La ley del embudo de la propiedad intelectual

2004-07-22 00:00:00

Uno de los propósitos de Estados Unidos en el Tratado de Libre Comercio
que tramita con Colombia es aumentar las prerrogativas que las normas
sobre propiedad intelectual les confieren a sus trasnacionales, las
cuales, eufemismos aparte, van tras el monopolio de la producción y las
ventas para lograr los altos precios implícitos en la ausencia de
competidores. Estas normas afectarán negativamente a todo el aparato
productivo nacional, pero son especialmente perniciosas en la
farmacéutica, porque marcan la diferencia entre la salud y la enfermedad y
la vida y la muerte.

Algunos ejemplos de los precios que alcanzan los medicamentos con el
monopolio ilustran el problema. En Estados Unidos, la droga contra el SIDA
cuesta unos diez mil dólares al año, cuando producirla vale entre
trescientos y quinientos. El New York Times denunció que en 1999 el
Xalatan rindió utilidades por quinientos millones de dólares, frente a un
costo de producción del uno por ciento. Estudios realizados para Colombia
demuestran que el precio de los medicamentos aumentaría en 777 millones de
dólares al año si Estados Unidos logra lo que pretende en el TLC. Y por
efecto de su "libre comercio" con los gringos, a los mexicanos les cuestan
sus fármacos dos y media veces más que los colombianos.

Las pretensiones estadounidenses van más allá de lo mucho que ya lograron
en la OMC y son las siguientes: patentes por más de 20 años; con el TLC a
Chile le impusieron 25 y eso que en Estados Unidos no pueden superar los
14. Poder patentar los segundos y más usos de los fármacos, lo que rompe
con la lógica de los sistemas de propiedad intelectual que protegen la
invención y no el descubrimiento. Crear una nueva especie de patente por
diez años para moléculas viejas, utilizando como pretexto una
interpretación amañada de lo que es la información divulgada. Prohibir las
importaciones de medicamentos de países donde las transnacionales los
expenden a menores precios. Negarles la posibilidad a los gobiernos de
aplicar excepciones en casos de calamidad pública. Generar patentes
espurias por modificaciones menores a los remedios. Patentar la vida
animal y vegetal, así como los métodos quirúrgicos, de diagnóstico y
tratamiento. Eliminar las normas que les imponen a las trasnacionales
transferir tecnología. Y convertir en obligatoria la adhesión a los
tratados internacionales sobre propiedad intelectual.

Las trasnacionales maquillan su rapacidad aduciendo que sin los sistemas
de propiedad intelectual que pretenden, no progresarían la investigación y
el desarrollo científico y tecnológico. Pero estudios realizados en los
países industrializados muestran que la mitad de la Investigación y el
Desarrollo lo pagan los Estados, que el costo promedio de cada patente no
es de 800 millones de dólares como aducen sino de 100 y que esos
monopolios disfrutan de menores impuestos (17 contra 28 por ciento) frente
a los demás sectores industriales, todo lo cual les genera utilidades
superiores a la media.

Los monopolistas además silencian que, si bien el monopolio que les
confieren las patentes estimula el desarrollo, también lo entraba. Y esta
contradicción se convierte en antagónica cuando el avance científico y
tecnológico se produce en unos pocos países y el monopolio se establece en
todos, que es lo que sucede con la globalización neoliberal. Porque
mientras las patentes pueden generarles avances a los países
industrializados, en los atrasados el monopolio concedido a las
trasnacionales solo les deja los precios mayores y el entrabamiento del
aparato productivo. Con todo y lo discutible que es el actual sistema de
propiedad intelectual para estimular la invención en cualquier parte,
hacerlo más gravoso es absolutamente inaceptable para las naciones
atrasadas, que solo podrán salir del subdesarrollo si protegen su
producción nacional.

Por último, debe saberse que apenas el uno por ciento de las patentes
tramitadas por las trasnacionales se relaciona con enfermedades
tropicales, a pesar de que estas causan el 90 por ciento de las muertes en
los países atrasados. Y esos monopolios actúan así porque, al fin y al
cabo, el 80 por ciento de sus ganancias las consiguen con los enfermos de
las naciones donde tienen las casas matrices.

Por donde se mire, entonces, aceptar las pretensiones estadounidenses en
propiedad intelectual lesiona el interés nacional de Colombia.

Bogotá, 15 de julio de 2004.