En días recientes se hizo del dominio público el Informe que el Relator Especial de las Naciones Unidas, Sr. Jean Ziegler, presentó sobre el derecho a la alimentación en Guatemala, tras su visita oficial, que tuvo lugar entre el 26 de Enero y el 4 de Febrero del 2005. El documento, en su conjunto, es sólido, amplio, bien fundamentado y propositivo. Entre sus recomendaciones, debe destacarse la que se refiere al TLC y sus previsibles implicaciones en perjuicio de los sectores más vulnerables del país. El Relator señala, literalmente:

"Es preciso velar por que las obligaciones emergentes del Tratado de Libre Comercio de Centroamérica estén en armonía con las obligaciones de Guatemala en materia de derechos humanos. Debería realizarse un estudio exhaustivo de las posibles repercusiones del Tratado de Libre Comercio de Centroamérica, y deberían establecerse redes de protección antes de aplicar las medidas, a fin de proteger la producción nacional de productos básicos (en particular, el maíz y los frijoles) y el derecho a la alimentación de las comunidades rurales que probablemente vayan a resultar perjudicadas ya que, de lo contrario, el libre comercio hará aumentar el fenómeno del hambre".

Se trata, pues, de criterios emitidos por la voz especializada, legítima y autorizada de las propias Naciones Unidas.

El Presidente Berger se ha llenado la boca afirmando que los cuestionamientos al Tratado de Libre Comercio provienen de personas y organizaciones que no lo conocen o que no lo entienden. Pretendiendo ser gracioso, tanto él como sus funcionarios han llegado al irrespetuoso extremo de afirmar que la población que se opone confunde el TLC con el PVC. Con ello, obviamente, lo que evidencia es su profundo menosprecio hacia lo que el pueblo piensa, su desinterés por lo que expresen los movimientos sociales y, además, pone al descubierto que en realidad son él y su Gobierno quienes, a sabiendas de la clara amenaza que el TLC lleva implícita en contra de los sectores populares, insiste en impulsarlo, en beneficio exclusivo de un pequeño pero poderoso sector empresarial al que sirve.

Pero resulta que esta vez son las Naciones Unidas quienes dan la voz de alarma y anuncian que el TLC puede ser una fuente generadora de mayor hambruna. Es poco probable que el Relator Especial confunda el TLC con el PVC. ¿Será que el Relator Especial de la ONU fue diabólica y malintencionadamente influenciado por la dirigencia de las organizaciones populares y de los movimientos sociales del país? Porque sus apreciaciones coinciden plenamente con lo que éstas han venido afirmando.

¿Qué va a decir Don Oscar al respecto?

¿Qué van a hacer los diputados que, al ratificar el Tratado, traicionaron a cada ciudadano que les otorgó su voto?

¿Cómo va a emitir su fallo la Corte de Constitucionalidad con respecto al Recurso que le fuera presentado, el cual evidencia que el TLC viola flagrantemente la Constitución de la República?

El Estado, en su conjunto, tiene la palabra.

Deben responder, de manera efectiva, a los contenidos concretos de la recomendación planteada por el Relator Especial de las Naciones Unidas.

En cuanto respecta al pueblo guatemalteco, le aseguramos al Señor Presidente que haremos valedera nuestra consigna y que, por ello,

¡La Lucha Sigue!

Guatemala, 5 de Marzo del 2006