Declaración Política del VII Foro Mesoamericano de los Pueblos
¡Mesoamérica en Resistencia, No al neocolonialismo del libre comercio!
El Foro Mesoamericano de los Pueblos, desde su primera convocatoria a inicios del siglo XXI, ha recorrido un largo camino, construyendo y articulando las luchas y resistencia contra las diferentes expresiones del neoliberalismo (tratados de libre comercio, acuerdos de asociación comercial, concesiones territoriales para la inversión extranjera como el Plan Puebla Panamá, las privatizaciones, la militarización y la criminalización de los movimientos sociales), en una región con una inmensa riqueza sociocultural y poseedora de recursos naturales estratégicos como tierra, agua, una biodiversidad exuberante, recursos energéticos y minerales, etc., los cuales han sido históricamente codiciados por los grandes imperios en su afán por explotar dichos recursos y consolidar su poderío económico, político y militar.
En estos años, observamos claramente dos tendencias convergentes: en primer lugar, se ha profundizado la ofensiva del gran capital por apropiarse de todos los recursos estratégicos que poseen los pueblos de la región; en este sentido, los Tratados de Libre Comercio y los Acuerdos de Asociación, promovidos por los Estados Unidos y por la Unión Europea, son los instrumentos centrales de las grandes potencias para consolidar su posición hegemónica en la economía global. En segundo lugar, ha continuado creciendo el movimiento de resistencia popular frente a un modelo expoliador, excluyente, concentrador de riqueza y poder, movimiento al que se han ido sumando nuevos sectores con reivindicaciones específicas que se agregan a las históricas demandas por tierra, trabajo, dignidad, respeto a la vida y a los derechos humanos, que nuestras organizaciones han enarbolado en su lucha por otro mundo posible.
En estos años, efectivamente, la hegemonía neoliberal ha sido radicalmente confrontada por los movimientos sociales mesoamericanos, con propuestas construidas desde los pueblos y para los pueblos, propuestas que tienen en común el respeto por la vida y la urgencia de producir nuevas formas de relacionamiento entre las personas y las poblaciones y de éstas con la naturaleza.
Durante estos días, los debates en las distintas mesas (sectoriales y multisectoriales), muestran el complejo abanico de la resistencia de los movimientos populares en la región, con toda su riqueza política y organizativa, así como sus desafíos. Constatamos que hemos avanzado en la consolidación de muchos espacios de resistencia, pero tomamos nota de que es necesario aún profundizar la articulación en algunos de ellos así como dar todo nuestro respaldo a los nuevos sectores que se han integrado en el proceso del Foro. Como todo proceso de lucha, el Foro Mesoamericano de los Pueblos es un espacio vivo, en permanente transformación, por lo que se hace necesario pensar críticamente este proceso en aras de que sirva para consolidar las luchas populares a nivel regional.
Así, en este VII Foro Mesoamericano de los Pueblos, reafirmando el carácter anticapitalista, antiimperialista y antipatriarcal de nuestro proceso, declaramos que:
Nuestra posición política emana desde nuestra diversidad y nuestra resistencia, frente a un modelo que deshumaniza y mercantiliza la vida, la dignidad y la justicia, jerarquizando las relaciones económicas y sociales y subordinando las demandas y necesidades de la gran mayoría de la población a los intereses de una minoría, lo cual favorece al gran capital nacional y transnacional.
El capitalismo, en su fase neoliberal actual, profundiza la exclusión, la inequidad, la pobreza y la desigualdad que sufrimos los pueblos mesoamericanos, pues su objetivo principal es autoreproducirse mediante la expropiación de nuestras riquezas, fomentando para ello la represión, la dependencia y negando a los pueblos su libre autodeterminación y soberanía.
