Balance preliminar de la Ronda de Puerto Rico
La cuarta ronda de negociaciones se realizo en la apartada
población de Fajardo, a cincuenta kilómetros de San Juan, en un
caro y exclusivo hotel que aseguró el aislamiento de los
negociadores de la población local e impidió que el movimiento
social se manifestara en contra del tratado. El gobierno de la
isla, que según una columnista puertorriqueña solamente puso los
refrigerios y el alojamiento, postuló a la capital, San Juan,
como futura sede del ALCA.
Antes de sentarse a la mesa de negociaciones Estados Unidos no
mejoró sus ofertas, ni hizo nuevas peticiones de acceso a
mercados, incumpliendo lo pactado rondas atrás. Los gobiernos
andinos abrigaban la ilusión de que Estados Unidos abriera
generosamente sus mercados y quedaron nuevamente desilusionados.
La estrategia norteamericana ha sido clara desde el comienzo:
hasta que los andinos no hagan más concesiones normativas, no
dará el ATPDEA. Nadie fue capaz de decirles que se debían
aplazar las negociaciones hasta cuando estuvieran listos a
cumplir el cronograma acordado. Por el contrario, sin haberse
sentado a la mesa, el ministro Cano presionado por la Sociedad
de Agricultores de Colombia -SAC-, anunció que se podría
eliminar la franja de precios y en cambio mirar otros mecanismos
alternativos de protección, adicionalmente durante la ronda se
habló que Perú reestructuraría la franja para algunos productos,
quedando con ello vencido el criterio de la franja de precios y
se reemplazó por un análisis producto por producto.
La negociación se inició con la noticia de la renuncia a su
cargo del representante comercial de EEUU, Robert Zoellick, a
partir del 20 de enero de 2005, la reacción de los negociadores
andinos fue, en lugar de detener las conversaciones y esperar
que Estados Unidos estabilice su equipo, anunciar que el
cronograma de negociación debería acelerarse. Los
representantes andinos consideraron el adelanto de la cita de
Guayaquil y aprobaron la realización de las dos últimas dos
rondas, en diciembre y enero, en Estados Unidos. A ellos, les
parece una ventaja tratar con un personaje que no asiste a las
negociaciones y que cuando habla sobre las mismas es para hacer
exigencias como la eliminación de las franjas de precios y poner
nuevos condicionamientos a los países andinos.
El tono de las declaraciones durante la ronda de Fajardo fue
grave, en los negociadores andinos se consolida la posición de
que si se quiere firmar el tratado, hay que dar a Estados Unidos
más concesiones de las que le hicieron Chile y los países
centroamericanos. Estados Unidos lo ha dicho con arrogancia y en
todos los tonos: si el tratado es para reiterar los acuerdos
adoptados en la OMC, sería inútil la negociación y si no se
obtiene de los países andinos lo que ya lograron en los otros
tratados, sería un retroceso para ellos. Por otra parte para los
negociadores estadounidenses está descartado introducir
cualquier cambio en su legislación a raíz del tratado, mientras
que piden de los andinos toda clase de cambios en sus normas
internas, incluyendo las normas andinas. La delegación
estadounidense se obstinó hasta el último momento en rechazar
cualquier referencia a la declaración de Doha de la OMC en la
cual se da prelación a la salud pública en materia de patentes
por encima de los derechos de propiedad intelectual
Estados Unidos marcó el ritmo, las prioridades y las urgencias
en las negociaciones. La reunión se concentró en los textos y
del acceso de productos andinos al mercado estadounidense no se
hablará sino al final, cuando se los haya exprimido en materia
de inversión, compras estatales y propiedad intelectual. Fue tan
lánguido el resultado de la ronda que la negociadora
estadounidense Regina Vargo, tuvo que prometer, en una rueda de
prensa, que los países andinos al final del proceso conseguirán
más de lo que tienen en el ATPDEA, cosa que llenó de entusiasmo
a los dirigentes gubernamentales andinos que temían regresar a
sus países nuevamente con las manos vacías. Lo que se les olvidó
resaltar es que la señora Vargo dijo que eso era precisamente lo
que se estaba negociando y con ello reafirmó que Estados Unidos
no hará grandes concesiones, sino que los andinos deben pagar un
alto costo por mantener lo que ya tienen. El mismo día de
finalización de las negociaciones la eminencia gris del gobierno
colombiano, Rudolf Hommes, sentenció "Lo que se va a negociar
ya se conoce. Las posiciones de Colombia y de los Estados Unidos
son claras... Si lo que se ha obtenido es satisfactorio ¿vale la
pena seguir presionando?"
La única información veraz que llegó al pueblo de Puerto Rico la
suministraron los opositores al tratado. Más de cinco horas de
entrevistas en las principales cadenas de radio y un largo
reportaje en el diario de mayor cubrimiento del país, el Nuevo
Día, mostraron el verdadero rostro del proyectado tratado.
Voceros del Concilio de Iglesias como Ángel Luis Rivera, Félix
Colón del Movimiento Nacional Hostosiano e intelectuales y
académicos de reconocida prestancia nacional como Juan Rosario
de la organización Misión Industrial y el economista e
historiador Nelson Rochet, acompañaron en las diversas
entrevistas a Enrique Daza vocero de la Red Colombiana de Acción
frente al Libre Comercio -Recalca-, Miguel Clemente de la
Confederación Nacional Agraria del Perú y a Aurelio Suárez
Director Ejecutivo de la Asociación Nacional por la Salvación
Agropecuaria, quienes llevaron la vocería de la Alianza Social
Continental. Los dirigentes puertorriqueños mostraron cómo su
país ha sido durante cien años el laboratorio de las políticas
de libre comercio que arruinaron la producción local y
produjeron una burbuja consumista que esconde una grave
situación social y un permanente saqueo del trabajo nacional y
de los recursos naturales por parte de las multinacionales
norteamericanas.
Durante la Ronda, Estados Unidos negoció con el beneplácito de
los andinos, el tema agrario y la cooperación en materia laboral
con cada país por aparte; desde el primer día el viceministro de
agricultura de Colombia los justificó diciendo que "cada país
tiene sus especificidades".
Lo que los negociadores no supieron y se trató de ocultar a la
opinión pública de los países andinos, es que las protestas no
se limitaron al grupo de Puertoriqueños que en el sitio de la
reunión llevó pancartas protestando contra el tratado, pues
simultáneamente durante la semana de negociaciones más de 60 mil
indígenas se movilizaron en el departamento del Cauca, más de
100.000 camioneros comenzaron un paro indefinido y más de 100
mil colombianos salieron también a la calle en movilizaciones,
protestas que incluyeron como tema central la condena al TLC.
Adicionalmente el Cardenal Pedro Rubiano, representante de la
Iglesia Católica colombiana manifestó sus preocupaciones sobre
la necesidad de resguardar la salud pública y la producción
campesina; dirigentes ecuatorianos exigieron en eventos masivos
la realización de una consulta popular sobre el TLC y líderes
campesinos y empresariales de Perú exigieron la suspensión de la
negociaciones del TLC con E.U.
La ronda transcurrió en medio de un huracán que alteró el
desarrollo de las negociaciones. Cualquier habitante de Puerto
Rico sabe que esta es la temporada oficial de huracanes. Hasta
la elección del clima la hacen los estadounidenses. Solamente
una tormenta popular podrá detener esta comedia de negociación
en la cual se quiere en las últimas dos rondas protocolizar la
rendición de los gobiernos del área.
Septiembre 21 de 2004
Página web: www.recalca.org.co
Correo electrónico: recalca@etb.net.co