Ecuador: Soberanía Alimentaria, “por esto estamos aquí”
En un acto realizado en Quito el febrero 4 de 2010, un centenar de organizaciones sociales de Ecuador emitieron en unidad “La Declaratoria Nacional de Organizaciones por la Soberanía Alimentaria y de la Conferencia Nacional de Soberanía Alimentaria”, en la que reafirmaron su “voluntad para construir una nueva forma de convivencia en diversidad y en armonía con la naturaleza, para alcanzar el buen vivir; el Sumak Kawsay”. Además declararon el 2010 como el año de la Soberanía Alimentaria, en el que se comprometieron a encontrarse, a discutir, a debatir, a analizar, a decidir y a movilizarse no solo con acciones concretas, sino también a continuar con la movilización de las conciencias, como base estratégica para el cambio que se han propuesto.
En el marco de este evento, se escucharon testimonios, vivencias y posiciones que merecen ser rescatados y recordados. “Debemos hacer una movilización del conocimiento, porque hay saberes ancestrales y milenarios que nuestros taitas y nuestras mamas conocían. Tenemos que hacer una movilización política, yo creo que no se puede cambiar el sistema de una alimentación simplemente con una declaración, con un discurso o escribiendo un libro, si es que no cambiamos la conciencia, si es que no recuperamos los saberes y si es que no nos comprometemos todos los sectores”, así lo manifestó Delfín Tenasaca, presidente de la Ecuarunari, quien motivó y conmovió a las decenas de participantes que se encontraban en el paraninfo la Universidad Andina Simón Bolívar.
“Yo tenía 4 has. y media de finca, el 90% de lo que consumía en mi casa salía de esa finca. Un buen día me la compraron con la pistola en la frente… ¿saben cómo compran tierras en San Lorenzo? Si usted tiene 10 has. calculan cuánto puede costar a 300 dólares cada ha. Lo visitan 3 ‘narcoguerros’ o 3 ‘narcoparas’… en la mano le ponen 3000 dólares y le dicen: nosotros necesitamos tu tierra para sembrar palma africana. En ese momento tiene que tomar una decisión, si no lo hace, la viuda vende después del entierro”, testificó Máximo Cangá, uno de los representantes de los afroecuatorianos, quién al igual que a cientos más, le tocó dejar su territorio, huir para poder vivir y según dice, aún no ha recibido ningún apoyo del Gobierno que le garantice regresar.
Este hombre no solo perdió su finca, sino su forma de vida, porque en su territorio las transnacionales están explotando las tierras de forma desmedida, despojándolos de su habitat y además acabando con sus alimentos tradicionales que han sido sustituidos por monocultivos. Por ello, explica indignado: “a través de Aliméntate Ecuador nos reparten en las comunidades lentejas, ¿acaso nosotros estamos pidiendo lentejas? Estamos pidiendo que nos devuelvan nuestro territorio para recuperarlo y volver a tener en unos años conchas, cangrejos y peces. Estamos pidiendo que las mineras, que las floricultoras, que las plantaciones de Eucalipto, que las plantaciones de palma africana nos devuelvan nuestras aguas descontaminadas. Yo en lo particular considero que la destrucción de los ecosistemas en el país es política de Gobierno”.
La situación en las zonas fronterizas es muy complicada por la constante presencia de los actores armados, quiénes intimidan y terminan haciéndole el trabajo a las transnacionales que llegan a implantar monocultivos y a explotar la Madre Tierra. Claro, después de que los indígenas, los afros y los campesinos se han desplazado de su territorio y están ampliando las cadenas de miseria en las capitales o se han convertido en mano de obra barata, ilegales, sin derechos, marginados y explotados en otros países. Mientras tanto su territorio es destruido y unos pocos acumulan capital. “He decidido que no voy a huir más, tendrán que matarme en cualquier esquina”, anunció Máximo Cangá, seguramente convencido de que un campesino sin tierra, sin comida y sin comunidad, ya es un ser muerto.
Estas problemáticas que se presentan son unas de las principales causas que impiden que haya soberanía alimentaria, por esto es urgente la unidad, la movilización y el trabajo conjunto entre organizaciones, según destacaron delegados presentes en el evento.
A este gran evento acudieron representantes de más de 100 organizaciones indígenas, campesinas, afroecuatorianas, cholas, mestizas, montubias y de otros pueblos rurales y urbanos, que se encontraron además con representantes del Gobierno, con estudiantes, con intelectuales y con un sinnúmero de personas interesadas en conocer y sumarse a esta declaratoria. Allí los voceros y voceras de las organizaciones dieron sus testimonios acerca de su realidad en el territorio y de las problemáticas que están viviendo, pero también fueron enfáticos en proponer por dónde empezar el camino para lograr la Soberanía Alimentaria. (Ver recuadro).
“Aquí estamos mujeres y varones desde lo cotidiano, haciendo y ejerciendo nuestro poder desde ese otro mundo posible y necesario. Es nuestra obligación aportar y dejar el legado de nuestros ancestros, como bien nos lo decía Monseñor Proaño: ser solidarios. En la distancia vernos juntos y vernos cercanos. Estamos para ayudarnos y sostener la vida. Sostener los manglares y sostener el agua, es sostener la vida y la soberanía alimentaria”, ratificó Lupita Ruíz, representante del Movimiento de Economía Social y Solidaria.