Especialmente, el capitalismo reproduce estructuras patriarcales de dominación que afectan la vida de millones de mujeres y hombres en nuestra región, pero muy en particular a las mujeres a quienes afecta de manera directa y diferenciada debido a su condición, situación y posición desigual en la sociedad. Asimismo a las niñas y niños, a quienes no se les considera plenamente como personas y por lo tanto se les violan sus derechos humanos, negándoles la capacidad de hablar y decidir sobre los problemas que los afectan. De igual manera, el patriarcado condena el derecho de las personas a la diversidad sexual, negando a quienes deciden vivir su sexualidad de una forma diferente a la sancionada como “buena” y “correcta”, el desarrollo pleno de sus derechos de ciudadanía.
Se debe reconocer que existe una deuda ecológica y social que tienen los países del norte por la explotación de la naturaleza y consecuente destrucción del medio ambiente, con los países del sur y entre ellas destaca la deuda por el cambio climático. En este sentido, denunciamos la implementación de megaproyectos (minería, hidroeléctricas, carreteras, petroleras) en nuestro territorio, así como la acelerada expansión de monocultivos, que están destruyendo nuestra biodiversidad, los medios de supervivencia de miles de comunidades y comprometiendo el futuro mismo de la humanidad, pues los bosques tropicales son parte fundamental del equilibrio ecológico planetario.
En la coyuntura actual, la guerra y la militarización están relacionadas con la necesidad de los Estados Unidos y otras potencias, de garantizar su acceso permanente a recursos energéticos estratégicos, con los cuales no cuentan en sus territorios (petróleo y gas natural), para sostener el ritmo de crecimiento de sus economías, así como la disputa por recursos como el agua y los de la biodiversidad. Es por ello que vemos en la reactivación de la IV Flota, en el despliegue de las operaciones continentales del Comando Sur, en el mantenimiento de bases militares por todo el territorio americano y en la adopción y aplicación, en muchos países, de legislaciones “antiterroristas”, hechos contundentes que demuestran que la militarización es parte central de la estrategia de expansión del capitalismo.
Esto conlleva a que los pueblos que luchan en defensa de sus recursos, sean criminalizados por parte de los gobiernos, con el objeto de controlar los territorios a favor de los intereses de las grandes corporaciones transnacionales.
La aplicación del modelo neoliberal produjo el desmantelamiento de la economía campesina en toda la región, para favorecer los intereses del agronegocio y fomentando la exportación de productos exóticos por sobre la producción de alimentos, lo cual ha llevado a nuestros países a perder casi por completo su soberanía alimentaria, generando además una crisis socioeconómica de profundas consecuencias entre el campesinado.
Los organismos financieros internacionales, implementan políticas de cooperación que en realidad lo que buscan es crear marcos regulatorios para la operación de las empresas transnacionales, a costa del empobrecimiento de las grandes mayorías. La llamada “cooperación para el desarrollo” de los países ricos, reproduce patrones coloniales de relacionamiento tipo “centroperiferia”, profundizando la dependencia de nuestros países con relación a los centros hegemónicos del poder global.
Los pueblos indígenas de toda la región viven en este momento una ofensiva del sistema en contra de sus territorios, de sus recursos naturales, de su identidad cultural, sus formas de organización y libre determinación. Esta ofensiva se expresa de forma violenta mediante el cerco militar (el caso de Chiapas es crítico), la expropiación de tierras, la destrucción de sus aldeas y comunidades, entre otras cosas, todo lo cual les impide el ejercicio pleno de su autonomía como pueblos, consagrada no solo por sus propios usos y costumbres sino por Convenios internacionales como el 169 de la OIT.
En el plano de los derechos de los trabajadores y trabajadoras, vivimos actualmente un proceso de acelerada destrucción de la organización sindical y de sus conquistas históricas, a través de la flexibilización laboral como una herramienta para la mayor acumulación de capital por parte de las transnacionales y del empresariado nacional. La precarización de las condiciones de vida de las grandes mayorías se da en un momento en que las tasas de ganancia de las expresas exportadoras e importadoras, que se benefician del modelo, aumenta aceleradamente. Los Tratados de Libre Comercio profundizan esta situación.
