Costa Rica: ¿No ha estudiado el TLC?

2007-04-13 00:00:00

Entender el TLC, más que un ejercicio intelectual, constituye una tortura. Ir descubriendo algunos de sus anticostarricenses y retrógrados contenidos, es por supuesto doloroso. Sin embargo, es su estructura, las referencias a otras legislaciones y a numerosas leyes, las excepciones de excepciones y los negativos de negativos, lo que dificulta el estudio del TLC.

Muchas personas, aceptándolo casi como pecado, confiesan que no lo han leído. Lo ideal sería que lo estudiaran; sin embargo, existe evidencia paralela que puede permitirles formarse una opinión sobre el Tratado propuesto.

Primero, un grupo de costarricenses con voz, incluyendo los negociadores, se dedicó a repetir antes y en el período de las negociaciones, que el TLC era urgente, que con él nos desarrollaríamos, que era fundamental para que el país progresara. Esta actitud desesperada indicó a EE. UU. que Costa Rica diría sí a cualquier solicitud.

Efectivamente, ocurrió así. Cuando se muestra urgencia por un trato, se pierde todo el poder de negociación. Si una persona quiere una casa y se dedica a decir públicamente que le urge comprarla, si le intentaban cobrar 10 le terminan cobrando 20. No es necesario conocer la casa ni el precio pactado, para saber que se compró cara por la actitud desesperada del comprador. De igual manera, quien no ha leído el TLC puede tener la seguridad que se negoció mal, debido a esa proselitista desesperación mostrada por sus impulsores.

Segundo, este TLC es prácticamente idéntico en sus contenidos, estructura, condiciones y obligaciones, al de Nicaragua, Honduras, México, Guatemala, Marruecos, Colombia, Ecuador, etc. Todos parten del mismo paradigma ideológico y promueven el mismo modelo de desarrollo. ¿Dónde están los estudios hechos por los costarricenses que promueven este TLC, en los cuales llegaron a la conclusión que lo que le sirve, por ejemplo, a Nicaragua y a Marruecos es lo que le sirve a Costa Rica? ¿O es que imitando la tradición de algunas ideologías dichosamente moribundas, van a intentar convencernos de que existen recetas universales en materia de desarrollo? No hace falta leer el TLC para saber que no se redactó tomando en cuenta nuestras particularidades históricas, logros, debilidades y aspiraciones y que por lo tanto no es bueno para Costa Rica.

Tercero, previo el período electoral, el entonces candidato don Óscar Arias no quiso debatir el TLC, a pesar de que nos invitaron en numerosas ocasiones para ese fin. Acepté en todas y don Óscar en ninguna. ¿Por qué si el TLC es tan bueno, el candidato que lo anunció como su propuesta de gobierno y que afirmó que sin el TLC \"nos lleva el diablo\", no lo defendió en un debate? Si sus argumentos fuesen buenos, ¿por qué no aprovechó para mostrar en un debate que yo estaba equivocado? Todo costarricense que no lo haya estudiado puede concluir que quien lo impulsaba no quería exponerse a que se le demostrara ante los votantes que este TLC no le sirve al país.

Cuarto, entre los países desarrollados no existe uno solo que haya llegado ahí con políticas iguales a las que nos obligaría el TLC. Ni siquiera hoy, cuando algunos de esos países tienen ingresos per cápita casi ocho veces mayores que el de Costa Rica, se atreverían, por ejemplo, a la apertura a las importaciones de sus sectores agrícola e industrial, en las condiciones de este TLC. Las personas que no lo han estudiado pueden concluir que si ningún país desarrollado ha puesto en práctica el conjunto de políticas incluidas en el TLC, es porque esa no es la ruta para el desarrollo.

Quinto, México es el único país latinoamericano con un TLC en vigencia por un período largo, lo que permite evaluar resultados. Aún los más convencidos promotores de estos TLC concuerdan en que fracasó en temas como el empleo y la competitividad. México ha perdido 26 puestos en el ranking de competitividad mundial. Su tasa de crecimiento en el período de su TLC ha sido muy inferior a la que tenía antes del TLC, e incluso a la de Costa Rica sin TLC. Su tasa de desempleo se incrementó, la expulsión de emigrantes hacia Estados Unidos casi se duplicó y desaparecieron 1,3 millones de agricultores. Para quien no ha estudiado el TLC aquí está otra razón para oponerse a este TLC.

Sexto, se han gastado miles de millones de colones en campañas televisivas, radiofónicas, por la prensa escrita, en documentos, videos, viajes, invitaciones, consultores, etc., promoviendo el TLC. Nunca se había visto tal despliegue de dinero destinado a promover una ley o un Tratado. Los y las costarricenses saben que ese dinero ha salido de las grandes empresas extranjeras y de unos pocos grandes empresarios costarricenses y ni un cinco del empresariado costarricense mediano o pequeño, ni de la clase media y de los sectores de menores ingresos y pobres del país. ¿Por qué se ha dedicado tanto dinero a impulsar el TLC? En estas circunstancias, ¿hace falta estudiar el TLC para saber a quién beneficia? ¡Dime quién paga la campaña multimillonaria y te diré a quién beneficia el TLC!

En fin, así como no hace falta leer Mein Kampf para oponerse a sus contenidos, pues los hechos protagonizados por su autor, Hitler, bastan, de igual manera, aunque en una dimensión no tan dramática, estos seis hechos permiten oponerse a este TLC incluso sin leerlo.