Costa Rica: Guarde los perros
Le hago esta solicitud porque fíjese que el 23 me propongo marchar contra el Tratado de Anexión en el que usted con tanta terquedad se empeña, y no me gusta nada que un perro me muerda, ni tan siquiera que me enseñe los colmillos. No es conveniente la presencia de esos perros que van sujetos a la traílla policial y asustan a la gente sin que la gente les haya hecho nada.
¿Para qué sirven estos pobres animales que en su inocencia no saben lo que hacen? ¿Acaso tienen la misión de proteger los dólares que por ahí circulan para pagar los gastos subterráneos del Tratado? ¿Saben algo los perros de Tratados? No, no saben nada. De manera que si atacan es porque obedecen a la voz del amo. Y puesto que son servidores públicos, los canes, el amo viene siendo el Estado, o sea usted que se siente Luis XIV sin que le calce la peluca. Es más prudente dejar los perros en su perrera, porque si salen a la calle se orinarán sobre la academia sueca que a estas horas debería despremiarlo. Que no se hagan los suecos, bastante responsabilidad le cabe.
No dañe todavía más su imagen internacional ya de por sí muy deteriorada después de sus decretos para la fabricación de armas y del uranio con fines nucleares. Cuando los firmó no pensó que en un mundo globalizado el aleteo de una mariposa en el Caribe puede desatar una tormenta en Asia y al revés ¿Qué tal que un aleteo en Corea se nos transforma en tormenta por acá? Rarísimo capricho pacifista el de quién pretende convertir a su propia patria en un blanco militar.
Volvamos al 23 que es día muy importante. Por higiene también hay que guardar a los caballos, no muerden pero ensucian. Si usted permite ejercicios ecuestres de la fuerza pública ese día, la Asamblea Legislativa quedará como feria ganadera después de una subasta. ¿Se imagina a sus 29 anexionistas resbalando sobre la acera del primer poder de la República con los pies llenos de boñiga? ¿Qué tal que en ese momento vaya pasando por ahí un fotógrafo de Granma, o de Le Monde, o del New York Times?
Y luego quedan los garrotes, las bombas lacrimógenas, las balas, cuyo control no siempre es previsible. Piense que la situación podría volverse inmanejable. No vaya a sucederle lo que le ocurrió a don Luis Alberto Monge a quién su ministro no le obedecía. Póngase a pensar en lo que dirá Rigoberta Menchú… qué de chismes entre sus colegas de la paz...piense en los libros de Historia...
Antes de quedarle mal a todo el mundo, ¿no sería más sensato quedarle mal tan solo a UNO y luego de quitar los animalitos, armas, guardias, quitar también el Tratado? .Muerto el perro se acabó la rabia. Y hay mucha rabia. Y va en aumento. Y usted lo sabe.