Perspectica de nuestra lucha
Lo que estamos haciendo
El Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra se constituyó hace muchos
años, como resultado de las luchas concretas de los campesinos por la reforma
agraria. Nos consideramos los herederos de muchos otros movimientos sociales que
lucharon por la reforma agraria en la historia del Brasil, desde los tiempos de la
lucha contra la esclavitud.
Nuestro movimiento se propone utilizar tres formas básicas para llevar adelante la
lucha por la reforma agraria:
a) Organizar a los campesinos, que luchan por la tierra en la base, y construir un
amplio movimiento social de masas, que rescate la lucha por nuestros derechos.
b) Conscientizar a la sociedad y los sectores ya urbanizados de que la reforma agraria
es una lucha de todos, y que implica transformaciones económicas, políticas y
sociales que beneficiarán a toda la sociedad. Por eso, no interesa tan solo a los sin
tierra.
c) Desarrollar todas las formas de presión popular para garantizar que el gobierno
desencadene el proceso de reforma agraria. Como por ejemplo, manifestaciones,
marchas, audiencias públicas, caminatas, acampamentos y ocupaciones de
latifundios.
Los resultados de nuestra lucha
El MST está articulado a nivel nacional desde 1984. Desde su fundación ya alcanzó
muchas victorias y conquistas. Fueron más de 1.200 latifundios ocupados, que ahora
se transformaron en proyectos de asentamiento y atienden a más de 150 mil familias
de trabajadores rurales, en 7 millones de hectáreas.
El desarrollo de la producción en esos asentamientos es muy diferenciado, en razón
del potencial de las tierras expropiadas, de las oportunidades de mercado, del acceso
al crédito gubernamental (Procera) y de las políticas agrícolas oficiales. En todo
caso, las investigaciones y los informes oficiales concuerdan en señalar que las
familias ya no pasan más hambre en los asentamientos, que todos mejoraron de vida
en comparación con su situación anterior al asentamiento, y que todas las áreas
ocupadas producen significativamente más de lo que lo hacían cuando estaban en
manos de los latifundistas.
En términos de política agrícola conquistamos del gobierno la implantación de una
línea especial de crédito rural para los asentamientos, que se llama Procera, y que
destina anualmente en torno a los 100 millones de dólares para las familias
asentadas, con intereses subsidiados y condiciones de pago más adecuadas.
En el MST estamos desarrollando un sector específico para acompañar y organizar la
producción y la comercialización, que lo llamamos el Sector Cooperativista de los
Asentados (SCA). Gracias a este trabajo ya tenemos organizados más de 400 tipos
diferenciados de asociaciones. Hay 53 cooperativas de producción colectiva, 8
cooperativas centrales a nivel estadual y una confederación nacional de las
cooperativas de la reforma agraria. En muchos asentamientos se instalaron pequeñas
agroindustrias. Y hay casos ejemplares que se destacan en la producción, superando a
las empresas capitalistas instaladas desde hace años.
Hemos conformado también un sector de educación, con miras a la democratización
de la enseñanza, para todos los niños y adultos de los asentamientos, y por una
escuela pública de calidad. Este sector busca organizar las escuelas de primer nivel
en los asentamientos y también dar capacitación específica al profesorado, con
métodos adecuados. Además organiza cursos especiales de segundo nivel, en los
cuales los asentados pueden estudiar y prepararse como profesores (cursos de
magisterio) y como técnicos en administración cooperativista. Por otro lado,
estimulamos para que los alumnos sigan estudiando, y ya tenemos más de 80 de ellos
matriculados en universidades.
En el año de 1992 la FAO (órgano de las Naciones Unidas para la agricultura) hizo
una investigación en todos los asentamientos del Brasil para evaluar su situación real.
Y pudo constatar que, entre otros indicadores socio-económicos, la renta media de
una familia asentada equivale a 3.7 salarios mínimos; muy por encima de la renta
media del trabajador rural normal. Que el paro de la mano de obra es tan solo del
14% en promedio, y que el capital de las familias se valorizó en una media de 250%
después de que fueron asentadas.
Este estudio señala, asimismo, que la mortalidad infantil promedio en los
asentamientos disminuyó a 15 por mil (mientras en el país es próxima a 100 por
mil), precisando que en los de las regiones sur y sudeste ella fue eliminada.
A pesar de todas las dificultades que resultan por la falta de apoyo gubernamental, el
nivel de abandono promedio de las familias de los asentamientos a escala nacional es
del 22%. Lo que es considerado por la FAO como satisfactorio, comparado a otros
procesos de asentamiento en todo el mundo. Sin embargo en Brasil todavía puede ser
considerado como elevado en razón de que hubo muchas deserciones de los
proyectos de colonización en las regiones del norte brasileño, donde persisten las
peores condiciones de vida, con presencia de la malaria y sin atención médica. En la
región nordeste el nivel de abandono baja al 15%, y en la región sur y sudeste es de
tan solo el 4%.
