Lecciones del Cauca
Tuve el honor de estar en el norte del Cauca el pasado domingo invitado como veedor, junto con Jorge Robledo, María Isabel Urrutia y otras personas, de la consulta popular que realizaron las comunidades indígenas sobre si Colombia debe firmar el TLC con USA.
Los resultados no pudieron haber sido más claros: 98% votaron por el no y aún más contundente, participó el 75% del censo electoral, muy por encima de los niveles usuales que en el Cauca se encuentran por debajo del 50% en el que ronda el promedio nacional.
La negación de la Registraduría de hacer la consulta llevó a las comunidades a demostrar una vez más su inmensa capacidad organizativa y movilización, realizándola ellos mismos, con todas las de la ley: urnas, actas, testigos, veedores nacionales y observadores internacionales.
Los alcaldes indígenas elegidos popularmente de los seis municipios trabajan de la mano de las autoridades tradicionales representadas por los gobernadores de los cabildos. Impacta la juventud de los líderes, hombres y mujeres, que hoy lideran el proceso, así como su claridad y lucidez. Los ancianos lideraron la lucha por la recuperación de los territorios y el reconocimiento constitucional de su autonomía, y ahora le corresponde a las nuevas generaciones la tarea de pasar de “tierra para la gente” a “gente para la tierra”. De esta manera me lo explicó el gobernador del cabildo de Jambaló, quien igual al alcalde, no tiene más de treinta años.
También contó cómo su hermano, gobernador antes de él, había sido asesinado por las Farc hace unos años, hecho que sirvió para fortalecer el proceso y darle nuevo sentido a la vieja institución de las guardias indígenas. Son éstas quienes prestaron la seguridad durante la jornada, armados únicamente con sus bastones de mando, pero sobre todo de la incuestionable autoridad social y moral. Producto de la larga tradición de lucha del pueblo nasa, de figuras como Juan Tama y Álvaro Alcué, su rechazo tajante a la guerra les han permitido mantener a raya los actores armados ilegales de sus territorios y han logrado hazañas como haber alcanzado la liberación del gobernador de Toribío, quien había sido secuestrado por las Farc.
No sería mala idea que el Ministro de Defensa, en vez de agredir a las Comunidades de Paz en Urabá, viera en el Cauca cómo es la guardia indígena que protege a la Policía, acuartelada sin mucho que hacer, ya que la autoridad real la ejerce la guardia.
Es bastante diciente que el tema que los hubiera convocado esta vez haya sido el TLC con USA. Contrario a la insinuación de alguno de los negociadores del Gobierno de que la decisión de los indígenas había sido el resultado de la ignorancia y el desconocimiento, yo me encontré gentes más dateadas y concientizadas sobre la materia que el parroquiano promedio de las grandes urbes del país. Así como fue la causa indígena enarbolada por los zapatistas, quienes encabezaron la oposición al Nafta en México, es significativo que la voz de alerta provenga del pueblo nasa, que defiende no sólo sus propias comunidades, sino el interés nacional de Colombia.
Pero además de decirle no al TLC, el Cauca nos está planteando una idea sencilla y profundamente democrática y, por ello, revolucionaria: que el TLC que se negocia con USA y que tendrá un efecto profundo sobre la vida de todos los colombianos y colombianas –qué comemos, cómo nos vestimos, qué vemos por televisión, quién educa a nuestros hijos– debe decidirse por esos mismos colombianos y colombianas. Así como se les consulta a los ciudadanos de los países europeos asuntos de trascendencia nacional –adoptar el euro o ingresar a la Unión Europea–, un paso tan significativo como el que representa el TLC con USA no puede pasar por encima de quienes seremos los afectados.
El Espectador, 03/13/2005