Migrantes en resistencia común por la ciudadanía universal en el IV FSMM

Más y mejor humanidad

2010-10-11 00:00:00

El orden mundial actual, caracterizado por hegemonías de poderes fácticos que acumulan y concentran riquezas y oportunidades, a través de la mercantilización, dominación, exclusión y discriminación de las grandes mayorías humanas y la madre naturaleza, está en crisis, pero aún dolorosamente operante. En ese contexto, la migración de cientos de millones de seres humanos es todavía un naufragio evitable de la dignidad y felicidad humanas. Pero es también al mismo tiempo un signo de resistencia a ese orden inhumano, una tarea histórica de humanización de las normativas atrasadas que aún intentan regularla, con los cada vez más obsoletos criterios de pertenencia nacional, que ya hace 2.500 años, en la Grecia clásica, hacían de los extranjeros (metecos) parte de los no ciudadanos, junto a las mujeres, los esclavos y los niños, y que simplemente no pueden pretender seguir vigentes a inicios del siglo XXI.
 
Para cumplir esta tarea de resistencia y humanidad, para debatir los caminos plurales hacia una alianza mundial de migrantes que permita hacer del universo la Patria común, migrantes de diversos lugares del mundo se encontraron el viernes ocho de octubre en la Universidad Católica de Quito, Ecuador, en el marco del IV Foro Social Mundial de Migraciones. Con la presencia de una cincuentena de migrantes de América Latina, Norteamérica, Europa y Medio oriente, la provocación inicial estuvo a cargo de representantes de los refugiados palestinos, del Grito de los Excluidos, del Proyecto Carta Mundial de Migrantes, de la Asamblea Ciudadana del Cono Sur y Forum Solidaridad Perú, a través de la participación de Miriam Torres. A quienes se sumó la reconocida dirigenta migrante y actual Asambleísta representante de los emigrados ecuatorianos en el Congreso del país anfitrión del Foro, Dora Aguirre. 

De la resistencia a las decisiones
 
Esta última panelista hizo una reseña esencial de varios de los principales logros del actual proceso de cambios en el Ecuador en el específico ámbito de la movilidad humana, destacando las representaciones de los emigrados en el Congreso / Asamblea legislativa, de los que ella misma es una y que, según sus palabras, “puso inmediatamente nuestras demandas en las agendas de todos los Partidos políticos”. Pero, lo más importante, “nos permitió estar en donde se toman las decisiones”. Señalando que no había sido fácil el paso de lo social a la política, ya que aún hay resistencias e incomprensiones, pero que van siendo superadas por los propios resultados y avances. En el mismo sentido, Luiz Bassegio, del Grito, enfatizó la necesidad de combinar la resistencia con imprescindibles pasos de avance en los gobiernos y estados, tanto a nivel nacional como regional latinoamericano, que aunque insuficientes, muestran la posibilidad esperanzadora de los cambios hacia una integración desde y para los pueblos, con especial énfasis en la ciudadanía regional con plenos derechos de circulación, residencia y trabajo, hacia la ciudadanía universal, ya propuesta formal y públicamente por el Estado de Ecuador.

También la autocrítica
 
Bassam Hubeichi, refugiado palestino en el Líbano, expuso la situación de su pueblo, con más de medio millón de refugiados, la cual constituye una herida en el corazón de la humanidad. Y es casi un símbolo de la deshumanización que está en la base de la actual regulación migratoria hegemónica en el mundo. Ricardo Jimenez del Proyecto Carta Mundial de Migrantes y Lucía Mariana Alvites de la Asamblea Ciudadana Cono Sur, informaron del movimiento que la Carta empuja en todo el mundo hacia una alianza mundial para la resistencia y el logro de la ciudadanía universal, del cual esta actividad es parte. Numerosas intervenciones de migrantes participantes aportaron valiosos elementos, como el rol protagónico de los jóvenes y la necesidad de una “justicia móvil”, enfatizando que se debe ampliar esta conciencia y estos espacios y multiplicar y mejorar las luchas, incluyendo la autocrítica, por ejemplo, en los elevados costos de inscripción del mismo IV FSMM (entre 35 y 50 dólares por participante) y de cuyo monto depende la posibilidad de votar en la Asamblea de los Movimientos sociales que forma parte de su programa. Un rasgo de mercantilización que aparece a contramano de la estrategia de vencer la inhumanidad hegemónica con más y mejor humanidad.