Crecen las dificultades gubernamentales y aumenta la oposición al TLC

2005-02-17 00:00:00

Los resultados de la Ronda de Cartagena muestran las dificultades del
gobierno de Uribe y de los demás países andinos para firmar un
tratado que implica la práctica anexión a Estados Unidos. Aumentan
las contradicciones entre los países y al interior de ellos, nuevos
sectores de la sociedad se muestran inconformes

Después de los pronósticos oficiales sobre que en esta ronda se
cerrarían las negociaciones en varias mesas, que se trabajaría
intensamente, incluyendo horas extras, para hacer avanzar los temas y
que se esperaba concretar importantes acuerdos en agricultura,
propiedad intelectual y otros aspectos, todo resultó un fiasco. La
negociación agrícola duró menos de tres días, buena parte de ellos en
improductivas conversaciones bilaterales, lo cual demuestra que no
hay una verdadera negociación sino una presión creciente
norteamericana para imponer todas y cada una de sus condiciones. El
lunes 7, sin que se hubiera iniciado la mesa agrícola y faltando
todavía cinco días de negociaciones, los andinos anunciaron que le
pedirían a la delegación estadounidense la realización de minirondas
para destrabar los temas.

Lógicamente el resultado de Cartagena no estuvo de acuerdo con los
anuncios oficiales y fue necesario introducir nuevas rondas parciales
en Washington y Miami para marzo y también otras microrondas
bilaterales como la ya planteada con Ecuador para agricultura y
propiedad intelectual. De esta forma y a pesar de las declaraciones
en sentido contrario, se vuelve a ratificar la profunda división
entre los países andinos que no solo no llevan posiciones unificadas
a las mesas sino que los temas cruciales los negocian por separado.

Se hará una nueva ronda general el 18 de abril en Lima, sobre la cual
Regina Vargo anunció que no sería la última, ya que la rendición
siempre se protocoliza en Washington. Los voceros oficiales
simplemente reiteraron su propósito de terminar la negociación antes
de junio o sea seis meses después de lo proyectado inicialmente.

Solamente los más cerriles defensores del libre comercio como el
presidente de la Andi o Hernando José Gómez, se atreven a decir que
todo marcha normalmente, que hubo grandes avances y que se está
cumpliendo el cronograma acordado. Mientras que los jefes de la
negociación de Perú y Ecuador, en la rueda de prensa final se
atrevieron a manifestar su molestia por la insistencia norteamericana
en vender ropa usada y su falta de respuesta en temas como el
agrario, biodiversidad y otros, el negociador colombiano aplaudió los
avances en bienes industriales en los cuales informó se había llegado
a un 99 por ciento de acuerdo, salvo textiles y calzado, que fueron
los mismos que habían quedado pendientes en Tucson y que no
representan todavía lo que tiene Colombia en el ATPDEA.

Se sigue repitiendo la comedia. Los andinos encabezados por Colombia
llevan una concesión tras otra a la mesa y Estados Unidos mantiene
las posiciones que defiende desde el primer día, deja ver que hacen
falta mayores concesiones y exige arrodillamiento completo.

Un ejemplo de esto es propiedad intelectual, tema en el cual no
solamente se dividieron los andinos entre si, sino que incluso el
equipo negociador colombiano se enfrentó internamente pues la
estrategia que lidera el ministerio de comercio es “ablandar” a los
negociadores gringos entregándoles todo. El Ministerio de Comercio
llevó a la mesa la propuesta de consagrar en el tratado una
exclusividad en el uso por tres años de los datos de prueba que se
aportan al solicitar una patente lo cual impide que se produzcan
medicamentos usando esta información y los americanos en lugar de
saltar de la felicidad y correr a hacer concesiones recíprocas, ni se
inmutaron. Exigen todo. La estrategia de Colombia era ceder en tres
aspectos, alargamiento de las patentes por demoras injustificadas en
el trámite, exclusividad en el uso de datos de prueba y transparencia
sobre registros sanitarios que lleguen al Invima. A Estados Unidos le
parecieron insuficientes estas concesiones y dejaron para una próxima
ronda su respuesta.

Con esta propuesta, especialmente la de los datos de prueba, Ecuador
y Perú exigen que Estados Unidos haga concesiones en el campo
agrícola, pero Colombia quiere otorgarlas unilateral y gratuitamente.
Después de entregar esto la delegación colombiana señaló que esperaba
flexibilidad de Estados Unidos en los demás temas de propiedad
intelectual y no encontraron respuesta

