EL DIA DEL ORGULLO 2006

2006-06-30 00:00:00

Celebremos un año más del inicio de las revueltas que abrieron el camino para la búsqueda de justicia un sector de la población marginado, maltratado y sobre todo, ilegalizado. Las revueltas de Stonewall del 28 junio de 1969 ha quedado como el hito de la lucha por la liberación. Desde entonces ha corrido mucho agua bajo los puentes. En Europa, conservadora y católica sobre todo, logramos que los nórdicos metieran el cuchillo de las igualdades dentro del sistema jurídico y finalmente el Parlamento Europeo en 1992 aprobó una ley europea que invita a todos los estados miembros a hacer una ley de no discriminación por orientación sexual y por lo tanto una ley de parejas análoga a eso. Antes algunos nórdicos había logrado aprobar su ley en Dinamarca y Noruega y luego de eso en Holanda, Francia y España. Los enemigos de la ley salieron desde el Vaticano, tan Europeo que abrió un caso contra la decisión del Parlamento de 1992. Luego vino la arremetida del propio Papa Juan Pablo II quien comenzó a vociferar contra estas leyes de matrimonio o de pareja. La campaña en España contra el matrimonio homosexual en el 2005 fue liderada por un jesuita, de los curas ilustrados. Hicieron marchas masivas. La iglesia está en política activa en este asunto. Debe de ser una homofobia institucional internalizada por los pedófilos que aparentemente pululan en su seno.

Felizmente en África había un movimiento –apoyado desde Noruega en los 80– y había, sobre todo, muchas ganas y mucha gente y lograron no solo meter el punto en su nueva constitución de 1996 sino instalar la primera cláusula antidiscriminatoria por orientación sexual en una constitución. Les costó muchos muertos y mucho sudor pero al caer el régimen del apartheid, el ANC y Mandela tomaron este asunto como de primordial importancia política. Fue un hito que dejó olas. En Argentina comenzó la lucha por una ley de parejas en la ciudad de Buenos Aires, en Ecuador la lucha por el cambio constitucional y en México una ley de parejas para el Distrito federal.

Previsiblemente, se avanzó mucho en Ecuador y Argentina, no así en México. Hubo luego un cambio legal en Chile, que permanecía siendo el más retrasado en derechos sexuales y reproductivos y al introducirse la ley del divorcio se puedo de algún modo despenalizar la homosexualidad. Hay que recordar la vergüenza hemisférica que significó que Nicaragua, al caer el gobierno sandinista en 1990, cediera a la presión del cardenal Obando y Bravo, y pasaran una cláusula anti sodomía en el código penal en 1991.

En México la lucha por la ley de parejas en la ciudad de México rebotó ante la falta de apoyo del propio partido de gobierno de la ciudad, el PRD, el sector progresista. Esto debe de alertarnos que no hay simetría entre regímenes políticos progresistas y avances en la lucha de los derechos por orientación sexual. Puede hacerse un recorrido por los gobiernos progresistas de América del Sur de los últimos años y ninguna ha avanzado en términos de no discriminación por orientación sexual ni menos en una ley de parejas. Quizás Brasil sea el más avanzado.

Lo que ha cambiado en estas décadas es que al menos existe el suficiente oxigeno ahora como para que en diversos países hayan postulado candidatos abiertamente GLBT a cargos en el Parlamento. Casi ninguno ha tenido éxito salvo en Brasil, nuevamente. El freno sigue siendo el machismo, el patriarcado y la homofobia. Eso no ha cambiado. Quizás los grados de machismo, patriarcado y homofobia hayan cedido un poco, si es que cabe el matiz. Del insulto en México a los GLBT va de la mano con los muertos, como en la Guatemala de siempre y en Colombia. Hay países con más o menos muertos pero no hemos podido eliminar la violencia por orientación sexual. Al menos ahora es visible. No podemos desterrar los prejuicios ni podemos hacer que los sectores más progresistas se compren el pleito, pero al menos ya no se ve bien hacerlo. Los más retrógrados son ahora los que discriminan abiertamente, como siempre, dejando la cancha partida en dos.

Al avance matizado descrito hay que ponerle las sombras de la intolerancia creciente que han surgido desde el Vaticano que ya pasó a hacer política abierta en los países para evitar las leyes de las igualdades, declarándose nuestro enemigo frontal, acompañado de la presencia musulmana en Europa que ha restringido los grados de libertad y de debate sobre temas que antes eran obvios. En los países musulmanes aún no se ve mejoras en el logro de las libertades sexuales básicas. Las muertes por lapidación siguen presentes para nuestros hermanos y hermanas, en un horror que debe de impedir la realización personal y felicidad de mucha gente. No todo es negativo con las iglesias, sin embargo. La Iglesia de Inglaterra, ha debido debatir en los últimos dos años el tema de una mujer obispa y de un obispo abiertamente gay en Estados Unidos y aunque no se han dividido, han tenido tocar el tema ampliamente. Si bien la feligresía de la iglesia de Inglaterra no es tan numerosa como la Católica o musulmana, es una discusión teológica la que está curso. Al discurso Vaticano de que los homosexuales no estamos en el Plan de Dios– tomado del sermón de Corpus Christi en Lima dado por el Cardenal el año 2000–, los anglicanos le están contraponiendo la dignidad de la persona y el derecho a la felicidad humana. Desafortunadamente el seno del poder Vaticano ha sido copado por los sectores más reaccionarios del iglesia y va in crescendo.

El Vaticano y los Musulmanes no serían un problema tan serio para nuestros avances si no fuera porque el “paladín de la democracia” en el mundo, el país que está dispuesto a invadir a otro con tal de que obtenga la democracia, ha tomado la línea retrograda de no reconocer los avances en cuanto a derechos sexuales y reproductivos logrados en su territorio desde 1969. Paradójicamente el informe de Estados Unidos sobre derechos humanos sigue tocando este tema como central, pero dentro de Estados Unidos se ha retrocedido y las leyes estaduales que norman las leyes de parejas en algunos casos han sido anuladas por una decisión reciente de la corte suprema. También han retrocedido dentro de Estados Unidos en el asunto de la tortura y vemos con vergüenza como se tortura a seres humanos y se les echa la culpa luego de haberse suicidado. Es una vergüenza para la humanidad que eso continúe. Ya lo vivimos en Hispanoamérica de los 70 y 80 y no queremos repetirlo jamás.

Lejos estamos de cuando la homosexualidad era una enfermedad siquiátrica y un problema social. Pero lejos estamos de lograr que los sectores progresistas se compren nuestra demanda de igualdad y hagan pasar en sus parlamentos, ahora que están en el poder en gran parte de América Latina, leyes de parejas y no discriminación. En Cuba hay un cambio y el ataque el machismo cubano desde el seno del propio Partido Comunista es un aliento. No hay otros movimientos oficiales análogos todavía. Hay que reconocer, igualmente, que el grueso de los hermanos y hermanas en muchos casos aplastados por el machismo y el patriarcado no asocian sus libertades con la lucha social.

Solo nos queda caminar brazo a brazo, codo a codo, con la frente en alto como miembros felices de la sociedad y luchar hasta que logremos nuestras metas de igualdad. Cualquier logro en cualquier parte del mundo es un logro para todos. Cualquier retroceso también.

Con orgullo, ¡siempre!

México DF miércoles, 28 de junio de 2006