Lo que estamos haciendo
El Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra se constituyó hace muchos
años, como resultado de las luchas concretas de los campesinos por la reforma
agraria. Nos consideramos los herederos de muchos otros movimientos sociales que
lucharon por la reforma agraria en la historia del Brasil, desde los tiempos de la
lucha contra la esclavitud.
Nuestro movimiento se propone utilizar tres formas básicas para llevar adelante la
lucha por la reforma agraria:
a) Organizar a los campesinos, que luchan por la tierra en la base, y construir un
amplio movimiento social de masas, que rescate la lucha por nuestros derechos.
b) Conscientizar a la sociedad y los sectores ya urbanizados de que la reforma agraria
es una lucha de todos, y que implica transformaciones económicas, políticas y
sociales que beneficiarán a toda la sociedad. Por eso, no interesa tan solo a los sin
tierra.
c) Desarrollar todas las formas de presión popular para garantizar que el gobierno
desencadene el proceso de reforma agraria. Como por ejemplo, manifestaciones,
marchas, audiencias públicas, caminatas, acampamentos y ocupaciones de
latifundios.
Los resultados de nuestra lucha
El MST está articulado a nivel nacional desde 1984. Desde su fundación ya alcanzó
muchas victorias y conquistas. Fueron más de 1.200 latifundios ocupados, que ahora
se transformaron en proyectos de asentamiento y atienden a más de 150 mil familias
de trabajadores rurales, en 7 millones de hectáreas.
El desarrollo de la producción en esos asentamientos es muy diferenciado, en razón
del potencial de las tierras expropiadas, de las oportunidades de mercado, del acceso
al crédito gubernamental (Procera) y de las políticas agrícolas oficiales. En todo
caso, las investigaciones y los informes oficiales concuerdan en señalar que las
familias ya no pasan más hambre en los asentamientos, que todos mejoraron de vida
en comparación con su situación anterior al asentamiento, y que todas las áreas
ocupadas producen significativamente más de lo que lo hacían cuando estaban en
manos de los latifundistas.
En términos de política agrícola conquistamos del gobierno la implantación de una
línea especial de crédito rural para los asentamientos, que se llama Procera, y que
destina anualmente en torno a los 100 millones de dólares para las familias
asentadas, con intereses subsidiados y condiciones de pago más adecuadas.
En el MST estamos desarrollando un sector específico para acompañar y organizar la
producción y la comercialización, que lo llamamos el Sector Cooperativista de los
Asentados (SCA). Gracias a este trabajo ya tenemos organizados más de 400 tipos
diferenciados de asociaciones. Hay 53 cooperativas de producción colectiva, 8
cooperativas centrales a nivel estadual y una confederación nacional de las
cooperativas de la reforma agraria. En muchos asentamientos se instalaron pequeñas
agroindustrias. Y hay casos ejemplares que se destacan en la producción, superando a
las empresas capitalistas instaladas desde hace años.
Hemos conformado también un sector de educación, con miras a la democratización
de la enseñanza, para todos los niños y adultos de los asentamientos, y por una
escuela pública de calidad. Este sector busca organizar las escuelas de primer nivel
en los asentamientos y también dar capacitación específica al profesorado, con
métodos adecuados. Además organiza cursos especiales de segundo nivel, en los
cuales los asentados pueden estudiar y prepararse como profesores (cursos de
magisterio) y como técnicos en administración cooperativista. Por otro lado,
estimulamos para que los alumnos sigan estudiando, y ya tenemos más de 80 de ellos
matriculados en universidades.
En el año de 1992 la FAO (órgano de las Naciones Unidas para la agricultura) hizo
una investigación en todos los asentamientos del Brasil para evaluar su situación real.
Y pudo constatar que, entre otros indicadores socio-económicos, la renta media de
una familia asentada equivale a 3.7 salarios mínimos; muy por encima de la renta
media del trabajador rural normal. Que el paro de la mano de obra es tan solo del
14% en promedio, y que el capital de las familias se valorizó en una media de 250%
después de que fueron asentadas.
Este estudio señala, asimismo, que la mortalidad infantil promedio en los
asentamientos disminuyó a 15 por mil (mientras en el país es próxima a 100 por
mil), precisando que en los de las regiones sur y sudeste ella fue eliminada.
A pesar de todas las dificultades que resultan por la falta de apoyo gubernamental, el
nivel de abandono promedio de las familias de los asentamientos a escala nacional es
del 22%. Lo que es considerado por la FAO como satisfactorio, comparado a otros
procesos de asentamiento en todo el mundo. Sin embargo en Brasil todavía puede ser
considerado como elevado en razón de que hubo muchas deserciones de los
proyectos de colonización en las regiones del norte brasileño, donde persisten las
peores condiciones de vida, con presencia de la malaria y sin atención médica. En la
región nordeste el nivel de abandono baja al 15%, y en la región sur y sudeste es de
tan solo el 4%.