No se cerró ninguna mesa a pesar de que Colombia lo entregó todo en
materia de inversiones, abandonó el principio de responsabilidad
compartida en la lucha contra el flagelo de las drogas y con ello
fracasó nuevamente la famosa estrategia negociadora del gobierno
Colombiano. En telecomunicaciones, cuyo cierre se había anunciado
para esta ronda, el expresidente de Telecom Eduardo Pizano, denunció
que las multinacionales querían descremar el mercado y dejar a las
empresas nacionales toda la carga de la telefonía social, tampoco se
resolvió si la telefonía móvil sale del tratado como lo exige Estados
Unidos y el tema de telecomunicaciones sigue en vilo porque las
concesiones andinas no son suficientes para Estados Unidos. La
negociación agrícola se realizó y continuará realizándose
bilateralmente en fechas diferentes con cada país y en Estados
Unidos. La delegación norteamericana no cumplió en la entrega de la
propuesta de la lista de productos del agro que serían liberados
inmediatamente la cual fue llamada la canasta cero por cero. Con
ella, según el informe de Tucson, se habría destrabado la negociación
agrícola; la famosa “lluvia de ideas” no tuvo ninguna importancia
para abordar los llamados temas difíciles en el agro y que se había
acordado como estrategia salvadora en la anterior ronda. El tema de
la importación de trozos de pollo que ha llevado al pánico a la
industria avícola nacional solo se tocó cuando el ministro Arias de
Colombia señaló que no se excluirían del tratado. La posición
norteamericana que no presentó ninguna propuesta en el tema agrario
fue calificada por empresarios andinos partidarios del acuerdo como
arrogante y poco seria.

La eliminación de la figura de la cesantía comercial por medio de la
cual se debe pagar un monto para rescindir un contrato con empresas
que representan a firmas extranjeras sigue gravitando en la
negociación. Unos días antes de la ronda se reunió una mesa de
medidas sanitarias y fitosanitarias considerada la clave del acceso
al mercado norteamericano ya que con estas Estados Unidos establece
barreras más fuertes incluso que los aranceles para el arribo a su
mercado; esa mesa tampoco arrojó ningún resultado. No se aseguró
tampoco que los servicios financieros prestados por Internet paguen
impuestos y Estados Unidos no ofreció lo que ya tenemos en el ATPDEA
y no lo va a ofrecer sino hasta el último día, cuando ya los andinos
hayan hecho todas las concesiones.

En víspera de las negociaciones arreció la polémica entre los
sectores productivos, más cuanto la formulación inicial del gobierno
de mantener las cadenas productivas ha mostrado su reiterado fracaso
pues hay un “sálvese quien pueda” en ellas y serán sacrificados en
primer lugar productos como el algodón en la cadena algodón-
confecciones, el maíz en la cadena avícola y el caucho en la cadena
petroquímica. Los empresarios de los sectores inmediatamente
afectados elevaron voces de protesta y a ellas se sumó la de una
delegación de obispos andinos que manifestaron su preocupación por un
posible aumento de la pobreza. Los canales de televisión, los
libretistas y otros representantes de los medios de comunicación han
reiterado su preocupación por la inminente pérdida de la identidad
cultural.

Después de haber entregado ya la salvaguardia permanente, el equipo
negociador colombiano propuso que para bienes industriales esta sea
de máximo cuatro años (menos que Chile que fue a cinco años), pero
Estados Unidos quiere que solamente pueda aplicarse durante el
periodo de desgravación. Los avances en la negociación corrieron por
cuenta de la oferta norteamericana de incluir más productos
industriales en la canasta de desgravación inmediata, pero todavía no
todos los que están incluidos en el ATPDEA, con lo cual se ratifica
que EEUU sigue usando al ATPDEA en sus aspectos de bienes
industriales como señuelo para obligar a los andinos a hacer
concesiones en todos los demás campos.

En normas de origen sigue empantanada la discusión pues Estados
Unidos quiere que el origen lo certifique el importador (o sea ellos
mismos) y los andinos proponen que sea el exportador. Se está
engañando en forma deliberada a la opinión pública, haciéndole creer
que se esperan grandes progresos, cuando la mecánica de la
negociación establece que solamente el último día se adoptan
formalmente las definiciones que ya han sido tomadas de antemano. Con
razón el analista Germán Umaña Mendoza señaló que las negociaciones
concluyeron el mismo día que se instalaron.

El día anterior al comienzo de la ronda se informó que había
fracasado el proyecto de acuerdo político que el gobierno estuvo
tramitando desde finales del año pasado para reemplazar el proyecto
de Ley Espejo, presentado por Rodrigo Rivera y es notorio que crece
en el congreso la sensibilidad ante los peligros de la negociación
especialmente en el área agrícola y de propiedad intelectual. Las
contradicciones de los gobiernos se ahondan como lo reveló la salida
del negociador agrícola de Ecuador y del ministro Cano de Colombia.
Nuevos sectores se muestran inconformes y todos los días se ratifica
lo que hemos señalado desde hace meses de que el ATPDEA es el señuelo
y el piso de la negociación es el CAFTA y el TLC entre Chile y EEUU
como lo señaló recientemente el agregado de asuntos económicos de la
Embajada de Estados Unidos en Colombia. Los productos llamados
rehenes como las flores colombianas, el atún, los espárragos entre
otros siguen siéndolo y Estados Unidos exige mucho por su rescate.