El color del feminismo
El discurso dominante del feminismo en Brasil, igual que en muchos países en la región, habla de desarmar
el mito de la fragilidad de las mujeres, el cual se ha usado históricamente para justificar a la protección
paternalista de los hombres a las mujeres. Sin embargo, cuando hablamos sobre la fragilidad femenina,
debemos preguntarnos: ¿de cuáles mujeres estamos hablando?
Las mujeres negras somos parte de un grupo que nunca ha sido tratado como frágil. Somos mujeres que,
durante siglos, hemos trabajado como esclavas en las fincas y como prostitutas en las calles; como
vendedoras atrás de los mostradores de las tiendas; y como empleadas domésticas atrás de las puertas de
gente extraña.
En tiempos pasados estuvimos al servicio de jovencitas delicadas y dueños sádicos de los ingenios
azucareros; hoy, somos las criadas de mujeres liberadas, o somos "mulatas" para la exportación. ¡Nuestro
contingente de mujeres nunca entendió ni una palabra cuando las feministas dijeron que las mujeres
deberían de salir de sus casas para trabajar!
Cuando hablamos de romper el mito de la mujer como reina de la casa, o quebrar el pedestal de la musa
adorada por los poetas: ¿a cuáles mujeres nos dirigimos? Las mujeres negras formamos parte de un sector
en el cual no somos reinas de nada, representadas como las anti-heroínas de la sociedad brasileña, que se
basa en el ideal de estética de las mujeres blancas.
Igualdad de oportunidades
Cuando hablamos de asegurar la igualdad de oportunidades para las mujeres y los hombres en el mercado
laboral: ¿para cuáles mujeres estamos formulando esa propuesta? Somos parte de un contingente de
mujeres cuyo nivel escolar nos excluye de la misma idea de igualdad de oportunidades en el trabajo.
Cuando hablamos de promover la conciencia con relación a la salud de las mujeres: ¿en cuales mujeres
estamos pensando? Somos parte de un contingente de mujeres descartadas por el sistema de salud, porque,
según el mito de la democracia racial, generalmente no se requiere recoger datos según el color de los
pacientes -información indispensable en evaluar y manejar la salud de las mujeres negras en Brasil-.
Como sabemos gracias a datos provenientes de otros países, las mujeres blancas y negras están expuestas a
riesgos de salud diferentes, y por lo tanto tienen necesidades de salud distintas que requieren tratamientos
distintos.
Nuestro potencial reproductivo ha recibido una atención especial. Asesores del gobierno han sugerido la
esterilización masiva de las mujeres negras, basándose en el razonamiento de que si no se restringe el
aumento de la población negra, para el año 2000 constituiremos una mayoría absoluta y podríamos
competir por tomar las riendas del control político del país.
Identidad y participación
El discurso clásico acerca de la opresión de las mujeres no toma en cuenta la diferencia cualitativa de la
opresión que afrontan las mujeres negras y el efecto que esto ha tenido, y sigue teniendo, sobre nuestra
identidad y participación en la sociedad.
Hablar de una identidad femenina implica reconocer que, más allá del aspecto sexual, el aspecto racial es
un factor esencial en el análisis de la identidad. Un 50% de las mujeres en mi país son negras, y enfrentan
un tipo muy específico de opresión, es decir, la violencia racial, lo cual es una característica de la sociedad
brasileña.
El nivel de inequidad que existe entre las mujeres blancas y negras en Brasil es un indicativo de la distancia
social entre las mujeres negras y los demás sectores de la sociedad. Son profundas las inequidades sociales,
en el sentido de la educación formal, participación en el mercado laboral formal, y ingresos mensuales, etc.
Desbalance social
Con relación al acceso a la educación, los datos publicados en el censo de 1980 son espeluznantes: la cifra
de analfabetismo entre las mujeres negras es aproximadamente 48%, mientras para las mujeres blancas es
de 24%.
Los ingresos promedios mensuales también varían mucho según el color de la persona. Mientras un 85%
de las mujeres negras viven por debajo del nivel de la pobreza, esta cifra es un 64% para las mujeres
blancas.
El nivel de desbalance social entre las mujeres blancas y negras se repite entre los hombres negros y las
mujeres negras. Obviamente los logros del movimiento feminista han beneficiado más a las mujeres
blancas, y los logros del movimiento negro tienden a beneficiar al hombre negro, dejando a la mujer negra
en la pésima situación de ocupar el rango más bajo de la jerarquía social en Brasil.
Alternativas
Como respuesta a este estrangulamiento social, han surgido organizaciones específicas, que tienen el
propósito de desarrollar estrategias propias para combatir la discriminación racial y social que perjudica a
las mujeres negras.
Sin embargo, para que esta doble militancia sea efectiva se requiere de un tercer objetivo: la organización
independiente de las mujeres negras como una fuerza política capaz de discutir alianzas en condiciones de
equidad con el movimiento negro, el movimiento de mujeres, y otros sectores organizados de la sociedad.
* Sueli Carneiro pertenece al GELEDES
** Publicado en el Boletín Cimarronas No. 5, enero de 1999