Colombia: Somos Indígenas
Medellín, noviembre 18 de 2005
Nuestros territorios son extensos, muchos de ellos selváticos, boscosos e impenetrables. Por allí no solo circulan tigres, dantas y armadillos, también lo hacen y con mucha regularidad los actores del conflicto que van de aquí para allá. Hemos intentado persuadirlos de que nuestros resguardos no son ni pueden ser escenario del conflicto, sin embargo la intransigencia de unos y otros no les permite entender nuestras palabras ni ver más allá de su munición. En ocasiones llegan "pidiéndonos" colaboración: una gallinita para el almuerzo de sus hombres, un guía para penetrar la arboleda, unos brazos para soportar sus equipajes, estas solicitudes van acompañadas de persuasivos argumentos contra los cuales no nos podemos negar. Si no es con los fusiles terciados y apuntándonos lo hacen con palabras de grueso calibre y amenazas molotov ante las cuales no podemos negarnos, so pena de terminar acribillados a mansalva. O desplazados.
Aprovechando el miedo que produce en nuestras comunidades su presencia, los actores del conflicto vienen sometiendo a los Pueblos Indígenas a sus caprichos. Cuando por algún motivo alguno de los armados cambia de bando o decide entregarse continúa apuntando hacia nosotros, en esta ocasión no lo hace con el arma de dotación sino con su dedo: nos señalan dizque por ser "auxiliadores" de ellos o aquellos cuando la realidad es otra, producto del amedrantamiento del que somos objeto cada día. En momentos de Política de Seguridad Democrática en donde todo se mide mediante cifras, así no se corroboren o sean producto de la realidad, los indígenas estamos siendo señalados de manera injusta por parte de unos y otros. "Que somos guerrilleros, que somos paramilitares, que somos informantes", cuando la realidad es una sola: somos indígenas y exigimos que nos dejen en paz.
A partir de esos reiterados señalamientos, para citar un solo caso, nos hemos enterado que los territorios del municipio de Urrao (compuesto a su vez por los resguardos de Majoré, Andaba y Valle de Pérdida) están siendo objeto de los armados que enfilan su munición contra los indígenas allí presentes. Se teme por ejemplo un bombardeo por parte de la Fuerza Pública como ya se ha presentado en otras ocasiones. La amenaza aérea ha provocado el desplazamiento de la mayor parte de la población allí asentada. En El Sireno asustan, las calles polvorientas están vacías, las gallinas no tienen quien las espante, el viento no tiene a quien incomodar. Si bombardean a esta comunidad como se presume, el dolor infinito que nos consume se convertirá en rabia, en sed. No nos importa como se llamen unos u otros, no nos interesan sus causas, tan solo queremos seguir llevando la vida sencilla que siempre nos ha caracterizado.
No somos guerrilleros, ni paramilitares ni informantes. Somos indígenas y exigimos que nos dejen en paz.
COMITÉ EJECUTIVO OIA