Colombia: Crónica de un delegado de la Misión de Verificación sobre Sierra Nevada
Sobrevolar la Sierra Nevada es empezar a conectarse con los cuatro pueblos indígenas que perviven en ella. La imponencia de los picos nevados Colón y Bolívar , como la gran reserva natural e hídrica que mana de la madre tierra, es muestra que quienes viven allí, viven armónicamente con ella; aunque muchos claros de bosques denoten de igual manera que otros seres intervienen en detrimento de esa armonía.
Al llegar a Valledupar, la brisa de la Sierra te invita a sumergirte en ella, de pronto un pueblo a sólo 35 minutos de Valledupar, en uno de los sitios sagrados de los cuatros pueblos es el sitio obligado a empezar a compenetrarse con la madre naturaleza. “en los besotes autoridades indígenas de los cuatro pueblos: Arhuacos, Koguis, Wiwas y Kankuamos preparaban el sendero, la espiritualidad nos invadió, su fortaleza y resistencia milenaria nos intimidó; lo condensado en un documento conjunto en el que piden respeto por la diferencias, sus usos y costumbres, nos retó a redoblar los esfuerzos para visibilizar la problemática de este sector e incidir en que el intervensionismo extranjero y nacional por los grandes recursos que poseen su territorio sea sujeto de verdaderas consultas a partir del respeto por las diferencias y de ellos como pueblos milenarios”, esta es una de las tantas impresiones que compartimos el día de ayer, los delegados de la Misión Internacional de Verificación en su primer día en la Sierra Nevada.
Aunque, en el documento conjunto reflejan la problemática compartida como guardianes de la Sierra Nevada, a tan solo 7 minutos de Valledupar, rumbo al territorio Kankuamo, nos enfrentamos con una de las tantas realidades de este pueblo. La primera parada de este viernes fue la entrada a los corazones, testigo mudo de muchos de los más de 300 asesinatos que ha padecido el pueblo Kankuamo, luego a 10 minutos el portón rojo abrió sus hojas y al igual que los corazones nos contó el cómo fueron bajados de los carros de la vía muchos indígenas...para luego aparecer en la carretera asesinados por impactos de bala de gracia, otros con muchos signos de tortura.... todo esto ocurría a tan solo 4 minutos de uno de las 12 comunidades del pueblo kankuamo, Rio Seco, a 20 minutos de Valledupar y a pocos kilómetros de los retenes militares.
Siguiendo el recorrido, en una lomita, donde la señal de los celulares entra fácilmente, muchos de los Kankuamos quedaron incomunicados, mientras que otros en la intercepción (la Y) entre la vía que conduce a San Juan del Cesar Guajira y Patillal, fueron bajados de los carros de la vía por uniformados de la fuerza pública y luego encontrados en la Morgue de Valledupar, “camuflados y reportado como guerrilleros muerto en combate, otros incluso como NN, aunque sus familiares los reclamaran...”.
Con el corazón arrugado por la impotencia del relato de cada muerte anunciada en el “triangulo de los paras”, fuimos recorriendo y recreando las estaciones del vía crucis del pueblo Kankuamo hasta llegar a Atánquez, quienes con guardia propia (semaneros) nos custodiaban a ritmo de su música tradicional como el Chicote y la Gaita Serrana.
Los carrizos entonaron su melancólico ritmo, mientras hombres, mujeres, niños, ancianos con banderines de esperanza nos invitaban a entrar en sus casas, en sus recuerdo, en su dolor ... pero también en sus esperanzas y decisión de seguir perviviendo y luchando en y por su territorio. “muchas de nuestras ancianas, de nuestras mujeres tienen más de 10 años que no saben que es ponerse un vestido de colores, las flores de sus jardines se fueron marchitando, y las flores se plasmaron en los vestidos de luto. Luto que hoy desafiamos, pese que el dolor no mitigará y no queremos mitigar para no olvidar a los nuestros”, quedamos marcados, más que comprometidos a evidenciar el cómo un pueblo a pesar del dolor permanente, están dispuestos a seguir pintando y sembrando de colores los jardines ensombrecidos por la guerra que no les pertenece.
