TLC: demócratas abren un nuevo naipe
La búsqueda de un TLC con los EEUU ha entrado en una situación irónica. Como el voto de los sindicalistas ha sido decisivo en la victoria electoral de los demócratas, el próximo Congreso va a atender sus reclamos. La cuestión es que uno de los primeros pedidos ha sido que se cambie la norma laboral de los TLCs en curso.
Esto significa exigir a los países de la cola del TLC -en este momento Colombia, Perú y Vietnam- que adecuen sus leyes laborales a los estándares de la OIT. No es internacionalismo proletario. La idea es más bien que los beneficios de los trabajadores de aquí son una competencia desleal con los trabajadores de allá.
Con lo cual ahora presenciaremos el divertido espectáculo de los empresarios que aprobaron un TLC sí o sí debatiéndose entre su deseo de tratado y su resistencia a que mejore la situación de los trabajadores. Además están las estrictas exigencias de la AFL-CIO (la CGTP gringa, pero con punche) para la ecología de nuestro país.
Valiente papel hubiera hecho el presidente Alan García de haber escuchado a quienes le recomendaban moverse por entre las oficinas del Capitolio en Washington. Quizás ahora los mismos le recomienden una estrategia sindicato por sindicato, para explicar que no se puede encarecer la mano de obra peruana (los famosos sobrecostos).
Ya aparecerá quien denuncie al sindicalismo de los EEUU por intromisión en los asuntos internos del Perú, si bien esta acusación no ha sido hecha en ninguno de los otros reclamos del norte. En los otros casos, como la agricultura, se ha entendido piadosamente que la globalización es simplemente así, y que debemos resignarnos.
No se trata de un pedido abierto de aumento de los sueldos peruanos, sino de vigencia de un conjunto de derechos que aplicados terminarían en lo mismo: no al trabajo infantil o al trabajo forzado, trato equitativo y equidad de género, libertad sindical. El Perú es uno de los países del mundo con récord de quejas ante la OIT por estos temas.
La primera reacción del gobierno peruano ha sido contactar directamente a los dirigentes de la AFL-CIO para argumentar que somos un país con enormes necesidades sociales. Perú está dispuesto a renegociar y mejorar el status de sus trabajadores para mantener los empleos que hoy dependen de los buenos niveles de exportación.
Sería interesante escuchar la opinión de los gremios laborales peruanos sobre esta paradoja en la que sus colegas del norte quieren que el trabajador peruano gane más para que compita menos. En todo caso, si se reabre la negociación laboral, la negociación agrícola que tanta resistencia causa en el Perú también debería ser reabierta.