La infame emulación entre Toledo y Uribe

2006-02-17 00:00:00

Las más recientes discusiones en torno al TLC que Colombia está
negociando con Estados Unidos llegaron a un tópico insólito. Llevado
por un proceso de negociación fundado en hacer concesiones al Imperio,
desde aceptar como estructura del Tratado la que propone la ley
comercial norteamericana de 2002 (TPA) hasta admitir que al final la
sede permanente del mismo sea Washington, el análisis está girando
ahora alrededor de si Colombia cerrará un acuerdo peor que el
concretado por Perú. El punto puesto por el equipo de Toledo es bien
alto en términos de capitulación y sigue negociando, más allá del
“apretón de manos”, y poniendo mayores cargas al pueblo y a la nación
peruanos.

Un triste ejemplo del perjuicio que el TLC traerá a Perú, y que tal
parece que Uribe está dispuesto a superar, es el capítulo de
agricultura. Según la edición No. 306 de la revista AGRO-NOTICIAS,
publicada en Lima, los agricultores de ese país perderían el primer
año por ingreso de productos norteamericanos subsidiados cerca de 370
millones de dólares sin contar que el Estado dejará de percibir como
resultado de la eliminación de aranceles 102 millones más. Y, tanto
como en Colombia, se identifica como principales afectados rurales a
los productores de maíz, trigo, algodón, cebada, arroz, lácteos, papa,
carnes (incluyendo cerdo y pollo), entre otros. Para ellos, igual que
Uribe, Toledo ha prometido “compensaciones” en este caso por menos de
30 millones de dólares anuales; es decir, inferior al 10% de la
pérdida total.

El reconocido economista Humberto Campodónico demostró que si Perú no
firmara el TLC y no se prorrogaran las preferencias arancelarias
denominadas como APTDEA, las exportaciones de ese país a Estados
Unidos no se derrumbarían; y un análisis de la revista explica cómo,
acorde con las ofertas peruanas a Estados Unidos, que más bien son
patéticas entregas, se perjudicarían cerca de 800.000 productores
agropecuarios, casi el 97% del total, ubicados en cerca de 550.000
hectáreas. Una auténtica masacre de campesinos. Ése es el resultado de
permitir el ingreso al Perú, desde el primer año de vigencia del TLC,
de cualquier cantidad de trigo, algodón, soya y otras semillas
oleaginosas, aceites crudos, cebada y otros granos y de carne de
bovino norteamericanos sin pagar ningún impuesto. Y, así
mismo, la de permitir la entrada para 500.000 toneladas de
maíz, 50.000 de arroz, 300 de carne de cerdo y 1.300 de trozos de
pollo también libres desde el primer año con el compromiso de que ese
volumen irá creciendo paulatinamente hasta llegar a arancel cero en
unos bienes a los 12 años, en otros a los 15, a los 18 y a los 25.
Para la leche se iniciará un descuento proporcional año a año del
impuesto del 50% en un periodo de 20 años.

¿Dónde está la diferencia con Uribe? No está en los textos en los
cuales ambos gobiernos ya accedieron a que Estados Unidos siga
subsidiando su producción y su comercio de productos agropecuarios y
en cambio estos países abandonarán la protección a sus nacionales del
agro eliminando los aranceles a las importaciones gringas. El
desacuerdo está en quién firma un cronograma de ruina más lesivo. Todo
avisa que Uribe predominará y con creces sobre el “Cholo”. No
solamente porque los mismos productos que en Perú franquearán
libremente las fronteras desde el inicio del Acuerdo también lo harán
con las de Colombia, sino también porque los arroceros de Huila,
Tolima y Meta acaban de denunciar que la concesión de Colombia a
Estados Unidos en esa rama va por encima que la que otorgó Perú. La
cantidad de arroz estadounidense que llegará sin pagar aranceles desde
cuando comience el TLC sería de 135.000 toneladas de arroz blanco, que
equivalen a 250.000 en cáscara, el resto continuaría ingresando
mediante una reducción hasta un arancel de 0% en 10 años desde una
base de 35%. Aquí Uribe entrega más que Toledo.

Así se derrumba la palabrería oficial en cuanto a que el gobierno no
firmará un TLC “si no es equitativo”. Ya no se habla de un TLC más
favorable a Estados Unidos que el de Centroamérica, se menciona uno
que deberá ser más ventajoso para las ambiciones imperiales que el de
Perú. Y, si en agricultura así está aconteciendo, los expertos en
Propiedad Intelectual denuncian lo mismo. Sin duda, el gobierno de
Álvaro Uribe se consagra como campeón latinoamericano de la
obsecuencia, líbrenos de la continuación de sus inicuas políticas que
sólo reclaman a viva voz reconocidos promotores de la destrucción del
país, como los Hommes, Montenegros y análogos.

- Aurelio Suárez Montoya, La Tarde, Pereira, febrero 7 de 2006