Campaña Cero Desalojos Informa:

San Salvador: resistencia y victoria contra el desalojo

2006-11-07 00:00:00

El 30 de octubre de 2006, es un día histórico para los habitantes del Centro de San Salvador. Los inquilinos de mesones organizados en cooperativas de vivienda por ayuda mutua, ACOVICHSS, ACOVIVAM y ACOVIHSAL, protagonizaron una jornada de resistencia pacífica ante el Juez Primero de Inquilinato, quien había resuelto desalojar a 14 familias de un mesón de pequeñas champas de lámina, por las que pagan $35.00 dólares mensuales. Los inquilinos pertenecen a ACOVIVAM.

El juicio era contra el mesonero, que cobraba la renta y no pagaba a la propietaria. Muchos dicen que de “compadre hablado”, el hombre huyó para dejar a la dueña en libertad para enjuiciarlo.

El lanzamiento había sido programado para las 9:30 de la mañana. Desde tempranas horas, los cooperativistas se plantaron frente al mesón, con mantas y pancartas: No al desalojo!, Señora Sara de Angelucci, somos gente honrada que necesita la vivienda!, Vivan los habitantes del centro histórico!.

Como es usual, llegó el Juez y su Secretario, tres policías dándoles protección y el abogado de la propietaria. También llegó un vehículo con personal de seguridad privada, con grandes troncos de madera, con los que planeaban derribar las viviendas. Los cooperativistas solidarios, con su espíritu de lucha muy alto. Los habitantes del mesón muy tensos, con caras de preocupación. Una compañera con 26 años de vivir allí, lloraba desconsolada en la puerta del mesón.

El Juez se sorprendió al ver el gentío, caminaba de un lado a otro, llamaba a su ayudante, se secreteaba con el abogado de la propietaria. Fueron minutos de mucha tensión para ese hombre setentón, con su elegante traje y corbata bien planchados, enfrentado a la pobreza más brutal, champas humildísimas: Esta es mi casa le decía una señora con mirada triste, yo vendo dulces en la esquina, si quiere vamos. Adentro sólo había un catre de lona y un bulto de ropa en el piso. Señor Juez, aquí vivo yo, quiere ver?, le decía con voz tierna una señora con su vientre de 8 meses. Aquí qué es?, preguntaba el juez, es el servicio, allí vamos todos. Era un retrete desvencijado y manchado por los hongos, pero limpio, en el que las catorce familias hacen sus necesidades.

En el patio del mesón, un grupo de ancianas sostenía una manta que decía: “Señor Juez Primero de Inquilinato, su resolución NO está apegada a derecho, según la Ley no se puede desalojar a los que viven en mesones!”. Una señora, de oficio payasita de piñatas, le dijo muy educada, señor Juez, puede leer aquí?. El hombre se paró y leyó el cartel con detenimiento y no dijo nada. Se notaba que internamente estaba conmovido, aunque con autoridad pedía que no se le tomaran fotos, que se saliera Dimas Pinto y esa señora (yo). Dimas se salió, yo me quité la chaqueta y los lentes y así camuflada me mantuve en el grupo. Solo Baltasar podía interactuar con él, como Apoderado Legal de las familias. Afuera en la calle, los cooperativistas agitados por Nadya, Elvin, Mario Roberto y Fabricio, gritaban consignas.

Momento de gran tensión, parecía que el Juez concretaría el lanzamiento. Entonces fueron los llamados a FUNDASAL para que Zonia convocara Prensa, al momento teníamos 4 medios de comunicación documentando en proceso. El Juez los miraba de reojo y leía sus identificaciones. Callaba, estaba pensativo. En secreto, el Juez y su asistente concluían que allí, efectivamente era un mesón, tal como explicaba el escrito que llevó la gente a su despacho días atrás. La Ley de Inquilinato sanciona que un mesón es un inmueble habitado por más de 4 familias. Allí vivían catorce.

Después de recorrer una por una las piezas, el juez reunió a los inquilinos y preguntó el nombre a cada uno. La consigna era no dar datos personales, con eso podían hacer una demanda más. Cómo se llama usted?. Eso no se lo puedo decir corazón!, le contestó una señora. Un silencio respetuoso era la respuesta de otro. Un no con la cabeza del zapatero. Labios apretados. Les preguntó quién les cobra, cuánto pagan, están al día con los pagos. Cuánto tiempo de vivir allí. Si dicen que el mesonero se fue, quién les cobra entonces. Manda a un muchacho, cómo se llama. No sabemos. Les da recibo, no, el solamente apunta en un cuaderno.

Finalmente el fallo: Voy a suspender el desalojo, por esta vez, después veremos que hacemos.

Entonces explotó la alegría de los de adentro que aplaudieron muy fuerte. Al llegar la noticia, los de afuera gritaron a más no poder. En medio del griterío, el Juez salió, con su Secretario, con sus policías y el abogado de la dueña. Ésta se había paseado en su carro último modelo frente al mesón, seguramente para verificar si ya podía comenzar a construir su nuevo centro comercial. Pero al ver el movimiento popular, seguramente se dio cuenta de que no la va a tener fácil.

Después nos reunimos todos en la calle, para compartir la felicidad. Para fortalecernos más. Muchas caras todavía sorprendidas de que sí se puede. ¡Si se pudo!. A los gritos de Nadia y Elvin, todos contestábamos: Pueblo que lucha triunfa, Pueblo que lucha triunfa!, La vivienda es un derecho, no una mercancía!. Vivan las cooperativas de vivienda!. Viva ACOVICHSS!, Viva ACOVIVAM!, Viva ACOVIHSAL!.

Ahora tenemos que planificar el contraataque.