La realidad de las diversas formas de violencia
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La lucha de las mujeres por el fin de la violencia y por derechos sociales fue forjada durante muchos siglos y enfrenta hasta hoy, diversos obstáculos, de entre ellos, la invisibilidad.
Haciendo un rescate histórico se puede constatar que, de entre tantos, aspectos negativos que contribuyen para la no-visibilidad de la lucha de las mujeres, se encuentra el actual sistema capitalista y patriarcal, cuyos efectos se dan sobre el campo económico, político, ambiental, socio/cultural y de los derechos humanos. En medio sus principales características, se destacan la expansión de las corporaciones y del capital internacional para regiones situadas fuera de sus núcleos geopolíticos, la revolución tecnológica en las áreas de la comunicación, electrónica y la reorganización del mapa político/económico mundial, con el surgimiento de gigantescos bloques económicos, la manipulación de los Estados y la creación de la llamada “cultura de masas” universal y la masificación de la explotación y de la discriminación de los trabajadores, en especial, de las mujeres. Son innumerables los efectos de ese modelo de sociedad, la mundialización del capital, la implantación por las potencias mundiales de un paquete de políticas económicas basadas en el libre comercio, en el incentivo a las transnacionales, en las relaciones comerciales desproporcionales entre importación y exportación de productos, además de la manipulación de la economía interna a través de organismos como el Fondo Monetario Internacional. Esa sucesión de hechos provoca la acumulación de capital en las manos de pocas naciones aumentando el abismo entre pobres y ricos, volviéndolo un obstáculo intransferible. En ese proceso, son las mujeres las principales víctimas.
Es evidente que ese sistema capitalista/patriarcal interfiere directamente en la cultura de esos países, provocando el segundo efecto, la llamada “aculturación” de esas sociedades. Lo que vuelve una sociedad única es justamente su diversidad cultural y su historia, es en el mantenimiento de hábitos y costumbres que reside la resistencia y esta, la hace soberana. Una grotesca estrategia de aniquilar y/o dominar un pueblo es destruir su cultura. El capitalismo sugiere, no un intercambio cultural, sino, la supremacía de una cultura dominante sobre la otra, hiriendo el derecho a la diferencia de los pueblos. La aculturación inserta patrones de comportamientos y estilos de vida no convenientes con la realidad de las sociedades, estimulan el consumismo y provocan una aferrada búsqueda por el “placer a cualquier costo”, llevando al abandono de la solidaridad y generando frustración e insatisfacción cuando este no es alcanzado. Ese sistema oprime y explora los trabajadores, en especial, las mujeres, haciendo que estas se vuelvan meros objetos, es decir, mercancía.
La sociedad capitalista/patriarcal hace que mujeres y hombres traten, cotidianamente, una lucha por la supervivencia, llevándolos a reconocer en el otro un adversario, los excluidos son tachados de incompetentes y los pobres son considerados responsables de su propia miseria, las mujeres son responsabilizadas por la discriminación y, por lo tanto, merecedoras de ella.
Ese proceso lleva, consecuentemente, a la creciente falta de respeto para con el prójimo, haciendo surgir la violencia, la xenofobia, la criminalización de los movimientos sociales, la homofobia, las diversas formas de violencia practicada contra las mujeres. Los datos acerca de la violencia institucional asustan: 18 mil niños mueren todos los días de hambre en el mundo; 380 mil millones de dólares son gastos por año de EE. UU. en guerras, si 5% de este valor fuese usado para el combate del hambre en el mundo, este no existiría más; tratándose de Brasil, este, es el segundo mayor concentrador de tierras del mundo. A partir de esos análisis, percibimos que, cada día, aumenta más las consecuencias para las mujeres en este sistema. La amplia mayoría de las veces las consecuencias son expresas bajo la forma de violencias. Violencia física, cultural, estandarización del cuerpo, sexual, moral, del agronegocio, en fin.
Se tiene muchos datos que tratan esta temática, pero que son insuficientes ya que son sólo una parcela pequeña de mujeres que hablan o denuncian las violencias que sufren. Aunque, ya se hayan obtenido avances en el campo de los derechos sociales, por ejemplo, muchos retos continúan puestos delante de las mujeres y de la sociedad por regla general, el mayor de ellos es constituir formas de prevención a esta violencia posibilitando que todas las personas puedan vivir libres y felices, ya que sabemos que toda forma de violencia no deja marcas sólo en el cuerpo de las mujeres, pero destruye los sentimientos y los sueños.
Analizando la sociedad, a partir de la realidad vivida por miles de mujeres en todo el mundo, las mujeres de la Vía Campesina Internacional lanzaron la Campaña “SÍ a la Soberanía Alimentaria, NO a la violencia contra las mujeres”, durante la V Conferencia Internacional de Vía Campesina ocurrida en Maputo/ Mozambique. Varias acciones de combate a la violencia se desarrollarán a partir de esta Campaña que será simbólicamente lanzada en diversos países el día 08 de marzo de 2009 – Día Internacional de la Mujer.
Fortalecer la lucha en defensa de la vida, todos los días!
MOVIMIENTO DE MUJERES CAMPESINAS / BRASIL