Monseñor Sanabria, TLC y los obispos de hoy
En la década de los 40, con unas \"personas a favor y otras en contra\", los ciudadanos se manifestaron hasta en las calles apoyando unos, y otros en contra, del Código de Trabajo y las Garantías Sociales. Monseñor Sanabria no tuvo miedo de enfrentar a las fuerzas poderosas y sus medios publicitarios para expresarle claramente a la comunidad costarricense cuál era el criterio de la Iglesia. No titubeó para dar con firmeza la opinión orientadora a la comunidad cristiana y a sus pastores. Envió sacerdotes al exterior a educarse y prepararse para ser guías en la confrontación que iba a darse con la implementación de las leyes sociales.
Fue luz que iluminó el espíritu de los costarricenses y guía para encontrar el camino hacia el bienestar social y la paz que hemos alabado en algún momento, pero sin dar una mirada a nuestra historia patria para enriquecer y ordenar bien nuestro pensamiento. No le importó lo que pensaran de él los enemigos del progreso. Lo vi dejarse crucificar en las páginas del Diario de Costa Rica, donde se burlaban con vileza, presentándolo con \"la hoz y el martillo\" en su pecho sustituyendo el crucifijo, y acusarlo de comunista. Recientemente supe que a esos infundios injuriosos respondía sereno y valiente: \"No me importa los palos que me tiren de camino si yo sé para dónde voy.\"
Contrasta este legado y ejemplo de firmeza y valor con la timidez con que la Iglesia defiende su posición contraria al TLC. Posición que a estas alturas de la lucha no puede negar, pues le ha valido la queja del presidente Arias ante el Vaticano y el fariseísmo de los medios al servicio de los promotores de este engendro jurídico que pretende anexarnos para siempre a Estados Unidos, so pretexto de un tratado comercial.
Me pregunto a veces, entre otras cosas: ¿habrá amenazas de modificar la relación Iglesia-Estado así como cuentan 38 para aprobar el TLC? Pero bien, el presidente de la Conferencia Episcopal, preocupado por el pronunciamiento de un grupo de sacerdotes abiertamente en contra del TLC, sale en rueda de prensa a dar explicaciones y exhortarlos diciendo: \"Como pastores del pueblo de Dios en el que hay diferencias de criterios sobre el TLC, promuevan la unidad, la tolerancia y el respeto. (…) En vista de que prestan un servicio a la comunidad cristiana donde hay personas que están a favor o en contra del TLC, deben buscar la unidad, la reconciliación y la armonía\".
Explica: \"Creo que este grupo es minoritario, pero si se manifestó lo respetamos\".
Y refiriéndose a los argumentos, agrega: \"Son los que esgrimen los grupos en contra, sobre todo las razones ordinarias que se dan para oponerse al TLC, especialmente los que tienen que ver con los campesinos y la agricultura, y como ellos están más o menos con los campesinos y agricultores, pues ellos más bien se concentran en estos temas\".
Por su parte, los sacerdotes aducen que: \"La mayoría de los firmantes del comunicado somos de zonas rurales y trabajamos con agricultores, (…) hemos visto cómo las políticas gubernamentales desfavorecen al sector agrícola y ahora con el TLC pondrán a nuestros campesinos a competir contra productores subsidiados. Uno se aventura a pensar si las consecuencias serán similares a las de México\".
Pero, además, tenemos el criterio del Cardenal Rodríguez Maradiaga que nos dice que este modelo está convirtiendo a estos países en maquiladoras, y agrega en forma contundente: \"Sirve a pocos y excluye a las mayorías\". \"Ha sustituido a Dios por el mercado, al cual diviniza\". \"Se abren las fronteras a las mercancías pero se cierran a los seres humanos\".
Los señores obispos de la Iglesia Católica han señalado sobradamente con valentía los males que puede traer a Costa Rica este TLC. La decisión que debe tomar el país no admite términos medios, está muy claro que debe ser SÍ o NO.
Los que están de acuerdo es porque están seguros de que van a salir beneficiados, o los que por desinterés no le han puesto atención al asunto. También son los que están confundidos por causa de la propaganda millonaria engañosa del Gobierno y los empresarios favorecidos que desde hace más de dos años atarantan a la gente día y noche con su promoción de mercadeo porque no resisten el debate serio.
Aquí es donde la Iglesia no debe ser neutra. Porque sería injusta con los cristianos de la comunidad que van a salir perjudicados.
Si Jesús hubiera sido \"reconciliador\" y \"tolerante\", los mercaderes habrían terminado apoderándose del Templo. Y si se hubiera dejado asustar por los fariseos para caer en sus trampitas, no habría logrado cumplir su misión.
Fuente: La Prensa Libre