El impacto de las políticas económicas globalizadoras en el trabajo y calidad de vida de las mujeres

2003-02-14 00:00:00

La década de los 60 y 80 el feminismo anglosajón aportó como categoría para el análisis de la situación de las mujeres, el concepto de género, para dar cuenta que las relaciones entre los sexos son relaciones de poder que están claramente insertas en toda la dinámica social, económica, política y cultural de cada realidad humana. Al ser la feminidad un hecho histórico ligado a la forma de construcción de cada sociedad, la categoría género supone una reflexión crítica que reconoce una variedad en las formas de organización, interpretación y reconocimiento simbólico de las diferencias sexuales (1).

En general, han sido las ciencias sociales, antropología, sociología, psicología, historia, que desde sus propios enfoques y herramientas, han sido las más asiduas a la utilización de esta categoría para revisar y cuestionar las valoraciones aceptadas como naturales sobre los roles determinantes de las diferencias de sexo y las cuotas de poder que se asignan a hombres y mujeres.

En cuanto a la economía, ciertamente es uno de los ámbitos menos reflexionados por el movimiento feminista. Así, es mucho más reciente una visión crítica de género a la construcción de las relaciones económicas en su enfoque de globalización neoliberal, aún cuando desde la década de los 60 se prestó atención a la separación entre los espacios de trabajo de las mujeres y los espacios de reproducción de la vida doméstica, considerándose como uno de los aspectos que evidenciaba más claramente las diferenciaciones sexuales.

Las políticas neoliberales responden al modelo diseñado para ser aplicado a todo aquél país que pretenda desarrollarse económicamente. La globalización es un proceso a través del cual sevan eliminando todas las fronteras nacionales construídas entre países para permitir que circulen con toda libertad los productos, las inversiones, los capitales, las ideas, las comunicaciones y la cultura.

Actualmente, la globalización en su dimensión económica es un proceso que cuenta con el apoyo cultural, político y militar y cubre una nueva etapa de acumulación de capital. Esta etapa se inició a mediados de la década de los 70 con el llamado consenso de Washington impulsando el neoliberalismo económico, entre otras, con las siguientes características

a) La disminución del componente trabajo en el producto social, que se consuma, -como bien lo señalan los estudios de nuestro libro que ahora presentamos- a través de la desregulación, de la disminución del salario real, de la reducción de la seguridad social, achicamiento de las organizaciones sindicales o espacios de defensa de los derechos laborales.

b) La disminución del papel del Estado como distribuidor de recursos y de lo que se ha llamado un “estado de bienestar” dejándole solamente el papel de controlador social.

c) La aplicación del ajuste estructural como uno de los mecanismos para el cambio de modelo económico y que va registrando, entre otros, los siguientes impactos:

· La privatización de las empresas estatales, y la terminación de muchos de los servicios sociales del Estado por su comercialización.

· La tendencia a la extinción de las pequeñas y medianas industrias por la apertura total o casi total al comercio internacional.

· El rompimiento de las cadenas productivas por la orientación de las economías a la exportación y la depresión del mercado interno.

· El cambio de las legislaciones laborales, fiscales, etc., para crear las condiciones que permitan legitimar las anteriores medidas.

El seguimiento fiel de las disposiciones de las multilaterales sobre política económica por parte de los gobiernos latinoamericanos ha traído como uno de los efectos generalizados, el aumento de la pobreza y particularmente la pobreza de las mujeres que hemos constatado más fuertemente en la década de los noventa.

Para responder al reto de aportar a la construcción de políticas económicas desde las mujeres y sus organizaciones e inicidir en la toma de decisiones económicas surgió la Red Latinoamericana Mujeres Transformando la Economía que ahora ofrece a ustedes el resultado del estudio que emprendió en seis de los países que la conforman. La investigación realizada partió de los cuestionamientos ¿Cómo están impactando las decisiones de política económica en las mujeres? ¿Cómo están reaccionando personal y colectivamente? ¿Con qué experiencias están afrontando la creciente pobreza que les afecta?

LA REMTE Y SUS ESTRATEGIAS

Al terminar la IV Conferencia Internacional de la Mujer promovida por Naciones Unidas en 1995, un grupo de mujeres latinoamericanas, trató de responder al desafío que la economía presentaba a las mujeres; esta iniciativa logró cristalizar en 1997 con el surgimiento de la Red Latinoamericana Mujeres Transformando la Economía, que contó con su primera sede en Lima, Perú y actualmente su sede se encuentra en México.

La Red contactó no solamente a estudiosas del tema sino y particularmente a las organizaciones sociales de mujeres, quienes en primer término -como ya lo afirmamos- resistían los efectos de las decisiones en política económica.

La REMTE se ha definido a si misma como un espacio que contribuye a la apropiación de la economía por parte de las mujeres y a la construcción de propuestas y políticas económicas humanas, equitativas y sostenibles que mejoren la calidad de vida de las mujeres, particularmente de las más pobres.

