Costa Rica: ¿Dónde queda el debate?
Con relación a mi artículo "Costa Rica: pudimos haber
logrado mucho más", en el cual hago una crítica del
acuerdo alcanzado la semana anterior tras las protestas
de transportistas y otros sectores, es necesario
aclarar que aunque soy un activista que participo
permanentemente en el Encuentro Popular (Costa Rica),
los criterios expresados en dicho artículo son
estrictamente mi lectura de las cosas, y no la posición
del Encuentro Popular como tal. Lo mismo vale para el
presente artículo.
Hecha esta aclaración, deseo hacer algunas otras
aportaciones. A raíz del artículo, algunas personas
(las menos) me han externado su desacuerdo con mis
aseveraciones e interpretación de los hechos recientes,
razonando sus diferencias. Y otras (las más) no han
hecho sino descalificar a priori mis observaciones.
Pienso que mi lectura o interpretación no debe ser
necesariamente compartida por los demás, pero ante la
descalificación me pregunto: ¿dónde queda el debate?
Formamos parte de una comunidad política, por así
decirlo, que solo puede alimentarse de la sana
discusión de ideas, especialmente cuando son
contrapuestas. Ojalá no caigamos en llamarnos
"democráticos" más por miedo al disenso que por respeto
del otro y por falta de capacidad para discutir
nuestras experiencias y lecturas acerca del accionar de
nuestras organizaciones y nuestra sociedad.
Las protestas que iniciaron el lunes 23 de agosto y
concluyeron el pasado 30 del mismo mes, constituyen un
movimiento social de enorme significación en el momento
actual. Demostraron que existe un profundo descontento
popular que se traduce en rechazo hacia el
neoliberalismo y su paquete de "reformas", que han
hecho a la sociedad costarricense cada vez más
excluyente y por lo tanto polarizada. Demuestran que
existe un enorme potencial movilizador dentro de la
misma sociedad, y esa es una herencia de las luchas de
los últimos años, como el "Combo ICE", en que las
mismas comunidades fueron los actores de la lucha. Por
este motivo, creo que hay que diferenciar entre el
movimiento y el acuerdo alcanzado, que es hacia donde
dirigí mi crítica de la semana pasada.
Pero no obstante lo anterior, creo también que
existieron (durante el movimiento)problemas de
conducción y de prioridades de la agenda. Leyendo los
medios de prensa de hoy (05 de septiembre 2004), es
claro que la protesta fue enfocada solo sobre el tema
de RITEVE y de los salarios del sector público, temas
de enorme relevancia claro está, pero que por eso mismo
se ha dejado de lado una lucha de fondo como la del
TLC, que debería ocupar el lugar central en todos
nuestros esfuerzos movilizativos. Sobre estos aspectos,
no solo me parece importante sino que urgente, la
realización de una reflexión y debate entre nuestras
organizaciones, porque además debemos vincular las
luchas más puntuales como RITEVE y salarios con los
aspectos de una lucha de fondo como las que nos plantea
el derrotar el TLC.
Es claro también que existe en este momento una crisis
interna dentro de la oligarquía gobernante y sus
aliados. El gobierno de Abel Pacheco ha estado en
crisis permamente desde su inicio, lo cual habla
claramente de las crisis internas del bloque
hegemónico. Me parece que dentro de este último, existe
una fractura entre aquellos sectores que saldrán
"perdedores" con el TLC y aquellos que ven en el mismo
la consolidación de su poder. No en vano la figura de
Oscar Arias es una pieza central en todo este
rompecabezas. Pero, ¿cómo podemos canalizar en favor de
nuestras luchas, las de los sectores populares, esta
crisis del poder? Esa pregunta me parece más
importante, que atribuirnos un supuesto triunfo tras la
salida de Alberto Dent y Ronulfo Jiménez de sus cargos
al frente del equipo económico, que muestra además las
contradicciones en las que ha caído un presidente de la
República que ya no sabe para donde coger. O Toledo, o
todos los demás, parece ser la consigna del Gabinete.
En todo caso, deseo alentar a mis compañeros y
compañeras de las organizaciones sociales
costarricenses a que, si difieren parcial o totalmente
de mis criterios, podamos dar un debate que aliente el
desarrollo del movimiento popular en nuestro país. La
magnitud de nuestras luchas actuales nos lo pide, y
debemos estar a la altura de nuestra época. Pero a la
vez, pido que no actuemos mediante descalificaciones a
priori ante la crítica recibida para que no seamos como
Sísifo, cargando eternamente la misma piedra.