. Está claro que prefiere escuchar y
obedecer a quienes mandan y ha perdido la capacidad de gobernar.
Lo está haciendo sin el pueblo y esto pone en riesgo la
democracia.
En su discurso, Señor Presidente, no dijo que las medidas
tomadas son para responder a la voracidad de los mercados y al
pago de los intereses de la deuda externa, inmoral e injusta,
olvidándose de la deuda social que tiene el pueblo, siempre
postergado y sometido día a día al aumento de la pobreza y la
exclusión social.
El reciclable ministro de economía, quien ha pasado por diversas
administraciones, ( desde la dictadura militar al gobierno del
Dr. Menem, y también responsable de la venta de armas a Ecuador
y Croacia, ya que firmó el decreto, y hoy ocupa nuevamente el
ministerio de economía), primero dijo que con las políticas de
ajuste, capitalización y privatizaciones se solucionaban los
problemas y se entregó todo el patrimonio nacional a manos de
intereses extranjeros, y hoy tenemos la grave situación de
aerolíneas Argentinas y Repsol/YPF. Luego, su creatividad lo ha
llevado a concebir el "Megacanje", para renegociar los intereses
de la deuda externa. Quienes estuvieron en el negocio recibieron
grandes comisiones que pesarán sobre el pueblo una vez más, y
que actualmente ha decidido medidas que provocarán mayor
recesión. En síntesis, con la promesa del futuro, nos
hipotecaron el presente. La hipocresía de todo esto, es que le
ponen precio a todo y valor a nada.
Usted dice que las medidas anunciadas no son un ajuste, que hay
que bajar el déficit fiscal y la forma de hacerlo es recortando
los salarios de los trabajadores del estado y reducir las
jubilaciones.
Solo le pido que sea sincero, que le diga la verdad al pueblo, y
que no la oculte con actitudes falsas. Usted sabe que ningún
país en el mundo ha llegado al déficit cero, ni aún los países
más avanzados.
El costo humano de estas políticas es enorme y el único camino
que le queda, Sr. Presidente, sin diálogo, con imposiciones, con
hambre y exclusión social, sin el consentimiento del pueblo que
reclama sus derechos, es la represión; lo cual nos llena de
angustia y dolor por las consecuencias que esto tiene para la
vida y la dignidad de nuestro pueblo, frente a la insensibilidad
de su gobierno.
Debo advertirle Señor Presidente que está violando los derechos
humanos. Y es responsable, conjuntamente con los gobernadores de
las provincias, de graves violaciones, como lo han hecho en
General Mosconi y Tartagal, provincia de Salta, Corrientes,
Neuquén, La Matanza, provincia de Buenos Aires, entre otras
regiones del país afectadas, en las cuales la represión ha
provocado muertos, torturados, encarcelados y heridos.
Usted está incrementando la "bomba silenciosa del hambre". Según
las estadísticas, en el país se mueren por año, más de 20.000
niños, menores de un año, por causas evitables. Pero Usted, como
el gobierno anterior, ha privilegiado el pago de los intereses
de la deuda inmoral e ilegítima sobre la vida del pueblo.
¿Hasta cuándo podrá soportar el pueblo las injusticias, el
hambre, la falta de los recursos mínimos para la vida digna?
¿Debo decirle que está violando los derechos económicos,
sociales y culturales?
Le recuerdo Señor Presidente tener presente que "No matarás ni
con hambre, ni con balas". No es con la represión como resolverá
los graves problemas que afectan al país, sino con el diálogo,
el consenso, aplicando políticas de desarrollo para generar
empleo y condiciones de vida más justas y humanas para todos.
El país tiene recursos humanos valiosos, potencialidad en sus
recursos naturales y posibilidades de salir de esta grave
situación que vive, se necesita voluntad política y movilización
de todos los recursos sociales y coraje en quienes nos
gobiernan.
Hoy Usted, ha depositado todas sus energías y decisiones en
quien llevó al país a está grave situación. Es una fuga hacia
delante. Le queda muy poco tiempo para corregir la situación,
antes que sea tarde.
Sólo me queda decirle, Señor Presidente, recordando al Obispo
mártir Enrique Angelelli: "poner un oído en el Evangelio y otro
en el Pueblo", para saber por dónde ir correctamente. Sepa
escuchar al pueblo, no le tema, salga y vea la realidad que
viven miles de argentinos y argentinas.
Reciba el saldo de paz y Bien para Usted y todo el Pueblo
Argentino que tanto lo necesitan.
Adolfo Pérez Esquivel
Premio Nobel de la Paz
Buenos Aires, 16 de julio del 2001