Sus líneas estratégicas las ha ubicado, en primer lugar, en términos de fortalecimiento institucional para tratar de ampliar la propuesta a más organizaciones de mujeres. Habiendo iniciado su vida invitando a seis países; ahora cuenta con once espacios nacionales: Brasil, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, El Salvador, México, Nicaragua, Perú y Venezuela.

Otra de las estrategias de REMTE ha sido que al conformar los espacios nacionales, se impulsen agendas políticas locales para que los colectivos no solamente generen proyectos económicos conducidos por ellas mismas para su sobrevivencia, sino que se conviertan en centros de promoción y organización de redes regionales en cada país para avanzar en la interlocución con los actores gubernamentales y privados tomadores de decisiones y logren constituirse en actoras con fuerza social incidentes en la elaboración de propuestas legislativas, de propuestas políticas y tomen parte en los significativos debates de interés de la ciudadanía.

El trabajar para que los intereses colectivos de las mujeres permanezcan en la opinión pública, contribuyendo al cambio cultural en relación con las políticas de género, es otra de las estrategias de la Red.

Formar parte de instituciones creadas por los gobiernos para atender las demandas de las mujeres, es otro mecanismo de participación en políticas públicas. Esta participación deberá responder a mandatos colectivos de la sociedad civil que supone rendimiento de cuentas, siempre en función de la construcción de la fuerza social de las mujeres.

La Red está clara en cuanto a la necesidad de establecer alianzas más amplias como desafío para generar procesos globales desde las organizaciones civiles. Difícilmente uno solo de los sectores sociales podrá transformar una economía que nos debilita y nos empobrece. De ahí el interés en articularnos a los actuales y grandes movimientos que son iniciativa de la ciudadanía para levantar demandas comunes.

Así, desde hace dos años, la Red participa en la Campaña La Marcha Mundial de las Mujeres, que en su cierre internacional no solamente se movilizó demostrando su fuerza por su programa de acciones públicas en 160 países sino también estableció una interlocución en torno a la economía global con representantes de algunas de las multilaterales en sus propias sedes, presentando demandas a nombre de esta fuerza constituida por miles de mujeres.

De igual manera forma parte de la Alianza Social Continental y del Foro Social Mundial que van haciendo converger a otros sectores y que poco a poco va constituyéndose no solamente en una reacción de protesta, sino en espacios de elaboración de propuestas. El reto de la Red en espacios mixtos, es la articulación institucional de la perspectiva de género, así como en las propuestas.

En fin, visualizamos la actual situación internacional con sus vertientes nacionales como oportunidades y retos que se nos presentan para prepararnos y actuar cotidianamente en la vida política y social. Es claro que todavía falta avanzar en el cambio de las relaciones de género, entre otros aspectos, la cuestión del trabajo doméstico, pareciera uno de los más persistentes obstáculos que detiene el avance de las mujeres.

La publicación que les presentamos esta tarde expresa el esfuerzo de investigación, para conocer más sistemáticamente la relación entre economía y la vida de las mujeres, para lograr, a partir de esta información, levantar programas y proyectos que lleven a los colectivos de mujeres a ejercer su plena ciudadanía, a participar social y políticamente para desempeñar tareas históricamente vedadas a las mujeres.

Consideramos que el trabajo como tema central abordado en los estudios, es articulador de muchos aspectos de la vida de las mujeres, porque atañe no solamente al ejercicio de sus derechos ciudadanos y entre ellos los derechos laborales, sino también a su vida en el hogar, a la necesidad de reconocer que el trabajo doméstico debería ser pagado, ya que, es un aporte a la economía, rebatiendo el concepto generalizado que el trabajo doméstico es expresión de la naturaleza femenina, luchando así contra un rol universalmente aceptado.

Atañe también a la necesidad de revisar las legislaciones laborales internacionales y nacionales; a la relación con los poderes legislativos y ejecutivos, a los presupuestos públicos; a las reformas fiscales; a la necesidad de implementar políticas de más y mejores empleos como forma de solucionar la pobreza eliminando las salidas falsas de desarticulación de la política económica y la política social.

El tema trabajo se encuentra articulado a los acuerdos internacionales signados por las autoridades nacionales para el cumplimiento de los derechos del pueblo, al reconocimiento y cumplimiento de los derechos de las mujeres; se articula a los compromisos de seguimiento a estos acuerdos y a la necesidad urgente de contribuir con propuestas a todos los niveles en que se gestan las decisiones económico-políticas que suelen aplicarse, en general, sin la consulta a la sociedad civil.

Quito, Ecuador, julio, 2001

(1) Carmen Ramos Escandón: "Historiografía, apuntes para una definición en Femenino", en Debate Feminista, Año 10, vol.20. Octubre, 1999.

* Leonor Aída Concha, En la presentación del libro de REMTE