Paraguay: Defendiendo la vida contra las políticas de muerte
La Coordinadora Nacional de Organizaciones de Mujeres Trabajadoras Rurales e Indígenas (Conamuri) se dirige a la opinión pública en general, en relación a lo acontecido el día de ayer, jueves 6 de septiembre, durante la homilía del obispo Mario Melanio Medina, en Villa Florida (Misiones); ocasión en la que el presidente de facto del Paraguay interrumpió sobresaltado la ceremonia religiosa, ante el repudio expresado por el obispo contra los transgénicos y ante la decisión del Gobierno actual de liberar el algodón y otros rubros genéticamente modificados, y manifestamos cuanto sigue:
En nuestro país existen, según estimaciones, 350 mil campesinos y campesinas sin tierra, cantidad en riesgo de aumentar a medida que las plantaciones transgénicas vayan desplazando, sin misericordia, a las comunidades rurales. El proceso de descampesinización que implica necesariamente la introducción de los monocultivos y la producción mecanizada también afecta gravemente a los territorios indígenas, que ven amenazados sus modos de vida al saberse reducidas sus fuentes de sobrevivencia, con la desaparición de los bosques, la muerte de los animales silvestres y la contaminación de las aguas; la biodiversidad, en fin.
En el campo paraguayo, como en el de toda la región del cono sur de nuestro continente, los casos de muertes por intoxicaciones con agrotóxicos, malformaciones y aborto por exposición o inhalación, suman cada día su nueva víctima, ya escapando del drama particular para convertirse en un problema social. Basta con recorrer las comunidades rodeadas de cultivos de soja en los departamentos de Itapúa, Alto Paraná o Canindeyú, para entender por qué proliferan los enfermos de cáncer, por qué tantas mujeres paren niños deformes o por qué otras tantas abortan y no necesariamente por un acto de voluntad. Solo es abrir los ojos y entender la relación de estos hechos con la realidad de los transgénicos; pero por si acaso esto a Federico Franco no le bastase, puede bien remitirse a estudios científicos que demuestran la peligrosidad de los productos que, Monsanto a la cabeza, se generan en el mundo.
El mandatario del golpe desafió al obispo a que le presentara pruebas ciertas sobre los peligros transgénicos. Él sabrá qué intereses tan grandes lo mueven hasta el punto de animarse con tanta temeridad a semejante reto. Él sabrá cómo lidiar con su consciencia el día de mañana, cuando ya no haya tierra fértil para sus nietos, ya no haya cauces ni bosques ni nada de vida en las entrañas de su patria. Él sabrá hacerse hoy del sordo y del ciego, pero la historia no olvidará el nombre de quien, en la memoria colectiva, pasará a ser “el presidente transgénico”.
Desde la Conamuri exhortamos a Federico Franco a informarse mejor acerca de la pérdida de las semillas nativas y criollas en las comunidades, las amenazas a la pequeña producción campesina y la soberanía alimentaria, y le declaramos nuestro repudio absoluto a sus políticas agrarias que solo traerán más miseria para muchos, y mucho para pocos.
No obstante, seguiremos firmes como mujeres rurales bregando por la vida, con la convicción de que la reforma agraria no será posible en este gobierno surgido del fraude, certeza que, sin embargo, no desalienta nuestras luchas.
¡Cuán largo es el horizonte de extinción de la vida allí donde los transgénicos se instalan con su paquete asesino!
¡Silvino Talavera, presente!
Asunción, 7 de septiembre de 2012