Millones de campesinos y campesinas, indígenas, jóvenes, niños y niñas de nuestra región, se han visto forzados a dejar su tierra natal para emigrar hacia los Estados Unidos y Europa, en los últimos treinta años. Este periodo corresponde, justamente, con la implementación del modelo neoliberal, que expulsa a nuestra población. En los países de destino, las y los migrantes sufren en pésimas condiciones de vida, de trabajo y son discriminados en todos los ámbitos de la vida social. La vergonzosa “Directiva de Retorno” recientemente aprobada por la Unión Europea, así como el “Muro de la Vergüenza” que levanta Estados Unidos en su frontera con México, simbolizan el desprecio que los países del norte sienten por nuestros hermanos, que con su trabajo enriquecen a los dueños del capital.
La juventud mesoamericana reafirma su identidad frente al adultocentrismo propio del sistema patriarcal, que criminaliza las formas de ser, saber y hacer de las personas jóvenes. En este sentido, desconoce los espacios oficiales de juventud y las políticas demagógicas de inclusión de las personas jóvenes, en el marco de las cumbres de jefes de estado y de los gobiernos, por ser no solo inconsultas y antipopulares sino por promover políticas que ven en la juventud un problema, desde los patrones morales de las clases dominantes. En muchos casos incluso las personas jóvenes son criminalizadas y sufren todo tipo de discriminación, muy especialmente en el plano laboral y académico.
Finalmente, declaramos que la “democracia” actualmente existente no garantiza la verdadera participación popular en la toma de decisiones y no es por tanto, una democracia que permita la autodeterminación de los pueblos. Lo que existe hoy es un sistema electoral que asegura que el poder quede siempre en las mismas manos, mediante lo que algunos gobernantes de la región han llamado una “dictadura en democracia”. Consideramos que la participación política debe asegurarse en un marco auténticamente democrático, lo que significa implementar mecanismos que aseguren que la voz y demandas de las comunidades se incorporen en la definición de las políticas públicas y del modelo económico.
Considerando todo lo anterior, desde el VII Foro Mesoamericano de los Pueblos decimos:
Que rechazamos permanente y radicalmente el libre comercio, en especial las actuales “negociaciones” de un Acuerdo de Asociación entre la Unión Europea y Centroamérica, que a pesar de la retórica que los gobiernos de ambas regiones proyectan en sus declaraciones públicas, no es más que un tratado de libre comercio de características semejantes e impactos idénticos que los que acostumbra imponer a los pueblos los Estados Unidos, pero que incluso va más allá al imponer nuevas obligaciones en ámbitos como propiedad intelectual, servicios públicos y protección de las inversiones extranjeras.
Demandamos que además de manifestarnos contra la violencia, discriminación y exclusión que sufren las mujeres, el carácter antipatriarcal del Foro Mesoamericano de los Pueblos, se exprese en adelante y de manera concreta, mediante metodologías que aseguren la equidad en la participación mediante la incorporación de las mujeres en la toma de decisiones y en los paneles de discusión, así como en las actividades que el Foro promueva en sus planes de acción. Llamamos a las organizaciones y movimientos sociales mesoamericanos, a hacer mayores esfuerzos por superar la situación de discriminación que las mujeres viven también a lo interno de nuestras luchas.
Exigimos garantías para que las niñas, niños y adolescentes, puedan expresarse y ser escuchados, asegurando espacios para que ellos y ellas se junten para conocer y compartir los problemas que los afectan y sobre todo aquellos que tengan que ver con firmas, acuerdos y convenios ya sea que violen sus derechos o que busquen protegerlos, pues los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a usar la palabra para referirse y decidir sobre todo aquello que vaya a afectar sus condiciones de existencia.
Asumimos nuestro compromiso de integrar el enfoque de derechos de la diversidad sexual en nuestras organizaciones y prácticas diarias, además de exigir políticas públicas a favor de las personas gay, lesbianas, transexuales y bisexuales. Particularmente, el Foro Mesoamericano de los Pueblos se manifiesta a favor de la aprobación, en Costa Rica, del proyecto de ley que permitiría la unión civil de personas del mismo sexo, considerando que sería un paso muy importante en este sentido.