Este recorrido tenebroso, fue enmarcado con la noticia que un Fiscal de la Unidad Nacional de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, “aseguró a cinco militares adscritos al Batallón de Artillería No. 2 ‘La Popa’ de Valledupar, como presuntos responsables del delito de homicidio en persona protegida”, nos contaron que esa persona protegida se trató de Ever de Jesús Montero Mindiola, quien el 29 de agosto de 2003, fue presentado por los miembros del Ejército como un supuesto guerrillero de las Farc muerto en combate, registrado en el corregimiento de Patillal, zona rural de Valledupar. “el fue uno de los tantos que fueron bajados por grupos armados identificados como AUC y luego reportado por el ejercito como muerto guerrillero en combate”, Ever era un joven de 19 años de edad quien bajó a Valledupar al llamado de la Red de Solidaridad (hoy Accion Social) para el tramite respectivo por ser hijo mayor de edad del líder Kankuamo, Hugo Montero, quien fue asesinado ejerciendo como cabildo menor de su comunidad Guatapury.
Los militares cobijados por esta medida son: el Subteniente José Emiliano Moreno Trigos, el Cabo Carmelo Antonio Pacheco Ramírez y los soldados, Hugo Alberto Martínez Delgado, Juan Carlos Soto Sepúlveda y Jeiber Yesith de Ávila, para quienes la Fiscalía General de la Nación solicitó la suspensión inmediata ante la autoridad militar competente. Por casos como estos, el Estado Colombiano esta llamado a responder a las recomendaciones de CIDH. Pese a las medidas cautelares y provisionales el pueblo Kankuamo vive en una tensa calma... los actores han cambiado, las estrategias igual... en la misma dimensión que su resistencia por vivir y morir de viejos en su territorio, como sus antepasados.
ANTECEDENTE: En la década de los 80 se inicia un proceso de reconstrucción cultural y social, al mismo tiempo, debido al abandono del Estado, empiezan a hacer presencia en el territorio los grupos insurgentes. En 1999, con la disculpa de un supuesto reaccionar a la presencia de los grupos guerrilleros, los paramilitares ubican su base de operaciones en la región de los Corazones y Badillo, a pocos kilómetros de Valledupar. Desde allí se realizan incursiones armadas al interior del resguardo, ejecutando masacres y asesinatos selectivos, a través de la instalación de retenes móviles en la vía Resguardo kankuamo – Valledupar. En octubre del 2002, se expide la Resolución Defensorial NO. 24 en la que el Defensor del Pueblo solicitó al Estado colombiano implementar las medidas necesarias para la prevención de violaciones de Derechos Humanos en la Sierra Nevada. El 24 de septiembre del 2003, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, solicitó al Estado Colombiano, adoptase medidas cautelares “para preservar la vida, integridad e identidad cultural del pueblo kankuamo”. El 5 de julio de 2004, la CIDH, solicitó medidas provisionales, requiriendo al Estado para que garantizara inmediatamente la “protección de la vida e integridad personal del pueblo kankuamo”. Desde 1986 hasta la fecha, han sido asesinados 253 indígenas Kankuamos y más de 400 familias han sido desplazadas y más de 50 indígenas en los últimos dos años han sido detenidos y judicializados presuntamente por “rebelión”, otra manera de atacar... del 2000 al 2006 los asesinatos han sido 167 lo que indica un 66 % de los asesinatos... Los Kankuamos, hijos de Selokankua y Seynekun, moran estas tierras al norte de Colombia, en el municipio de Valledupar, departamento del Cesar, en la vertiente suroriental de la Sierra Nevada de Santa Marta, entre las cuencas de los ríos Guatapurí y Badillo. El pueblo kankuamo está conformado por doce comunidades, con una población aproximada de 14 mil habitantes. Mediante resolución 012 del 10 de abril del 2003, se reconoce el resguardo indígena kankuamo, que legalmente no abarca la totalidad del territorio ancestral que le pertenece desde tiempos inmemorables a este pueblo. “los primeros padres espirituales, cuando todo estaba oscuro, en el plano donde nuestra vista no puede alcanzar, dieron origen al espíritu y al pensamiento...”:kankuamos hijos de tierra fértil.
Valledupar, 23 de septiembre del 2006