Ecuador: El fin de los pequeños productores agrícolas

2005-03-31 00:00:00

Dentro de la negociación del TLC entre Ecuador y Estados Unidos hay varios aspectos fundamentales sobre el tema agrícola que es necesario subrayar.

Supresión de subsidio El tratado contiene disposiciones que eliminan los subsidios a la exportación de los otros países, más no las ayudas internas y subsidios a la producción que reciben los agricultores de Estados Unidos. Estos subsidios representan el 40 por ciento de la producción agrícola de ese país. Se calcula que ascienden a 94.5 millones de dólares anuales. Un agricultor norteamericano recibe un subsidio de entre 16 y 20 mil dólares anuales, y Estados Unidos ha dejado muy claro que no incluirá en la agenda de discusión del TLC los subsidios y ayudas internas que dan a sus agricultores, y que hacen que su producción agrícola sea "más competitiva" que la de los agricultores ecuatorianos.

En el caso de Ecuador, la producción agrícola representa el 17,4 por ciento del Producto Bruto Interno (PIB), y cubre entre un 60 y 70 por ciento del consumo interno. De este sector depende la seguridad y soberanía alimentaria del país. Pero además, en el año 2000 generó el 40 por ciento del total de las divisas por exportaciones, en el 2001 bajó al 26 por ciento, En Ecuador, la dolarización restó competitividad al sector productivo en general por los incrementos en los costos de producción. A esto se debe añadir la ausencia de créditos e incentivos para la agricultura y de políticas relacionadas con el mercado interno, en especial para los sectores pequeños campesinos.

La mayoría de pequeños campesinos sobreviven con menos de 400 dólares anuales. En estas condiciones, las posibilidades de competir con la producción de los agricultores estadounidenses ayudados por el Estado, ó con las grandes multinacionales de alimentos agrícolas apoyados por el poder financiero internacional vinculado a estas transnacionales, es casi imposible.

Supresión total de aranceles y restricciones no arancelarias

Un 70 por ciento de la oferta agrícola ecuatoriana exportable a Estados Unidos tiene arancel cero, consolidado en la Organización Mundial de comercio (OMC). Es decir que Estados Unidos no puede imponer aranceles a esa producción, pues sería sancionado por el organismo comercial mundial. El 30 por ciento restante de la oferta exportable del país tiene arancel cero por las Preferencias Arancelarias Andinas (ATPDEA), que otorga Estados Unidos a determinados países bajo condicionamientos de adoptar determinadas acciones dentro de lo que ese país denomina la lucha contra el narcotráfico; estos acuerdos terminan en el 2006, por lo que deberían ser renegociadas. Este será un mecanismo que a Estados Unidos le interesa mantener.

Sin el TLC Ecuador, los sectores exportadores, tiene todas las ventajas posibles y no ha logrado aumentar las exportaciones a ese país. Al contrario, lo que sí permitiría este tratado, es la entrada libre de productos agrícolas provenientes de Estados Unidos que, apoyo y subsidios del Estado mediante, cuentan con altos niveles de productividad y condiciones de producción altamente competitivas. Esto significaría prácticamente la quiebra de los pequeños y medianos agricultores ecuatorianos.

Aplicación de las medidas sanitarias

Con el TLC se exigirá a Ecuador la aplicación de barreras sanitarias y fitosanitarias, que Estados Unidos utiliza en muchos casos para proteger su mercado, limitando el acceso de nuestros productos. Las controversias sobre estos aspectos se resolverían según las normas del país que importa los productos. Estados Unidos tiene una reglamentación muy fuerte con respecto a condiciones fitosanitarias de los productos que ingresan a su país, con lo que muchos de nuestros productos que hoy ingresan sin problema podrían quedar fuera de ese mercado. La misma precaución no le exime de enviar a Latinoamérica productos desechados, contaminantes, que en ese país no serían recibidos.

Por otro lado, el tratado impone plazos para evaluar los riesgos de los productos importados con el objetivo de acelerar el libre comercio. Estos plazos no toman en cuenta el derecho a la salud y a un ambiente sano, derogando el principio de la práctica de precaución. Esto daría paso, por ejemplo, al ingreso de productos transgénicos. El tratado no incluye nada sobre conservación ambiental, más bien, las medidas que tienen relación con la protección del medio ambiente y el cuidado de aspectos ecológicos serían eliminadas. Se empuja a la eliminación de medidas de salvaguardias o de seguridad alimentaria.

Uno de los puntos centrales que promueve este tratado es la ausencia de intervención gubernamental en la producción agrícola, menos en Estados Unidos donde sí interviene mediante subsidios.

Las pequeñas economías

Para el caso de las pequeñas economías familiares agrícolas, todo esto tiene impactos mucho más graves. La agricultura de los pequeños campesinos es el eje central de su sobrevivencia. Por otro lado, la agricultura tiene estrecha relación con la seguridad y soberanía alimentaria de los países. Es símbolo de identidad, de cultura, de un saber y conocimiento ancestral, que además respeta las dinámicas de la naturaleza.

Estas economías pequeñas vienen de un proceso de crisis muy fuerte, fruto de los condicionamientos estructurales del sistema capitalista, - la imposición de la revolución verde antes, y la propuesta neoliberal después-, que en el país se ha traducido en la ausencia de políticas agrarias orientadas para este grupo, ausencia de crédito, ausencia de espacios de capacitación, desmantelamiento del Ministerio de Agricultura, dependencia absoluta, sin control por parte del estado de los insumos agrícolas externos.

Adicionalmente, se asiste a un proceso de privatización de los recursos naturales y de reconcentración de las tierras. Todo esto ha vuelto a este sector mucho más vulnerable y mucho más empobrecido.

El TLC no solo acentúa esta crisis sino que, literalmente, le quita el derecho y el sentido de vida de los campesinos. La economía de mercado ha impuesto una lógica en la producción que ha roto con todo el conocimiento tradicional ancestral, ha introducido semillas extrañas. Pero fundamentalmente, esta lógica ha roto la lógica de producción familiar que mantiene a la familia, le brinda alimento, le genera empleo, cuida la naturaleza, valoriza los recursos locales. El pequeño y mediano campesino ecuatoriano necesita alternativas que dinamicen la economía y la lógica local, no tratados como estos que la destruirán.

* Quincenario Tintají, Quito, marzo de 2005 (Ecuador)