En cuanto al problema del cambio climático, consideramos que hay que darle un enfoque político, de justicia y que siente claramente la responsabilidad por la crisis que vive la humanidad y el planeta en su conjunto; exigimos reparación y pago del daño por la deuda ecológica que los países industrializados tienen para con los países del sur, además de vincular la cuestión del cambio climático con la soberanía alimentaria, el combate a los patrones de consumo depredadores del medio ambiente, el lanzamiento de una campaña de los movimientos a favor de la justicia ambiental y poner realmente la cuestión ecológica como algo fundamental del modelo económico y social por el que estamos luchando.
Manifestamos enérgicamente nuestro repudio contra la militarización creciente que afecta a nuestros pueblos y contra la criminalización que sufren los movimientos sociales, concretamente repudiamos a la MINUSTAH que con más de 7 mil soldados somete y humilla al hermano pueblo de Haití, con la participación de tropas de países latinoamericanos como El Salvador, Argentina, Brasil, Bolivia y Chile. Repudiamos también la reactivación de la IV Flota, las operaciones del Comando Sur y muy especialmente nos manifestamos contra el mantenimiento de la Base Militar de Palmerola, en territorio hondureño, por ser una amenaza permanente para los pueblos de nuestra región.
Demandamos una reforma agraria integral, orientada no simplemente a repartir tierras entre el campesinado, sino que fomente una verdadera política productiva en beneficio de los pequeños y medianos productores agrícolas, con crédito oportuno, asistencia técnica y protección frente a la invasión de productos agrícolas transgénicos importados, poniendo énfasis en la recuperación de la soberanía alimentaria de nuestros países. Esta reforma agraria debe basarse no en los principios de la agricultura industrial, sino recuperar los conocimientos tradicionales, el rescate de la semilla criolla, establecer prohibiciones para el uso de semillas transgénicas y la construcción de redes de consumo responsable.
Exigimos que la cooperación para el desarrollo se enfoque en la defensa y promoción de la vida, en la equidad y en la justicia, no en la reproducción del status quo. En ese sentido consideramos urgente la transformación inmediata de sus prácticas asistencialistas (muchas veces marcadas por la corrupción), de cooptación de líderes y desarticulación de nuestros movimientos, como mecanismo para impedir nuestra lucha por la autonomía y libre determinación.
Exigimos el respeto al derecho de los pueblos indígenas a su territorio, recursos naturales, formas de organización y autonomía, sustentados y vinculados sobre su propia cosmovisión. Asimismo condenamos la violencia que actualmente se ejerce sobre los pueblos indígenas, para expropiarlos de sus riquezas naturales y culturales. En el marco de esta Declaración, muy especialmente nos pronunciamos en contra del megaproyecto turístico en Bahía de Tela, en Honduras, como uno de los proyectos más dañiños (aunque no el único) que se impulsan actualmente en la región, provocando un inmenso crimen ecológico y cultural que afecta a las comunidades Garífunas, despojándolas de su territorio y de sus derechos ancestrales.
Como Foro Mesoamericano de los Pueblos, demandamos el cese inmediato de las políticas de inversión y megaproyectos, tales como represas hidroeléctricas, minería, turismo a gran escala, agricultura extensiva e intensiva en manos de las transnacionales, entre otras, que atentan contra la vida de los pueblos.
Llamamos a fortalecer la lucha inclaudicable por la defensa de los derechos laborales y humanos de las personas trabajadoras, a decir No a la flexibilización y tercerización laboral en detrimento de los derechos e intereses de los trabajadores y trabajadoras.
Condenamos a la Unión Europea por la aprobación de la llamada Directiva de Retorno que criminaliza a las personas migrantes, así como a los Estados Unidos por la construcción del Muro de la Vergüenza, pues las migraciones son causadas por un modelo excluyente que obliga a millones de personas a abandonar su patria en busca de una oportunidad para sobrevivir. De