Luego de Hong Kong, es urgente la movilización en las Américas para parar a la OMC
Llamado a la movilización contra el acuerdo de la OMC
Después de los fracasos de Seattle y Cancún, la VI Conferencia Ministerial de la OMC en Hong Kong acabó en un mal acuerdo para los pueblos y un gran atraso para los países que buscan una chance para su desarrollo.
En la tentativa de defenderse de la ofensiva de los países desarrollados para abrir más y más mercados para sus servicios y productos no agrícolas (NAMA), los países en desarrollo confirmaron, refugiados en una agenda defensiva, que la OMC poco tiene para dar a los pobres y que está lejos de ser una herramienta de desarrollo, volviéndose, al contrario, una arma potencial de destrucción de empleos y generación de desigualdad.
La reunión ministerial demostró que además de tener una agenda fracasada, la OMC está lejos de ser un ejemplo de "multilateralismo y democracia". Las negociaciones fueron hechas todas en el llamado formato de "green room" (sala verde), en la que apenas algunos países de un total de 150, participan, y grupos como el G-90 (muchos de los países más pobres), fueron considerados como uno sólo. La idea del regateo colectivo quedó reducida a una gran cantidad de reuniones de lobby que expusieron a los países menos desarrollados a la presión de los grandes jugadores de la ronda (entre ellos Brasil e India).
Por medio de una "gran habilidad" para transformar nada en cosa alguna, la negociación de agricultura se redujo a la discusión sobre una fecha para el fin de los nocivos subsidios a las exportaciones, que sin duda alguna no justifica en nada el grandilocuente canto de victoria del G-20 que consiguió poner a 2013 como fecha final.
Se percibe claramente un gran maquillaje de palabras donde los beneficios para los países en desarrollo son irrisorios y, como lo afirmaron miembros de La Via Campesina presentes en Hong Kong, la pobreza en el campo continuará avanzando y en los 8 años más que quedan hasta 2013 miles de hogares campesinos serán destruidos.
A cambio de esto, nuestros empleos y medio ambiente continúan bajo la amenaza de la llamada formula "suiza" (cortes mayores para las tarifas más altas, utilizadas generalmente por los países en desarrollo), que aunque haya sido relativizada en el acuerdo, se consolidó como la formula para la reducción de tarifas a la importación de los productos no agrícolas (industriales y otros).
Desde el comienzo de las negociaciones, el Brasil y otros países en desarrollo siguen ofreciendo apertura en NAMA y servicios a cambio de concesiones en agricultura, en un intercambio irracional que condena el futuro de nuestra industria a la primarización y el futuro de los trabajadores al desempleo y la precarización. La Declaración Ministerial institucionaliza la práctica de este "toma y daca" mediante la inclusión de una cláusula que los gobiernos del G-20 defienden como una gran victoria.
A diferencia del capítulo sobre agricultura, en servicios la declaración es mucho más resolutiva y específica. Avanza en la consolidación de la modalidad plurilateral que abre espacio para que los países desarrollados con fuertes intereses en ese sector (generalmente empujados por sus grandes corporaciones transnacionales) "inviten" a los demás a negociar en un contexto de reglas que dejan poquísimo margen para la no aceptación. Otra gran preocupación es la entrada del tema de compras gubernamentales - uno de los nuevos issues que salió por presión del G-90 de la negociación en 2004 - en el anexo de Servicios. Los países desarrollados reintroducen por aquí y vuelven a presionar un tema que ya estaba fuera de discusión.
La insistencia para el fortalecimiento mutuo de las instituciones internacionales - OMC, FMI, Banco Mundial - llamado en el léxico de la negociación coherencia, vuelve con fuerzo en el acuerdo, con diversas cláusulas que interrelacionadas se transforman en un gran paquete antidesarrollo, que involucra incluso al tema de la deuda y su relación con el comercio, especialmente para los países más pobres.
Vimos con gran preocupación la actuación de Brasil e India en las negociaciones. Luego de impulsar la positiva generación de un espacio que reúne a los países en desarrollo y menos desarrollados del planeta (el llamado G-120) para construir una articulación política de más aliento, utilizaron esa iniciativa y espíritu de unidad para presionar a esos países a firmar la declaración final, para muchos de ellos odiosa en varios sentidos (en particular en servicios).
Nos sumamos a lo que campesinos y campesinas, trabajadores, pescadores, migrantes, mujeres y jóvenes venidos de todo los rincones del planeta expresaron en Hong Kong, el rechazo rotundo a las negociaciones de la OMC.
Llamamos a las organizaciones del mundo, y en especial de las Américas, a aumentar de forma urgente el nivel de movilización durante el año 2006. El acuerdo firmado en Hong Kong como describimos mantiene todos los peligros presentes antes de la reunión al presentarlos en una serie de directrices que aún deben ser especificadas y que sin la oposición y presión de los pueblos podrán consolidarse y transformarse en un instrumento generador de más desigualdad para nuestros países.
2006 es crucial para la conclusión de la Ronda "anti desarrollo" de Doha, sólo con la presión de los pueblos podremos, de hecho, frenar a la OMC, que junto con los demás acuerdos de libre comercio que sufrimos en nuestro continente, transforman todos nuestros derechos en mercaderías.
Gritemos en las Américas el grito de las calles de Hong Kong
Kong Yee Sai Mau!! Paremos a la OMC!!!