Sao Paulo, Brasil 13 de junio de 2004

Vía Campesina: Declaración de la II Asamblea Internacional de Mujeres Campesinas

2004-06-30 00:00:00

Nosotros, la Vía Campesina, un movimiento mundial de organizaciones de
mujeres rurales, campesinos, campesinas, pequeños agricultores y
agricultoras, trabajadores y trabajadoras del campo, pueblos indígenas y
afro-descendientes, de Asia, Europa, América y Africa, nos reunimos en
Itaici, Brasil, del 14 al 19 de junio de 2004, en nuestra IV Conferencia
Internacional. Fuimos recibidos de manera calurosa, fraternal y combativa
por nuestros anfitriones, las organizaciones miembros de Vía Campesina en
Brasil.

Nos reunimos para reafirmar nuestra determinación de defender nuestras
culturas y nuestro derecho a continuar existiendo como campesinos y pueblos
con identidad propia.

Somos más de 400 delegados y delegadas de 76 países, representando millones
de familias campesinas tuvimos la alegría de acoger la Segunda Asamblea
Mundial de Mujeres y a la Primera Asamblea Mundial de Jóvenes de Vía
Campesina, que resalta nuestro compromiso a seguir nuestras luchas en las
generaciones por venir. Contamos también con la participación de más de 40
organizaciones que se incorporaron a Vía Campesina durante esta conferencia
y de los miembros de más de 80 organizaciones de la sociedad civil amigas.

La IV Conferencia Internacional hizo una revisión de nuestra historia, desde
nuestras primeras intenciones de organizarnos hasta la actualidad. Quedo
claro que desde un principio estamos en oposición total al modelo
neoliberal, que mata y destruye culturas, pueblos y familias campesinas en
el mundNosotras, las 123 mujeres provenientes de 47 países de África, Asia, Europa, Américas, Oriente Medio y Oceanía, reunidas en la II Asamblea Internacional de Mujeres del Campo, celebrada en Sao Paulo (Brasil) del 12 al 13 de junio de 2004, representando la diversidad de nuestros sectores, nos unimos por un fuerte vínculo de solidaridad y motivación de lucha contra el imperialismo y el patriarcado, cuyas manifestaciones afectan la vida de las mujeres, en particular en las zonas rurales.

Afirmamos nuestra férrea voluntad de mantenernos en el campo como lugar de vida, de culturas diversas, de relaciones humanas e interacciones sociales múltiples, y de resistir, a toda costa, a la pretensión neoliberal de convertirlo en una gran empresa mundial, que apenas beneficia a los intereses de las corporaciones transnacionales y otras élites.

Nosotras, inventoras históricas de la agricultura, guardianas de la tierra y las semillas, creadoras de conocimientos medicinales y de la preservación de la biodiversidad, nos oponemos a las amenazas que el libre comercio impone a nuestra autonomía, saberes y conocimientos, y al derecho de continuar creando modos de vida harmoniosos, basados en cosmovisiones diversas e integrales.

Las mujeres del campo, quienes por siglos hemos producido y transformado los alimentos para nuestras comunidades y pueblos, nos oponemos a la visión mercantil de la Organización Mundial de Comercio, que pretende imponer al mundo una agricultura comercial, entre cuyas consecuencias figura la eliminación de nuestras prácticas agrícolas y nuestras semillas, para reemplazarlas por los transgénicos, producidos en los laboratorios de biotecnología, que transgreden las leyes de la naturaleza, contaminan de quimicos nocivos la vida humana y el entorno, y ponen en riesgo el balance de los ecosistemas. Esta visión tecnocrática impone, además, una cultura alimenticia dependiente del mercado, que atenta no solo contra la soberanía alimentaria sino también contra la propia vida del planeta.

Nosotras, que nos empeñamos en generar sociedades basadas en la justicia y la igualdad, respetuosas de los derechos humanos, denunciamos la militarización del campo, la imposición de bases militares, la invasión y ocupación de los pueblos, que generan muerte, destrucción, violencia y atentan contra los derechos de las mujeres y la soberanía de los pueblos.

Como mujeres, reclamamos el respeto de todos nuestros derechos, rechazamos al sistema patriarcal y todas sus expresiones discriminatorias; y nos reafirmamos en el ejercicio pleno de la participación ciudadana. Exigimos nuestro derecho a una vida digna; el respeto a nuestros derechos sexuales y reproductivos; y la aplicación inmediata de medidas para erradicar toda forma de violencia física, sexual, verbal y psicológica; como también exigimos la eliminación de prácticas de genocidio de mujeres que aún persisten.

Exigimos a los Estados implementar medidas que garanticen nuestra autonomía económica, acceso a la tierra, a la salud, a la educación y a un estatus social igualitario. Demandamos respeto y vigencia plena de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario en toda circunstancia.

Enfatizamos en nuestro derecho a preservar la vida en el campo, contrario a lo que imponen las transnacionales, cuya procura de rentabilidad agudiza la pobreza, el empleo precario y el desempleo rural, que generan el despoblamiento del campo y las migraciones.

Las mujeres del campo, protagonistas de otro mundo posible, nos proponemos defender y fortalecer nuestras organizaciones y movimientos, continuaremos luchando contra el modelo neoliberal; contra el libre comercio; por la soberanía alimentaria; por la reforma agraria, tierra y territorios; por la defensa de nuestras semillas como patrimonio de los pueblos; por la soberanía de nuestros pueblos; por la autonomía de las mujeres y la igualdad de género.

Organicemos la lucha, tierra, alimento, dignidad y vida!

Globalicemos la lucha, globalicemos la esperanza!