Quo Vadis?
Bogotá, 10 de febrero de 2006 El presidente Uribe anunció su viaje a Washington a dar un empujón político al cierre de la negociación del TLC. En ella, la mayoría de los asuntos ya fueron entregados y aceptadas las exigencias de Estados Unidos, pero subsisten algunos temas que por su particularmente grave e inmediato impacto social, el gobierno no se ha atrevido a entregar formalmente y menos en vísperas de una campaña electoral. Ya en el agro, solamente se habla de dos productos sensibles el arroz y los cuartos traseros de pollo, sin que se sepa hasta el momento, los demás productos, que al comienzo se anunció que se defenderían, a cambio de que se entregaron y la noticia de que decidieron cruzar, por enésima vez, las líneas rojas de las cuales prometieron no pasar, solo presagia graves calamidades. Esta semana, Uribe se reunió con varios gremios que representan a los sectores más afectados y a pesar de la gravedad de la situación, de la intransigencia de Estados Unidos y de la obsesión gubernamental de firmar, algunos de ellos, sospechosamente, declararon que se sentían protegidos por el gobierno y confiaron en que el primer mandatario, iría a derrotar con sus argumentos a los inflexibles negociadores gringos. Todo esto es una fábula que la opinión debe rechazar categóricamente. En los últimos meses Uribe se ha encontrado con Bush por lo menos tres veces para pedirle consideraciones especiales. Los ministros encargados de la negociación han hablado con todos los niveles de la administración, incluyendo al Representante Comercial y miembros del Consejo de Seguridad. Pastrana se ha encargado de los congresistas. Han usado todos los matices de la súplica y no han encontrado respuestas satisfactorias. Con estos antecedentes, no es creíble que, la irrupción de Uribe en la negociación vaya a alterar algo. Estados Unidos ha definido con claridad que el parámetro básico de las negociaciones es el TLC con Colombia es el que firmó con Perú, e incluso en el caso de textiles mandó a los colombianos a negociar con Perú algunas modificaciones del texto. El cronograma del Congreso de Estados Unidos, indica que el TLC no se podría ratificar este año, a menos que Bush le diera una prioridad, para la cual parece no tener el capital político. Sin embargo el representante comercial de EEUU anunció que empujaría en el Congreso los TLC, primero el de Omán y Perú y en los próximos meses el de Panamá y Colombia. Entonces Estados Unidos no tiene afán a menos que Uribe sacrifique todo, e incluso dos días antes de la cita crucial, ni siquiera habían definido el día de sesiones de la mesa de textiles y de la de propiedad intelectual. Si el primer mandatario, que no hace nada sin calcular su efecto electoral, va a cerrar el TLC, no caben sino dos posibilidades: que se decidió a inmolar el país para recuperar la confianza de los Estados Unidos tan deteriorada por la participación de los paramilitares en la política y que en su arrogancia está seguro de ganar la reelección o que va a hacer al mismo tiempo un acto supremo de lagarteo y una salida a escena con el mensaje a la opinión de que hizo lo posible pero no pudo y que más adelante, -después de las elecciones-, se reanudarán las mismas. De paso el viaje le permitirá decirle al oído al gobierno estadounidense que estén tranquilos que les hará todas las concesiones pero más adelante. Cualquiera que sea el resultado del viaje será funesto para el país. Si cierra será a costa de la soberanía y la producción nacional y si se compromete a firmar después de las elecciones, será un intento de sustraer del escenario electoral el debate sobre el TLC, tema que ha sido su principal proyecto de gobierno y que con una eventual reelección, seguramente continuará en primera línea. Si la decisión es la primera será traición a la patria, si es la última demostrará que prefiere por cálculos electorales, impedir el franco debate sobre todo lo que ya se ha entregado en las negociaciones, aunque formalmente no se hayan cerrado. El gobierno quiere firmar pero no sabe cuando y mientras el primer mandatario deshoja la margarita, el descontento se acentúa. La conferencia episcopal mandó una fuerte advertencia alertando sobre los peligros del tratado. El alcalde de Bogotá propuso una consulta popular el 27 de mayo. Los arroceros en todo el país llaman a la movilización. Los productores de caña y panela anuncian campañas en su contra y hasta el presidente de Fedegan pidió no ir a Washington si los Estados Unidos no cambiaban de posición Las encuestas arrojan que la mayoría de la población rechaza el tratado y solamente el 37 por ciento lo apoyan y en casos como los textiles supuestamente ganadores netos, el 40 por ciento de los empresarios no creen que esto sea así. A pesar de que el gobierno dictó a un grupo de empresarios un comunicado de apoyo a la firma inmediata del TLC, que fue publicado en la prensa nacional, los candidatos uribistas al Congreso deben estar preocupados, pues si su jefe firma ya, no contarán con los votos de importantes sectores agrarios. El gobierno colombiano ha sugerido la posibilidad de un plan B, plan que hasta la fecha se había negado a contemplar: pedir la renovación del ATPDEA, como una salida para intentar contrarrestar la mala imagen del TLC, Es necesario conminar a los candidatos a las corporaciones públicas sobre su actitud ante el TLC y exigirles un compromiso de rechazarlo en caso de que llegue al parlamento. Hay que poner en primer plano del debate electoral este tema e impedir que el gobierno lo retire del debate. Red Colombiana de Acción frete al Libre Comercio y el Alca, Recalca Página web: www.recalca.org.co Correo electrónico: recalca@etb.net.co