ALCA y mujeres: más allá del comercio y de los impactos sociales
El alcance de nuestra mirada. Partimos de que el ALCA es mucho más que comercio: sus normativas inciden en la economía toda, en los Estados y en la vida de la gente; es parte de una estrategia geopolítica de mayor alcance. La posición de las mujeres no puede quedar circunscrita a los aspectos o impactos sociales y laborales; están en juego definiciones estratégicas para nuestros países y nuestras vidas, frente a las que nos situamos como actoras económicas, como ciudadanas, reivindicando el derecho a decidir en estos cruciales asuntos.
Nuestras relaciones con la economía, con el mercado, con el comercio, no son secundarias o marginales. Hacemos importantes contribuciones con nuestro trabajo remunerado (muchas veces subpagado) y no remunerado; impulsamos múltiples iniciativas para generar ingresos y para garantizar la sobrevivencia de la población toda; estamos presentes, cada vez más, en todos los espacios. Afrontamos, pese a ello, desventajas e injusticias, porque las desigualdades de género están instaladas en el corazón mismo de la economía.
Cómo afecta el ALCA a la mujeres
Entre los múltiples efectos pueden destacarse:
Producción
Condena a la desaparición a unidades productivas medianas y pequeñas, justamente donde hay más mujeres. Sectores especialmente perjudicados son los de alimentos y vestido, en los que ya pueden verse los efectos de la invasión de mercancías de fuera.
Promueve la apropiación privada, vía patentes, del patrimonio colectivo generado especialmente por las mujeres durante siglos: semillas, artesanías, prácticas curativas; en adelante se deberá pagar para usar estas tecnologías, diseños y conocimientos.
En ambos casos se afectan las capacidades productivas, la soberanía alimentaria y la calidad de vida.
Empleo y trabajo
La previsible quiebra de unidades productivas rurales y urbanas, lo mismo que la privatización de empresas y servicios públicos generan desempleo (siendo las tasas femeninas siempre mayores). Como contraparte, puede darse una muy limitada generación de empleos precarios, aplicando una flexibilización laboral regresiva, que desconoce derechos de las mujeres.
Servicios, Salud y calidad de vida
Al someterse todos los servicios básicos (agua, luz, telecomunicaciones, educación, salud) al control privado con fines de lucro, el acceso a los mismo se limita, generándose más exclusiones, privación de derechos, deterioro de la calidad de vida, especialmente de las mujeres abocadas a incrementar su trabajo para el cuidado de las familias.
Democracia y equidad
Los Estados y los gobiernos no podrán dictar políticas soberanas de desarrollo económico, ni definir políticas sobre producción, distribución, redistribución; tampoco utilizar su capacidad de compra e inversión para estimular, por ejemplo, producción y empleo de las mujeres, para promover equidad de género.
Las mujeres proponemos cambios sustanciales en el modelo económico y en el comercio internacional: estos ya no deben estar regidos por el interés particular, la explotación, la competencia, que generan injusticias, empobrecimiento, depredación ambiental. Proponemos una economía que priorice la atención de necesidades humanas, que potencie diversas maneras de organizar la producción, que supere desigualdades e injusticias, especialmente las que afectan a las mujeres. En función de ello, el comercio internacional debe estar regido por normas y acuerdos basados en la solidaridad, la complementariedad, la colaboración, y no en la competencia y el dominio de los poderosos.
Proponemos a nuestros gobiernos: detener el ALCA e impulsar otra integración.