“Los alimentos no son mercancía sino vida, y la vida no se negocia con nadie”
La Cumbre Social pide soberanía alimentaria y la democratización de la propiedad de la tierra
Un nuevo modelo de desarrollo que contemple una reforma agraria integral y que garantice la soberanía alimentaria, reclamaron hoy los movimientos sociales en la primera jornada de debates en la Cumbre Social por la Integración de los Pueblos que se realiza en Cochabamba.
Todos los pueblos del continente tienen el derecho a producir sus alimentos de forma independiente, priorizando formas de producción familiares, sociales y cooperativas, lo cual implica evitar que las transnacionales patenten las semillas, coincidieron varios representantes de la región que participaron en la mesa Agricultura, Tierra y Territorio, uno de los 13 temas ejes de la Cumbre Social.
Aurelio Suárez, presidente de la Asociación Nacional por la Salvación Agropecuaria de Colombia y miembro de la Red Colombiana de Acción Frente Al Libre Comercio (Recalca) propuso desarrollar un modelo que democratice la propiedad rural, independiente de los capitales extranjeros.
Luís Patrolas, integrante del Movimiento Sin Tierra del Brasil, resaltó que en los últimos 5 o 7 años aparecieron nuevos enemigos para el movimiento campesino. Ahora no son sólo los patrones, si no también las transnacionales y principalmente el capital financiero internacional los que obstaculizan la aplicación de políticas públicas que favorezcan a los que trabajan la tierra. Petrolas coincidió con Suárez en que son las transnacionales las que fomentan los monocultivos en América Latina, y las que buscan controlar la tierra, los créditos y el agua, principalmente.
El brasileño planteó tres desafíos para la integración agraria del continente: primero, exigir a los gobiernos la expropiación de tierras que sean propiedad de transnacionales; segundo, desarrollar un gran proyecto de reforma agraria con base en la consigna tierra para todos y educación popular; y tercero fomentar el comercio solidario entre los pueblos, sin la intervención de las transnacionales.
Reinaldo Sosa, integrante de las Misiones Alimentarias de Venezuela, destacó que el gobierno de Hugo Chávez ha hecho mucho por los indígenas y campesinos, pero su país aún está lejos de alcanzar la soberanía alimentaria. Sosa destacó que Venezuela ha capacitado a más de 260 mil campesinos (o lanceros, como se hacen llamar) en el cultivo de productos agroecológicos. El activista destacó la importancia de la organización popular y colectiva en materia agrícola.
El boliviano Renato García, miembro de la Coordinadora de Integración de Organizaciones Económicas Campesinas de Bolivia (CIOEC) enfatizó que la soberanía alimentaria es fundamental para los campesinos, y que los trabajadores del campo viven para alimentar a sus naciones. García subrayó que los bajos precios actuales de los productos están matando a los campesinos, y son la causa de la migración del campo a la ciudad. Por ello hizo énfasis en la necesidad de subvencionar la producción agrícola y evitar la mercantilización de los alimentos.
El ecuatoriano Pedro Quimiamba propuso llevar adelante una reforma agraria integral, que contemple los valores de complementariedad, solidaridad y convergencia a nivel continental.
Francisca Rodríguez de Chile fue la más aplaudida. En un emotivo discurso, la representante de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas de Chile (ANAMURI) destacó que la integración no sólo debe ser de los pueblos, sino también de sus luchas. “Debemos luchar para que el conocimiento de nuestros pueblos no sea avasallado por el capitalismo, hay que denunciar que nuestras semillas naturales están prisioneras en los bancos genéticos”, dijo esta productora antes de llamar a la lucha conjunta contra los alimentos transgénicos. “El régimen capitalista nos tiene enfermos”, comentó.
El hondureño Rafael Alegría, de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo, se refirió a los orígenes de esta importante organización que ha crecido a nivel mundial a través Vía Campesina Internacional, luchando principalmente contra la Organización Mundial del Comercio (OMC). Se ha derrotando al ALCA y al modelo neoliberal en América Latina; ha llegado la hora de construir un propio modelo económico, comentó. Alegría hizo notar que los alimentos no son mercancía, sino vida, “y la vida no se negocia con nadie”.
Los asistentes coincidieron en que es necesario eliminar los monocultivos en América Latina, prohibir los productos transgénicos y luchar contra las transnacionales. Ahora el objetivo es alcanzar la soberanía alimentaria, respetando la biodiversidad y la cultura de los pueblos.