Es así como, además de buscar alianzas entre organizaciones en el Ecuador, esta ejemplar declaración tiene como propósito fundamental el de trascender fronteras y llegar a otros movimientos para ensanchar tanto la resistencia, como también las alternativas de vida que permitan el equilibrio y la armonía indispensables con la naturaleza. En este sentido, se manifestó y se comprometió Luis Andrango, presidente de la Fenocin: “hemos dado un salto, porque la agenda por la soberanía alimentaria no es únicamente nacional. Hay futuras alianzas a nivel continental con la CAOI, con Vía Campesina, entre otras instancias y representaciones de los sectores campesinos, indígenas y afroecuatorianos. Yo creo que un reto histórico de los movimientos sociales es conformar un gran movimiento de masas continental que permitan afianzar los procesos de cambio, porque el cambio no viene solamente por la vía institucional”.
Los testimonios, las reflexiones y los análisis que argumentan la validez y la legitimidad de esta declaración, a la vez que dejan claro que los movimientos sociales y populares ecuatorianos le están haciendo una propuesta al mundo, no solo porque hay crisis y la Pachamama está enferma, si no porque es necesario cambiar el modelo extractivista que está acabando con la vida, los delegados del Gobierno manifestaron su adhesión a la iniciativa y sus compromisos para darles acompañamiento. Por su parte, la asambleísta Diana Atamaint planteó “Nosotros nos comprometemos también en llevar adelante este proceso de tal importancia para nuestro país. En nombre de los asambleístas, por lo menos desde la bancada de Pachakutik, nos comprometemos a llevar esta lucha con ustedes desde la Asamblea Nacional”.
El representante de la Secretaría de Pueblos, Movimientos Sociales y Participación Ciudadana, dijo que esperaba que “este reencuentro y esta proyección histórica que estamos hablando desde aquí, desde el Gobierno y desde las organizaciones sociales, nos permita ser soberanos en todos los sentidos, pero empecemos ahora con la soberanía alimentaria”. De igual forma, el Viceministro de la Coordinación Política manifestó su interés porque todos se enriquezcan con esta experiencia, pero también resaltó la necesidad de emularse “en otros ejes también como interculturalidad, como género, y temas de desarrollo económico local, compatibles con la soberanía alimentaria. Vamos a estar muy cercanos a este proceso”.
Dada la gran relevancia política que tiene la declaración y el mismo espacio de todos los sectores sociales del país comprometidos con la Soberanía Alimentaria, quiénes a pesar de sus divergencias se unen en una sola voz, es necesario destacar la ausencia del Ministro de Agricultura y otros funcionarios de alto nivel. Esta ausencia deja mucho que pensar, ya que solo se presentaron delegados del Gobierno de bajo perfil y un viceministro. La Conferencia Nacional de Soberanía Alimentaria –CNSA-, realizó su trabajo sin respaldo económico del Gobierno, hecho que resaltaron recurrentemente durante el evento y realidad que reconocieron tanto Asambleistas como representantes del Gobierno. Contrasta entonces, la capacidad de trabajo y de convocatoria de la CNSA, la importancia prioritaria del tema, la vivencia y testimonio de los participantes y delegaciones, con la débil respuesta del Gobierno Nacional.
Se evidencian por lo menos dos desafíos para los movimientos sociales que firmaron la declaratoria y se comprometieron con la misma y con el proceso de movilización por la Soberanía Alimentaria.
El primero, es que deben hacer todo lo posible para que la legislación que reglamente este tema acoja el sentido y el espíritu de esta declaración dando cumplimiento al artículo 281 en un aparte del cual se dice que la Soberanía Alimentaria se asume “como un derecho del pueblo, un objetivo estratégico y una obligación para el Estado”. Según se clarificó en el encuentro, resta un plazo de tan solo 15 días, para que esta legislación sea aprobada. Los firmantes de la declaración aspiran a que se postergue este plazo, dando tiempo suficiente para incorporar lo decidido por los pueblos en trabajo articulado con los legisladores. De no lograrse ni la postergación ni la incorporación de la posición de la CNSA, el país se verá abocado a procesos de movilización para presionar al Gobierno con acciones de hecho para que las decisiones de los pueblos se respeten y se cumplan.
El segundo, es un desafío a la unidad alcanzada hasta el momento por quienes suscribieron esta declaratoria, consecuencia de la divergencia de posiciones que se pusieron en evidencia. De un lado, están quienes apoyan al Gobierno haciendo algunas salvedades frente a unos temas particulares, es decir, manifiestan diferencias de forma más que de fondo. De otro lado, están quienes tienen diferencias de fondo con el Gobierno, pero dan un compás de espera que depende de que el sentido fundamental de la declaración se convierta en ley.
El hecho de que quienes representan posiciones tan diversas, hayan logrado un acuerdo ejemplar por su contundencia y claridad, es un logro que merece ser reconocido y que constituye un ejemplo desde el Ecuador para el Continente. El desafío que aparece en el futuro inmediato consiste en mantener el ámbito democrático, el debate y la unidad en la diversidad tanto durante el proceso legislativo parlamentario, como si este no diera los resultados esperados y se llegue el momento de la movilización ante el Gobierno.
Pase lo que pase, la Declaratoria es una palabra hermosa a la que habrá de abrirle camino la lucha de los pueblos. Es un legado desde el Ecuador y sus pueblos al mundo. Este regalo, se convierte en una responsabilidad y vocación de todos los pueblos. Escuchemos: “Para que todos y todas tengamos alimentos sanos, sabrosos y suficientes, alimentos de nuestra tierra, nuestro mar, nuestro manglar…Familias y pueblos trabajan, cuidan, respetan y veneran la tierra, el agua y todos nuestros recursos, para garantizar nuestro derecho y el derecho de nuestros hijos y generaciones futuras a disfrutar de tanta riqueza con la que hemos sido privilegiados…¡Y es por esto que estamos aquí!”
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