Sabiduría indígena: sí a la vida, no al TLC

2005-03-21 00:00:00

La Tarde, marzo 15 de 2005

Las elites culturales y las clases sociales dominantes
menosprecian a los pueblos indígenas. Heredando prejuicios
de los antiguos colonialistas, reverdecidos ahora por los
imperialistas, los creen seres inferiores. Al imponer ese
concepto en el seno de la sociedad, las comunidades de
indios se vuelven presa fácil para ser perseguidos,
despojados y exterminados. Son objeto de burla tanto que
cuando alguien comete un desafuero, se acusa que “se le
salió el indio”. Y, dado que se les considera salvajes, sus
aportes se atribuyen a la “malicia indígena”, a algo
instintivo, no venido de la razón.

El presidente Uribe, el jefe negociador del TLC, Hernando
Gómez, el ministro de Agricultura, Andrés Arias y el de
Comercio Exterior, Jorge H. Botero, inspirados en las
repugnantes manías racistas que predominan en torno a los
pueblos indígenas, calificaron como “ignorantes”,
“manipulados políticamente”, “carentes de información” y
con el infaltable “terroristas” a los 47.000 ciudadanos que
atendieron el llamado de los Cabildos y organizaciones
campesinas que convocaron la Consulta Ciudadana sobre el
TLC en seis municipios del oriente del departamento del
Cauca. Los mismos epítetos, en tonos más altos, les
extendieron a las 50.835 personas, el 98% de las 51.330 que
votaron en total, incluyendo a 4.778 entre 14 y 18 años
quienes acorde con la cultura indígena están en capacidad
de discernir, que votaron NO al TLC.

Uribe, Gómez, Arias y Botero no pueden discernir en el
dilema entre la vida y el TLC. cuando se ha medrado durante
toda la existencia en las cúpulas gremiales, en lo más alto
del escalafón burocrático oficial o en las instituciones
mundiales neoliberales no es posible entender que la vida
esté en riesgo para muchos que ven comprometida la
seguridad alimentaria o la presencia de las semillas
autóctonas o pierden el acceso a medicamentos baratos y a
tratamientos terapéuticos, ven atacada su cultura por las
poderosas industrias multinacionales o sufrirán el
menoscabo de la autonomía sobre su destino, del arraigo en
sus territorios y del control de recursos naturales como el
agua y la biodiversidad, por la práctica de la
“biopiratería”, convertidos en mercancía y objeto de
concesión a consorcios internacionales, y que, como
consecuencia de todo esto y de mucho más, ven inminente la
desintegración de sus comunidades y el quebranto de la
soberanía nacional.

Uribe y los suyos no reparan en que al convertirnos en
colonia de Estados Unidos, de sus empresas y de sus
inversionistas, colmados de privilegios en el TLC,
desaparece el primer requisito de vida para los ciudadanos:
la autodeterminación. contrario a la mayoría, afirman que
la sujeción completa a Tío Sam es la salvación de Colombia.

Es evidente que Uribe y su grupo no pueden consentir que
alguien no pertenezca a su secta de pensamiento único y que
jóvenes como los de la vereda El Trapiche del municipio de
Jambaló colocaran estas coplas en los muros de su escuela
referidas a la Consulta del pasado 6 de marzo: Esto dijo el
Presidente Bush/ tomándose una cerveza/ ahora sí a toditos/
les voy a dar en la cabeza. La lógica encerrada en ese
verso, y que a los tecnócratas debe parecerles elemental y
“sesgada”, es más contundente y objetiva que cualquier
Modelo de Equilibrio General , Matriz de Intereses
Ofensivos y Defensivos, Ejercicio de Costo- Beneficio que
muchos exigen para, al final, concluir de igual modo que el
país es un claro perdedor en el TLC.

El resto de ciudadanos colombianos debemos comportarnos
distinto al grupo gobernante y respetar y seguir el ejemplo
de las etnias NASA y de Guambía, exigir al gobierno emular
en democracia con dichas comunidades y, en consecuencia,
llamar a una consulta a todos los colombianos en torno a su
opinión sobre el TLC ya que existen normas legales que lo
facultan para ello. Y, como primera enseñanza que está en
el alma de la Consulta del Cauca, aprender que el proyecto
de vida de los individuos no puede entenderse sino en
compañía de los demás y en la felicidad conjunta. Es por
esto mismo que el himno del pueblo Páez dice: “…seguiremos
peleando mientas no se apague el sol…”.