Hong Kong: Campesinas desafían a la OMC

2005-12-15 00:00:00

Hong Kong

“Quienes están negociando en la Organización Mundial de
Comercio (OMC), están tratando de sus propios intereses y
de aquellos de las grandes corporaciones, no nos están
considerando a las campesinas. Las negociaciones son sobre
agricultura y alimentación, pero ellos no hablan con
nosotras que somos quienes las garantizamos en la realidad.
Ellos están decidiendo sobre nuestras vidas y tomando
resoluciones que para nosotras son sinónimas de muerte, por
eso la OMC no debe seguir”, dijo la líder coreana Yoon Geum
Soon, al término de una numerosa manifestación de mujeres
de la Vía Campesina, realizada en Hong Kong hoy 15 de
diciembre, día de la lucha de las mujeres del campo contra
la OMC.

Las onerosas condiciones impuestas por el agro-negocio, que
empuja a comprarlo todo y a endeudarse para hacerlo, está
llevando a las campesinas a la desesperación, la emigración
y en algunos casos al suicidio. Así, la coerción a la
lógica mercantil en la agricultura no sólo pone en riesgo
los derechos de las mujeres sino también sus propias vidas,
enfatizaron las representantes de distintos lugares del
mundo en el debate previo a la movilización.

Bajo el presunto argumento de que las reglas comerciales no
tienen que ver con las desigualdades entre los géneros, la
OMC toma decisiones que agudizan la exclusión de las
mujeres. En Europa por ejemplo, según Josie Riffaud, de la
Vía Campesina Francia, las campesinas no tienen estatus
profesional y en consecuencia tampoco tienen asegurada la
remuneración ni el seguro social, y en esas condiciones, se
ven forzadas a asumir los inabordables costos de la
producción agrícola, que comprende la implementación de
costosas tecnologías, que se imponen como regla obligatoria
para poder entrar en las dinámicas de la industrialización.

En el Sur, las mujeres se ven afectadas por situaciones
similares, sin considerar que ellas, en la mayoría de
países, producen más del 50% de insumos alimenticios. Las
hindúes, por ejemplo, producen hasta el 70%, las
tailandesas y coreanas el 60%, pero la lógica de la
competencia comercial y económica, sobre la cual se
levantan los preceptos de la OMC, obvia esta realidad y
pretende que la producción agrícola proviene exclusivamente
de las empresas transnacionales, mientras que en la
realidad la mayoría de mundo sigue abasteciéndose de la
pequeña agricultura, en la cual predominan las mujeres.

El endurecimiento de las condiciones de vida en el campo ha
conducido a un éxodo de campesinas del Sur hacia las
grandes ciudades y a otros países, ello, con enormes costos
humanos, no sólo por la crisis que esto genera en la vida
rural sino, sobre todo, porque expone a las migrantes
campesinas a asumir los trabajos más devaluados en el mundo
urbano, tales como el trabajo doméstico o la prostitución.
En los países del Norte, las migrantes se ven obligadas a
aceptar condiciones laborales que en muchos casos se
asemejan a la esclavitud. Las que se quedan en el campo,
por su parte, se ven obligadas a conseguir otros empleos
adicionales además del que ya asumen en el mundo agrícola,
dijeron.

Las reglas de la OMC sustraen a las mujeres de sus
prácticas históricas y de la posibilidad de continuar
desarrollando sus conocimientos, tal es el caso de la
hibridación y conservación de las semillas que se les está
arrebatando de sus manos, para imponer el uso de semillas
comerciales y hasta transgénicas de marcas transnacionales,
aporto la hindú Chukki Najundaswamy. En esas condiciones,
las mujeres pierden su estatus de campesinas y productoras
para ser empleadas del agro-negocio, en tareas que no
merecen ningún reconocimiento, dijo la representante
japonesa a la vez que agregó que en un campo desbastado por
la mercantilización, las mujeres ya casi no tienen lugar.

Asimismo, las posibilidades de las mujeres de acceder a la
tierra es cada vez más remota, señaló la representante de
Filipinas. En la actualidad, mientras las tierras están
siendo acaparadas por las transnacionales, los índices de
acceso de las mujeres a ella es de apenas el 1%.

Las campesinas expusieron estas y otras decenas de razones
por las que la OMC no cambiaría si llegara a añadir alguna
consideración social o de género a alguno de sus textos.
Ellas quieren a la OMC fuera de la agricultura y fuera de
la vida de las mujeres, sin lo cual nunca llegará la
igualdad para ellas.