Guatemala: Urgen revolucionarios
Este día, conmemoramos un año de más de la gesta revolucionaria, evocando una primavera democrática cada vez más lejana y lo hacemos en medio de una total descomposición de las instituciones democráticas; en donde la separación de poderes ha cedido su lugar a las componendas entre intereses y grupos de poder paraestatales y en donde el ejército ha vuelto de nuevo a someter a la población.
Hoy vemos como el sistema de justicia, en todos sus niveles, es presa de intereses ajenos a la aplicación de la ley y el resguardo del Estado de derecho, cómo el Congreso de la República, negocia y endeuda a las futuras generaciones sin más fin que una repartición constante de cuotas de poder, recursos e instituciones.
Como el Poder Ejecutivo pretendiendo vender a la población una realidad que solamente ven sus publicistas pretende a través del partido de gobierno perpetuarse en el poder y promueve una legislación que destruirá las pocas garantías que aún quedan del legado revolucionario, promoviendo entre otras, una reforma constitucional que, en las actuales condiciones, solamente constitucionalizaría todas las prácticas e intereses que han conducido al Estado de Guatemala a la condición de Estado fallido.
Hoy más que nunca estamos en un momento en el que la política no se ejerce desde una orientación ideológica, sino desde una posición política mercantilizada, que opera sobre la base de intereses particulares y que, en su búsqueda, ha corrompido no solo el legado de la Revolución de 1944 sino también la esperanza de contar con una democracia real, participativa e inclusiva como la propuesta por los Acuerdos de Paz.
Esta descomposición sin precedente ha alcanzado también al Instituto Guatemalteco de Seguridad de Seguridad Social –IGSS-, cuya finalidad era encaminarse hacia la protección universal de la población, y que en la práctica se ha convertido en un instrumento de operación política que ha puesto en riesgo la democracia y la seguridad social; y al mismo Procurador de los Derechos Humanos cuya conciencia yace acallada y cómplice ante todas las reiteradas violaciones a los derechos humanos.
Los gremios que otrora marcharan por la construcción de un Estado moderno, por la construcción de una democracia real, por avanzar hacia la justicia social, hoy día siguen marchando pero a un son distinto al que imponen la necesidades sociales, sumando sufrimiento a la población y persiguiendo objetivos cada vez más mezquinos. Instancias como el denominado Consejo Económico Social, han jugado un papel determinante para impedir la aprobación de la Ley del Sistema Nacional de Desarrollo Rural Integral y para la legitimación de la mal llamada Reforma Educativa; las comisiones del Salario han abierto las puertas a una mayor precarización salarial a través de la fijación territorial del salario mínimo, y los autonombrados interlocutores sindicales han facilitado al gobierno todas las herramientas para alcanzar la impunidad internacional ante las constantes violaciones a la normativa nacional e internacional del Trabajo.
Guatemala, es hoy día un lugar mucho peor que el construido por Ubico y las dictaduras liberales y conservadoras que le antecedieron, es mucho peor que los escombros dejados por las dictaduras militares durante el Conflicto armado interno, es un país sin más expectativa que la mera sobrevivencia en condiciones cada vez más precarias, en donde el presente aterra y el futuro es una pesadilla. Guatemala es hoy un país donde se vive sin mañana y se muere sin motivo.
En medio de todo esto, el MSICG ha empeñado todos sus esfuerzos por visibilizar la situación nacional y aportar soluciones a la misma transformando esta terrible realidad, lamentablemente, no ha sido suficiente, se requiere de una depuración profunda tanto en las instituciones del Estado como el propio movimiento social, se requiere revivir los valores revolucionarios, recuperar la dignidad del pueblo y ese instinto soberano que hoy día transforma al Cono Sur de nuestro continente, ese mismo espíritu en que se asienta la resistencia de los pueblos de Europa ante los procesos regresivos que se les pretende imponer, se requiere recuperar ese algo que hoy hace tanta falta y que hizo posible una gesta como la Revolución del 20 de octubre de 1944.
Guatemala hoy más que nunca urge de revolucionarios, de revolucionarios en acción y no solo de palabra, capaces de heredar a las futuras generaciones un futuro o, al menos, la esperanza de que este puede construirse.
Nuestra América, 20 de octubre de 1944.
CONSEJO POLÍTICO
MOVIMIENTO SINDICAL, INDÍGENA Y CAMPESINO GUATEMALTECO
MSICG